Domingo de Carnaval
Padre
Báez *
Había
sido invitado a almorzar a la Cumbre por mi hermano, pero, huyendo del frío,
cuando terminé de celebrar las dos Misas preceptivas de cada Domingo (a las
9h00 en Lomo Magullo, y a las 10h00 en Tecén), en lugar de subir a La Lechuza,
buscando zona más caliente, tomo rumbo al sur por la carretera antigua, y
mirando hacia los barrancos para, por ellos, llegar a las cuevas siguiendo rutas
guanches.
Pronto
se me presenta, con cadena abierta, uno y me adentro, despacio y con cierto
temor, por aquello de “prohibido el paso” en cartel, pero tan pronto veo un
tenderete del rojo de los tomates, me digo, pastores deben haber cerca, y
ya más tranquilo avanzo, hasta que los perros dan señales de mi cercanía, y
he aquí a una morena pastora que, con sus hermosas niñas, me recibe; descubro
que no es de nuestra tierra sino de un país vecino, y su acogida fue tan amable
y cordial, que antes que su hombre me saludara -metido en sus quehaceres, con
dos amigos más- ya me ofrecía café y pan al estilo de su tierra. Salido el
pastor con dos de sus amigos, me agasajan con cálida conversación sobre el
mundo propio (quesos, queseras, requerimientos, leche, piensos, cabras, políticos,
etc.), y la despedida, porque un servidor buscaba cuevas más que conversación,
y con indicaciones al respecto, dadas por las niñas, y advertencias del padre
sobre el vecino de más arriba, que fuera con cuidado porque suele retener el
paso de los intrusos... Esto me hace dejar el coche junto a la segunda cadena,
no sea me cerraran el paso y quedara sin poder salir; y me echo a caminar
barranco adentro, y pronto -después de un buen trecho- los perros avisan de mi
cercanía, y cada vez más a su altura, el saludo -todo lo contrario de lo señalado-
cordial del dicho anteriormente, más el de un vecino de ambos que, dada la
fecha, pasaba el rato en conversación, y que desde lejos ambos me adivinaron y
se preguntaban, ¿qué querrá por aquí el Padre Báez?.
Les cuento -después del saludo pertinente y otras
cosas de entrada- que busco cuevas de los guanches, y me señalan “paredes
echas por los aborígenes, almogarén, cuevas...”, y el amigo deja al que
tiene familia y procede de la Parroquia que regento, y que me invitaba
insistentemente a que tomara café, y lo dejamos para la vuelta, porque el amigo
se ofrecía llevarme hasta donde las cuevas en su coche todo-terreno, y enseñarme
el lugar donde le pegaron el primer tiro al Corredera en la clavícula -sobre éste
me contaría la historia nunca contada y de la que él fue testigo de lo que me
decía, y que no ha salido en libros, ni en películas, ni nadie sabe, sino él-
y de vuelta de las impresionantes cuevas, donde me señalaba: las cerámicas y
cuevas enterradas; un servidor a él: la brea, hoyos en el suelo, ranuras para
cerrar puertas..., volvimos sobre nuestros pasos para llevarme hasta donde el
Corredera fue cogido por la guardia civil y el jurado; así que dejamos de tomar
café -pero no de despedirnos del vecino y amigo-, porque debía acompañarlo
hasta dicho corral- previo aviso a la mujer, había un comensal más-, y allá
que nos hacemos para recalar en su casa después de visitar el vacío y mudo
corral, testigo de la tragedia por escribir, pero antes del almuerzo, era
obligada la visita a sus cabras, ovejas, gallinas, y ya a la mesa nos esperaba
una suculenta comida de la mejor cocina canaria (ensaladilla, aceitunas, papas
sancochadas, carne de cerdo frita, cerveza, natilla, fruta, café), y ya de
salida, la sala de sus soledades, donde el laúd -partituras musicales por todas
partes- y ahora empezando con la corneta. Todo ello con cinco años más que un
servidor, y me devuelve al lugar donde mi coche. Visité nuevas cuevas y, de
salida ya por donde el comienzo, donde el pastor primero (pura imagen guanche),
con mujer e hijas, cuales si familias de uno fuera, recordamos tradiciones por
los pastores mantenidas, como las de encerrarse en una cueva y dejarse morir, a
lo que dice la niña: “¡papá eso fue lo que dijo N...., me encierro en
una cueva y me muero!” Y el pastor, asintió y apostilló: “¡sí,
prefirió morir antes que ir a un médico!”, tenía (largos años ya,
cerca de 80). Y después de recordar a algunos pastores y hablar de su
importancia, la despedida preceptiva con la reiterada invitación a que volviera
-igual que los dos anteriores-, volvía al asfalto...
Cuando
llego a casa, y dado que muchos se han dado a dar recetas -un servidor no va a
ser menos-, y toda vez que aún en el coche el cartón de huevos -regalo de Tecén,
junto con otras frutas (naranjas y aguacates), cojo una vasija: echo un huevo,
con leche, lo bato bien, le “arrallo” un
poco de limón, le echo harina, también gofio, azúcar y un poco de
canela, e hice mis dos tortillas preceptivas de carnaval (tan pronto acabe este
escrito, con un poco de miel, voy a darles cumplida degustación).
Toda
vez que hoy es Domingo de Carnaval; mañana (hoy, lunes) lunes de carnaval y
después martes y fin del carnaval, les recuerdo que el miércoles (día 22),
comienza la Cuaresma, es día de ayuno y abstinencia (comer un poco menos y no
comer carne [tampoco la carne ningún viernes de la Cuaresma]. Saben que el
Domingo día 26 es el Carnaval Chico, y ya dentro de este tiempo penitencial,
sobran las máscaras y toda esa parafernalia fuera de lugar, tiempo y espacio.
Deberíamos comenzar a hacer lo que hace todo el mundo. Eso, nos engrandecería.
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