La
educación, cuestión de Estado
Luis
León Barreto
Si fuéramos un país realmente democrático, en el cual la
democracia fuese una vivencia cotidiana y asumida en todos los niveles de la
sociedad, en el cual la democracia no estuviera secuestrada de manera
partidaria, hace tiempo que las principales fuerzas políticas del país habrían
llegado a un consenso para establecer las pautas de una educación seria,
moderna, rigurosa, no sectaria y sobre todo más eficaz que la actual.
España es un caso único en nuestro entorno de una pésima gestión
de la educación, lo cual conlleva el cansancio del profesorado, la desilusión
de los padres, la frustración de los alumnos y la cosecha de sucesivos informes
en los cuales se nos pone a caer de un burro por el mal rendimiento escolar,
aquí y ahora. En Canarias el abandono escolar, el absentismo de las clases y en
definitiva el fracaso del sistema, es más evidente que en el resto de España,
lo cual ya es el colmo. No se libran las islas mayores, no se libra La Palma.
Nadie se libra. No se libra la LOGSE, promovida por el PSOE, no se librará la
LOMCE que es la “ocurrencia” del ministro Wert sin
contar con ninguna otra fuerza política. Las mayorías absolutas no deberían ser
cauce para fabricar una enseñanza ideologizada.
El suspenso del informe PISA a los niños españoles de 15 años en
habilidades prácticas sitúa otra vez en las portadas de la prensa la necesidad
de una reforma profunda y consensuada del sector. No vale esconder la cabeza
bajo el ala, tampoco sirve que Canarias se autoexcluya de estos informes del
exterior, pues eso no va a significar que la mala realidad educativa de las
islas se borre de golpe y plumazo con todas sus graves carencias, entre ellas
el elevado índice del fracaso escolar, el absentismo, la falta de formación de
algunos profesores, el escaso reciclaje de los mismos, etcétera. Se anuncia que
en 2015 aquí se hará otro estudio PISA (Programa para la Evaluación
Internacional de Alumnos) específico para el sistema educativo del
archipiélago, tras rechazar los datos del último informe sobre la incapacidad
del alumnado para resolver problemas cotidianos, a lo que hay que unir la
pésima comprensión lectora, el bajo nivel en matemáticas, el escaso y
anquilosado aprendizaje de idiomas y un largo etcétera.
No hay manera de que el Estado español apruebe la asignatura de
Educación ni con UCD ni con el PSOE ni con el PP ni mucho menos con los
nacionalismos sectarios, en los cuales los textos que se imparten en los
institutos son utilizados para tergiversar la historia y sembrar el odio entre
unos y otros. Se trata de una cuestión básica, el futuro del país. Y, mientras
los políticos se siguen acusando mutuamente, PISA sigue suspendiendo a nuestros
alumnos, pero en realidad suspende el país entero ya que esos tests que se
hacen sobre nuestra educación en realidad son una radiografía sobre nuestra
sociedad. Y España está en la cola, muy por debajo de la media de la OCDE.
Ahora que el ministro Wert “se inventa” la LOMCE. la mayoría de los sectores políticos, sociales y docentes
han salido rápidamente a oponerse. Inadmisible que en una cuestión tan básica
no haya habido un diálogo con todos los sectores afectados, una mayoría
absoluta no es excusa para imponer la voluntad. Pero ¿qué falla: el sistema,
los docentes, los padres, toda la sociedad?
Finlandia encabeza la lista de los países con mejores notas. Allí
las cosas son muy diferentes: la formación de los docentes es distinta, también
el número de alumnos por clase. Y el comienzo de la vida escolar nunca se pone
antes de los 6 años. Los expertos creen que aquí los alumnos, los profesores,
las familias y la sociedad, son víctimas de un sistema educativo pasado de
moda, variable, ideologizado según quién gobierne, con alto fracaso escolar y
paro juvenil altísimo, con analfabetismo funcional evidente y con incapacidad
para entusiasmar a los estudiantes en el aprendizaje. Llama la atención el
pésimo manejo escrito del español, los errores ortográficos tan abultados.
Habría que dar libertad para crear pedagogías alternativas, reforzar a los
profesores, apostar por la creatividad y el aprendizaje vivencial, eliminar la
enseñanza memorística y los exámenes, reducir el número de alumnos por clase,
reducir la burocracia interna, limitar los deberes y los exámenes que no
valoran la curiosidad sino lo memorístico. También hay que dar impulso a la
personalización de la enseñanza. Pues ahora estamos formando alumnos con
escasas habilidades, sin capacidad de pensamiento crítico. Una enseñanza que no
funciona, una enseñanza aburrida con la que no se identifica el alumnado, un
profesorado mal reciclado y “quemado” por las sucesivas reformas y
contrarreformas de la enseñanza, pues lo único que consiguen es añadir
confusión.
Entendemos que las dos universidades canarias no están dando la
talla, la oferta formativa en Formación Profesional es escasa, con los recortes
han aumentado las cifras de alumnos por clase, el reciclaje del profesorado es
insuficiente y, en general, tanto la primaria como la secundaria necesitarían
un revulsivo. Sin olvidar que la enseñanza pública no puede desmantelarse en favor
del negocio privado, igual que la sanidad o la seguridad en la calle, y tantas
otras conquistas cuya conquista fue lenta y laboriosa