Canarias
es una tierra robada
España no puede ignorar el clamor independentista
Independencia. Este es el destino sensato de Canarias como ya lo es el de Cataluña. Tanto el Gobierno de España como los amantes de la españolidad de Cataluña -que en el fondo están movidos por los mismos intereses que los españolistos y los amantes de la españolidad de Canarias, incluido un exconcejal de Santa Cruz que presentó, y logró que se aprobara, una moción declaratoria de que estas Islas son territorio español- se niegan a ver la evidencia. Como el avestruz, prefieren enterrar la cabeza en la arena de su prepotencia que ver la realidad de que España ha sido un engaño como país. Es falso que Cataluña, Vasconia y hasta Galicia formen parte del territorio español porque, aun siendo naciones peninsulares [ibéricas], tenían una entidad propia -sustentada en su lengua y su cultura- antes de que fuesen invadidas por el expansionismo castellano.
Algo
similar a lo que sucedió en Canarias, con la circunstancia agravante de que en
nuestro Archipiélago se produjo un genocidio. La cultura guanche fue vilmente
erradicada por unos adelantados sin piedad a quienes, desde la perspectiva histórica,
solo podemos calificar de criminales. Aquellos individuos miserables acabaron
con el acervo cultural de nuestros ancestros, pero no con su sangre porque sus
descendientes han llegado hasta nuestros días.
Durante
casi seiscientos años esos
descendientes de los guanches han permanecido en silencio por el temor primero a
la espada y la pólvora y luego al látigo y las cadenas. Posteriormente fue la
Santa Inquisición, instaurada por los mal llamados Reyes Católicos, la que
impuso el terror entre los isleños.
Hoy
seguimos teniendo miedo a la fuerza de las Fuerzas, pese a nuestro absoluto
convencimiento de que el noble Ejército español no dispararía ni una sola
bala en el caso de que los canarios se alzasen para conseguir su libertad.
Ese
apocamiento de nuestro pueblo, esa
pasividad que les han inducido a los isleños los invasores siglo tras siglo, es
la causa de que no reaccionemos como lo está haciendo el pueblo catalán. Una
narcosis que en modo alguno puede ser la excusa para permanecer en nuestras
casas viendo, día tras día, cómo la ruin Hacienda española arrasa con
nuestras riquezas y nos deja en la indigencia más absoluta. La miseria
provocada por el colonialismo -y agrandada por el despotismo del necio político
aupado en mala hora a la presidencia regional- es la responsable de que casi
400.000 canarios carezcan de trabajo, de las colas del hambre y de la vergonzosa
lista de espera sanitaria.
La
pasividad y el aplatanamiento no
pueden ser la respuesta del pueblo canario al robo colonial que padecemos ni al
mal gobierno de un bruto político como lo es Paulino Rivero. Jamás incitaremos
a nadie a la violencia, porque somos contrarios a la violencia, pero sí urgimos
al pueblo a que se eche a la calle pacíficamente. Apelamos a manifestaciones
pacíficas como las que protagoniza el pueblo catalán porque Cataluña es un país
más noble, trabajador y educado que España. No podemos quedarnos de brazos
cruzados a la espera de que nos caiga encima el Apocalipsis, porque entonces la
gente recurrirá a las armas y a la violencia. Un extremo que no deseamos, lo
repetimos, porque va en contra de nuestros principios.
Lo
ideal sería que el Gobierno español
tomase la iniciativa no solo para permitirles a los catalanes que celebren su
consulta independentista y se constituyan en una nación con su estado, sino
para establecer de inmediato una comisión mixta de traspaso de competencias
entre España y Canarias. Es decir, para iniciar sin pérdida de tiempo el
proceso descolonizador de estas Islas, que es muchísimo más que el de otras
naciones peninsulares ya que estamos nada menos que a
Canarias
es una tierra robada. Somos los
descendientes de hombres y mujeres nobles que vivían en libertad y en armonía
hasta que llegaron los infames conquistadores españoles con sus espadas, sus
arcabuces y una insaciable sed de riquezas conseguidas a fuerza de oprimir a
otros pueblos. Fuimos el primer paso del gigantesco genocidio cometido después
por España en América y en otros continentes. Las tropas regulares de
Castilla, acompañadas por mercenarios andaluces y de otras regiones, diezmaron
y esclavizaron al pueblo guanche porque, al no encontrar oro ni especias,
decidieron apoderarse de tierras fértiles y sacar también provecho vendiendo a
sus legítimos dueños como esclavos. Fue un holocausto que hoy, casi 600 años
después, sigue sin ser reparado.
España
adeuda a los canarios todo lo que ha
estado saqueando durante más de medio milenio. Una suma ingente que, junto con
nuestros recursos -que son muchos aunque los rapiña la Hacienda peninsular-,
nos permitiría no solo salir de la crisis sino vivir, de ahora en adelante,
como los ciudadanos de los países más ricos del mundo. Esto lo saben hasta los
analfabetos en economía, de la misma forma que están convencidos de ello
importantes economistas, como es el caso del nacionalista e independentista
canario Jorge "Ancor" Dorta. Así lo expresa en su libro
"Canarias con futuro", cuya lectura recomendamos a los escépticos y a
los que siguen embobados por la mentira de que no podríamos sobrevivir con
nuestros propios recursos.
Podemos hacerlo porque somos un pueblo laborioso.
Allá donde han tenido que emigrar debido a las hambrunas que los
colonizadores han ocasionado en su propia tierra, los isleños han demostrado
sobradamente su laboriosidad. En Venezuela, en toda Sudamérica, en cualquier
lugar del mundo siempre han sido muy queridos y apreciados. Urge, insistimos,
crear esa comisión para el traspaso de poderes. Una mesa negociadora de la que
no podrán formar parte sinvergüenzas políticos como Paulino Rivero -ni
ninguno de sus compinches- sino patriotas canarios; esos hombres y mujeres con
las ideas y las manos limpias, a los que siempre nos hemos referido. Personas
muy distintas a los políticos de la actualidad, que solo son chatarra
inservible porque no sirven a los intereses del pueblo sino a los de sus
bolsillos. Debemos reconocer que los políticos del pasado fueron mejores que
los actuales.
Una
vez rotas las cadenas coloniales con
España, se formaría un Parlamento constituyente formado también por hombres y
mujeres de nuestra tierra que sean patriotas y que nada tengan que ver con los
actuales falsos nacionalistas de Coalición Canaria. Este partido está
perdiendo sus últimas oportunidades de quitarse de encima, políticamente
hablando, a personas como Rivero, Mena, los Ríos, José Miguel González, González
Ortiz o Barragán y, como consecuencia de esa pasividad o ese juego de
intereses, terminará no solo por perder las elecciones sino también por
desaparecer.
Queremos
una nación canaria soberana
sustentada en los principios del más amplio liberalismo, que es lo que
corresponde a una nación moderna. Seguiremos con el euro y mantendremos los
lazos con España y con Europa pero en un plano de igualdad y no como ahora,
porque no queremos ser ni colonos españoles, ni europeos ultraperiféricos. No
vivimos en el extrarradio de ningún continente. Al contrario: ocupamos una
privilegiada situación entre tres continentes, lo cual es uno de nuestros
principales activos.
La
reflexión final de este editorial es
que ha llegado la hora de actuar. Si España no atiende el clamor
independentista de Canarias, atemorizado y silencioso, habrá violencia. Habrá
alteraciones del orden público en las calles y quizás corra la sangre. Esa es
una situación que, insistimos, repudiamos porque somos pacifistas, pero que
indudablemente terminará por producirse si los políticos de Madrid siguen
aferrados a ganar una causa que tienen perdida.
Publicado en el periódico El Día, /2013-09-17/