Don
Julian, un ermitaño olvidado
René
Acosta *
Los
vecinos de la zona, que eran jóvenes, trasportaron toda la madera de tea para
la iglesia, pero un cura de la época quiso llevársela a Tenerife para
trabajarla, y luego traer el techo, pero don Julián se negó e incluso dijo que
si no la ponían en su sitio denunciaba por robo, que aquella madera fue traída
por los vecinos para San Antonio y que en Garafía hay carpinteros, tan buenos
como en otro sitio, y gracias a su labor como ermitaño la madera no salió de
la zona.
Pienso que ha sido un gesto muy valioso, que se merece una medalla como mínimo, por esa razón piensa que le quitaron la llave. Es una pena porque toda la gente que iba a San Antonio, subía a casa de don Julián a buscar la llave. Ahora don Julián -como en la foto- se ve solo, mirando por la ventana mientras las gentes vienen y se van sin poder ver la iglesia Yo pregunté por Santo Domingo pero nadie me dijo nada, la callada por repuesta. Intenté hablar con el Señor cura y me contestó “yo se porque la retiré la llave, y todo el mundo lo sabe. Que repuesta más extraña, pienso yo. También se me comentó que en San Antonio hay una comisión de cuentas, pero pregunté a algunas personas por la zona y la repuesta fue “yo no se nada ni he oído nada de eso.
¡Que misterio! todo el mundo sabe el motivo
de la llave, pero nadie dice nada. Recuerden que tiene 92 años y puede que
algunas palabras no se reentiendan, pero su juicio está muy, bien sabe lo que
dice.
Don
Julián no está abandonado
Parece
que una hermana le denunció por abandono de su padre, cosa que, por lo que yo
he visto es totalmente falso, porque su hijo Isidoro lo tiene muy atendido. Pero
a don Julián su tristeza le empezó después que le quitaron la llave. No es lo
mismo que venga gente a su casa para recoge la llave y devolverla, a que no te
venga nadie. Es una persona con mucha sabiduría, y sin embargo la sociedad lo
ignora y son capases de quietarle su única actividad, que puede realizar a sus
92 años.
Espero
que esto sirva para algo, que las personas mayores hay que valorarlas más. A
todos, si llegamos a mayores, nos gustaría que se recordaran de nosotros y que
nos den alguna actividad, pero si después de 70 años con la llave de una
iglesia y te la quitan y no te dicen nada, que triste. Solo le queda estar detrás
de la ventana, y mirar con añoranza. Pensemos un poco más, porque algún día,
si llegamos, también seremos mayores.
*
Reportero
del periódico digital El
Canario