El Dios de la lluvia llora sobre Méjico

 

Yosef  Y. Idmim

 

1- Hernan Cortes.jpg

 

El pasado día 12 de octubre [2012] nos reuníamos un grupo de amigos para celebrar ese día en sentido contrario a los que nos marca el imperial colonialismo.

 

En la animada tertulia sobre la situación económica y social de Canarias, la mayoría opinábamos que, según los especialistas, esta crisis va a ser larga y que Canarias sufriría como ninguna otra parte del Estado español en mayor medida las consecuencias de esta situación, cuando aún lo peor estaba por llegar. Al pesimismo que nos embargaba a todos lamentábamos el cómo estos parásitos han castigado a la generación mejor preparada de toda la historia de Canarias a no tener un horizonte claro para su futuro. No ya a corto plazo, sino a medio o largo.

 

Pesimismo e impotencia al ver, vivir y sufrir como nuestros hijos, nietos, familiares o cualquier otro joven se vería abocado a emigrar o sufrir las consecuencias del hambre y la miseria. Unas condiciones de vida desconocidas para ellos ya que hasta ahora han podido disfrutar de unas comodidades y adelantos tecnológicos que difícilmente puedan aplicar a la supervivencia como a las que tuvieron que adaptarse nuestros antepasados cercanos de padres o abuelos hasta la llegada del boom del turismo de los años 60-70. Los que peinamos canas sabemos de lo que hablamos ya que conocimos y “vivimos” algo de aquello.

 

En plena tertulia, con las lógicas críticas a los políticos por la corruptela y el pasteleo que se tienen con esta particular democracia, cargábamos con los que dicen representar a Canarias por su destacada cobardía en su defensa además de anteponer su denigrante pleitesía a sus jefe de filas de sus particulares partidos antes que cumplir con sus votantes canarios. En medio de la terapia de grupo alguien destacó el “ruido de sables” que han levantado algunos viejos guerreros por la posibilidad que Cataluña lograra su independencia. En esa estábamos cuando un compañero nos relató que había leído un libro del escritor László Passuth, 'El Dios de la lluvia llora sobre Méjico', estudio histórico que trata sobre la invasión española a Méjico, con sus huestes mercenarias, hechos que terminan por formar parte de su controvertidas genocida historia con sus gloriosas hazañas “culturales” por esos imperiales mundos de SU Dios del que Canarias sigue formando parte.

 

Pero lo que me llamó la atención fue que en dicho libro el escritor narra el cómo los guerreros aztecas no le temían a las armas de fuego de los españoles, sólo temían la lucha cuerpo a cuerpo por la pestilencia que despedían sus cuerpos por falta de aseo, por su conocida alergia al baño. O sea, unos guarros de cojones.

 

Escuchado esta narración me vino a la cabeza alguna anécdotas vividas no hace mucho por familiares cercanos y por mi mismo en época no tan lejana. Por lo que llego a la conclusión que esta aberración al agua o hidrofobia pudiera ser cuestión de genética.

 

- Tamarant – 22.10.2012