No podemos decir que somos españoles
Los
comentarios y editoriales que publicamos diariamente o en los días señalados -o
específicos, según el asunto- son escritos personalmente por el editor y
director de EL DÍA y responsable único de sus contenidos, José Rodríguez. Y
desde este hecho y su visión son redactados y dictados. Pero entiéndase que
este dictado no es de dictador; es de gramática pura. José Rodríguez, en la
plenitud de su razón y, como ha dicho tantas veces, conservando intactas las
tres potencias del alma -memoria, entendimiento y voluntad- y de su amplísima
cultura, adquirida a través de la lectura diaria de prensa, libros y de cuanto
cae en sus manos, y de sus relaciones personales, tiene plenos conocimientos y
capacidad para expresar por escrito sus pensamientos. No niega que realiza
preguntas y acepta asesoramientos de sus colegas de la Casa y colaboradores,
pero lo que finalmente queda reflejado en esos editoriales y comentarios a los
que nos estamos refiriendo es producto de una reflexión y redacción personal.
Decimos que dicta sus ideas porque su pensamiento corre con más velocidad que
manuscribe. La máquina de escribir -último modelo- la tiene como pieza de museo
a su derecha en su despacho, y el ordenador no le va. Cualquier nieto suyo le da
lecciones soberanas sobre este sistema de la modernidad, dice.
Con
este preámbulo quiere decir José Rodríguez que es el autor y el responsable de
los comentarios y editoriales. Esperamos haber despejado la duda que persiste
en algunos, incluso en algunos de nuestros colaboradores, como es el caso de
Emilio Racionero Menasalvas; una persona de nuestro
máximo y más sincero afecto que en su sección habitual "En pocas
palabras" publica hoy un artículo titulado "La mecha" en el que
parece dudar de la autoría de nuestros comentarios y editoriales. Así lo
entendemos cuando señala en su artículo de hoy que se resiste "a creer que
determinadas expresiones volcadas en los editoriales salgan de su boca o de su
pluma". Pues se equivoca.
Don
Emilio Racionero -lo repetimos- es una persona seria, sensata, respetable y
goza de nuestro mayor afecto. Pero es español. Es peninsular y en su propio
artículo se define como español residente en nuestras Islas. "Español
residente en esta tierra desde hace ya casi cincuenta años". Un español al
que acogemos con la amplitud de nuestro corazón. Don Emilio Racionero es
socialista -creemos que sigue siéndolo- que abjuró del socialismo político y
no, al parecer, del humanista, porque él sigue siendo una persona muy humana y
familiar. Sin embargo, con su artículo de hoy pensamos que ha tropezado
interpretando torcidamente lo que fue escrito en uno de nuestros comentarios
con la mejor de las intenciones, inflamados -permítasenos este ardor que no
lleva mecha- por el patriotismo y por el amor que profesamos a nuestros
semejantes y, en especial, a los habitantes de esta Isla y de estas Islas del
Archipiélago. Y permítasenos también, antes de continuar, el oxímoron siguiente: somos rabiosamente pacifistas.
Compréndase desde esta expresión que no deseamos encender ninguna mecha. Las
mechas, cuando se encienden, no las enciende la población, como parece indicar
nuestro colaborador cuando se refiere a "acciones violentas por parte de
la población canaria". No tratamos de reducir la carga de nuestras
palabras, como señala el señor Racionero, al hablar de "algún incontrolado
que actúe por su cuenta". La población que mencionábamos en nuestro
artículo puede estar en esta Isla o en la de al lado o en cualquiera de todas.
Hay un dicho muy corriente, muy vulgar, según el cual el que avisa no es
traidor. Y eso es lo que hemos intentado hacer: avisar porque siempre ocurre lo
inesperado. "Toujours l'inattendu
arrive", escribió el socialista humanista y
médico francés de Estrasburgo, prematuramente fallecido, del que hemos leído
todas sus obras, Maxence van der
Meersch, autor de la famosa novela "Cuerpos y
almas". Y quién sabe si lo que no ha ocurrido aquí puede ocurrir cualquier
día. ¿Es que se esperaba que la población canaria perdiera su dignidad, pasara
hambre y, remontándonos a casi seis siglos atrás, fuera invadida por las tropas
españolas y sus mercenarios, apoderándose de lo ajeno y perpetrando la
esclavitud y el robo por parte de los españoles? Pues observen bien los
lectores que todo eso ha ocurrido y es el gran drama de los canarios.
Seguimos
con el accidente de Los Rodeos también mencionado en el artículo de nuestro
colaborador. Ese fue un hecho trágico explotado para perjudicar el turismo con
una mecha que todos conocemos, pero por prudencia, para no provocar, callamos
ahora quien la encendió. Ese accidente fue fortuito y aún está por certificarse
de quién fue la culpa. Nosotros, que no nos recatamos y decimos las verdades
siempre en beneficio del pueblo, manifestamos hoy que ese accidente no debió haber
ocurrido porque esos aviones no debieron haber sido desviados a Tenerife.
Siempre ocurre lo inesperado. Y hasta por esto que acabamos de decir hemos sido
criticados y cualquiera sabe si nos aparece una demanda de tipo civil o
querella penal. Un incidente menor en el interior de un aeropuerto no debió
paralizar ni desviar la actividad de la pista de Gando, pero claro, la mala
fama se la llevó Tenerife. Aquí hay incontrolados que causan muertes
prácticamente todos los días. EL DÍA, por el hecho de publicarlo en sucesos, o
por prevenirlo si hubiera sido el caso, o por aconsejar el pacifismo, la no
violencia, no está encendiendo las mechas. Ningún predicador desde el púlpito
(cosa que ya no se estila) por advertir sobre la moralidad es un inmoral o
provoca inmoralidades por parte de los feligreses que lo escuchan. Todo lo
contrario.
Y
continuamos para acabar. Del MPAIAC no hablamos porque no tenemos por qué
hablar. De su líder, Antonio Cubillo, sí podemos decir que es un hombre de
formación cultural, universitario, por cuyas ideas
políticas fue perseguido. Fue activista desde Argel. No sabemos más porque la
mayor parte de sus actos los ignoramos, pero sí sabemos que no ha sido
condenado. Antes al contrario, el Estado español, ya en democracia, atentó
contra su vida y lo dejó impedido, en silla de ruedas, pero nadie ha podido
demostrar que pusiera bombas ni encendiera mechas. No lo defendemos, bueno sea,
pero tampoco lo condenamos.
Su
posición es distinta, don Emilio. Usted es un español nacido en Madrid, creemos,
y reside en Canarias desde hace 50 años. Es decir, vive en una posesión de su
nación continental. En Canarias es bien acogido. Es de las pocas personas
serias que tratamos. Pero no sospeche que vayamos a encender la mecha, ni tan
siquiera que incitemos a que alguien lo haga, que es lo que se desprende de su
escrito, pues no incitamos a la violencia. Solamente advertimos porque,
recuerde, siempre ocurre lo inesperado. ¿No cree usted que será mejor para
evitar estas controversias, estos temores, estos cartuchos de dinamita, estas
mechas -"algodón o cáñamo embreado con pólvora en su interior", como
dice usted- que Canarias adquiera ya de forma pacífica su independencia y que
con nosotros convivan los españoles de buena voluntad, como usted, y que
nuestros recursos y riquezas sean nuestros y que no se vayan para los madriles peninsulares, que el pueblo canario no pase hambre
y que tengamos, además de libertad, soberanía e independencia -Padre, Hijo y
Espíritu Santo, uno y trino-, identidad y dignidad? Usted dice, y con orgullo,
que es español. Nosotros no podemos decir que somos españoles porque,
rotundamente, no lo somos. Si estamos obligados a decir y escribir que somos
españoles lo hacemos por la fuerza del genocidio cometido con nuestros abuelos
y la explotación actual en beneficio de los españoles peninsulares. Ni tampoco
queremos ser marroquíes. Solo queremos ser canarios de la nación y estado
canarios.
· Editorial de el periódico El Día, de fecha 7-05-2011
· Editorial de el periódico El Día, de fecha 7-05-2011 [imprimible]