Dignidad soberana
Francisco
R. González Alonso
[Frente al descalabro social que sufrimos los canarios
por no disfrutar de los bienes generados por el turismo, ni de los impuestos por
el tráfico aéreo y marítimo, así como de sus productos agropecuarios y
minerales, no podemos continuar como si nada ocurriera. Ha llegado el momento
de enfrentar democráticamente la necesidad de alcanzar nuestra soberanía con
firmeza y fe en un destino mejor para nuestros pueblos insulares.]
Una
de las funciones más excelsas del ser humano es vivir con dignidad, y esta
consiste en despreocuparse de sí mismo y preocuparse más por quienes viven en
nuestro entorno existencial.
Vivir
sin dignidad es auto apreciarse de ser indigno y desde el punto de vista
político, en nuestras queridas e inolvidables Islas Canarias, hemos apreciado
que han proliferado líderes indignos defendiendo un falso nacionalismo
displicente, que nos ha conducido a una lamentable desunión fragmentada por
egoísmos personales. Como dijera Confucio, la conducta asumida por los líderes
del falso nacionalismo que nos han gobernado, es fruto del egoísmo agnóstico,
no es el de preocuparse por los demás. La falta de una justa responsabilidad colectiva
de nuestros gobernantes ha transgredido de tal forma nuestra convivencia, que
hoy Canarias vive en un descalabro social teñido de un oscurantismo político
propicio para pescar en el río revuelto de la corrupción. El interés personal
es lo que importa políticamente, el bienestar común brilla por ausencia, y esa
es la principal causa de nuestro malestar reinante.
La
falta de responsabilidad política de nuestros falsos nacionalistas en
connivencia con el poder central español, han conducido a nuestros pueblos
insulares por la intimidación, a una total indiferencia política. Solo han
estimulado el desinterés en nuestra gente humilde que ha vivido en una perenne
discriminación socio-política, para tratar de mantenerla en una nebulosa mental
sin aspiraciones personales. Es tal su adaptación a permanecer indiferente, que
no se da cuenta de su inopia mental. Por tal motivo, no me canso de señalar que
es necesaria una cruzada cívica de boca en boca, que despierte los estímulos de
nuestra canariedad.
En la
"Declaración de Derechos Humanos" de las Naciones Unidas
"ONU", toda persona tiene deberes respecto a la comunidad que
pertenece, el de aplicar a sus bienes y actividades un fin social. ¡Qué lejos
están nuestros falsos nacionalistas de tan importante principio social! Esto me
hace recordar la respuesta de uno de tantos falsos nacionalistas que proliferan
en cierto partido político, que hace tiempo gobierna dándole la espalda al
pueblo canario, cuando le pregunté en qué partido militaba y me contestó que en
el "TPM". Yo le pregunté qué partido es ese ya que con esas siglas no
conozco ningún partido político canario, y... con gran cinismo me respondió: Yo
soy del "TPM" "todo para mí". Esta ha sido la filosofía
política de nuestros falsos nacionalistas que ya llevan muchos años enchufados
en el irrisorio y contaminante poder autónomo de Canarias.
No
caben dudas de que el egoísmo individual se ha fortalecido en el seno de
nuestros falsos nacionalistas, para disfrutar a sus anchas de lo mal habido.
Ese es el carcoma político canario que ha devorado millones de millones de
euros generados por el turismo y el tráfico internacional aéreo y marítimo, con
el aval de las políticas draconianas aplicadas por el poder central español, y
el ¡amén! sumiso e interesado de nuestro falso poder autonómico, justificando
así el viejo refrán "no hay mejor cuña que la del mismo palo" para
resquebrajar la conciencia de un pueblo noble y envilecer sus ideales de
libertad.
Frente
al descalabro social que sufrimos los canarios por no disfrutar de los bienes
generados por el turismo, ni de los impuestos por el tráfico aéreo y marítimo,
así como de sus productos agropecuarios y minerales, no podemos continuar como
si nada ocurriera. Ha llegado el momento de enfrentar democráticamente la
necesidad de alcanzar nuestra soberanía con firmeza y fe en un destino mejor
para nuestros pueblos insulares. Así como nos han infundido la fe cristiana
para alcanzar el cielo prometido, nuestros líderes políticos auténticos, deben
iniciar una gran cruzada cívica nacionalista, para generar la fe necesaria en
la mente de nuestros pueblos insulares en pro de la
independencia.
Solo
la independencia nos permitirá disfrutar de nuestro erario natural como es
nuestro clima primaveral, que nadie podrá quitarnos sino solo Dios, para que
nuestras Islas Canarias siempre sean visitadas por todo el mundo. A esta
condición climatológica que el Dios Todopoderoso nos asignó, también añadimos
las riquezas incalculables en el subsuelo terrestre y marítimo de Canarias que
la hacienda del poder colonial nos está arrebatando.
La
celebración del "Día de Canarias" desde que fue decretado solo ha
servido para tergiversar nuestra canariedad, no para
potenciar nuestra identidad nacional como pueblo, el cual permanece sometido al
poder colonizador que nos arrebató nuestra libertad desde hace más de cinco
siglos.
El
ser humano sólo se siente con dignidad, cuando se manifiesta en favor de los
demás seres y expresar libremente sus sentimientos de confraternidad y
solidaridad. Dios Omnipotente nos creó con el libre albedrío de poder
participar y vivir soberanamente.
El
Día de Canarias debe ser para manifestar nuestra canariedad
y disfrutar de nuestra libertad que aún no tenemos. Desde la diáspora canaria
que ya conocemos la libertad de acción, les manifestamos: ¡Despierten canarios!
¡Despierten!; para vivir con dignidad soberana, como hoy día viven los pueblos
latinoamericanos que se emanciparon del poder colonizador hispánico hace más de
dos siglos.
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