Pero, ¿tan difícil es ser honesto en política?

 

Cándido Quintana ©

 

 Pena de País, España, inmerso en una crisis económica de la que cuesta y costará demasiado salir, porque, a pesar de lo que alegan algunos listos directa o indirectamente relacionados, la corrupción y el dinero malversado o mal empleado, han socavado profundamente nuestra economía. Y digo también costará, hablando en futuro, porque no hay día que pase en que esas magnas cifras de mierda y las tramas que las provocan, no se vean incrementadas para tensionar aún más la ya precaria situación.

 

 Centro este artículo en políticos en activo o que lo han estado en la última década, aunque al pairo de ellos, como no podía ser de otra manera siguiendo su asqueroso ejemplo y provecho, incluya también a funcionarios de todo tipo  que se han prestado de oficio y con beneficios, a las jugadas. El mapa de la corrupción en España cada vez se extiende más, traspasando fronteras sólo para escabullir las tenencias financieras, por razones obvias. O sea, que ciertas entidades financieras están mordiendo esa tajada deshonesta que ha dejado, y continúa dejando, a muchas familias de este País en precario, por lo que mucho tienen que ver también con la crisis.

 

 Allá por el pasado mes de abril habían unas 1700 causas abiertas, con más de 500 imputados en esos procedimientos, si bien apenas una veintena de ellos cumpliendo condena, ¡de risa! Por todo esto, por lo que nos estamos jugando y por su manifiesta relación con la gravísima crisis que atravesamos, debería informarse al Pueblo -a diario-, tal y como hacen con otros capítulos, de las maquiavélicas cantidades, parciales y totales, nombres de personas y partidos políticos a los que pertenecen, con porcentajes de participación en estas cifras “macroeconómicas”, para saber a qué atenernos y obrar en consecuencia, más allá del voto si fuese necesario.

 

 No sé si Baleares sigue a la cabeza o quienes, mucho hemos oído de Levante y Cataluña, y más recientemente de Andalucía, por los ERE, aunque también saltan otras Comunidades. Este último affaire, el de los ERE, no termina de sorprendemos, aunque da la sensación que los partidos mayoritarios actuales, que ojala no lo sean por mucho tiempo, se están repartiendo tanta mierda que han entullado al País, en un “a ver quién gana en corruptelas varias”. Y dentro de esas “mal olientes listas negras”, algunos exministros, como Manuel Chaves o Magdalena Álvarez.

 

 Y claro, uno no se puede olvidar de esta última, siendo ministra de Fomento, lo que en alguna reunión de Colectivos se habló, y no lo digo por cebarme de nuevo con un PSOE que cada día entierra más su cabeza, y a la encuesta de intención de voto me remito, sino por su ferviente apoyo a la construcción del dañino e innecesario puerto de Granadilla. Nos planteábamos porqué lo hacía y que razones tendría, ya que Cristina Narbona, anterior responsable de Medio Ambiente, ya había reconocido lo nefasto que era. Claro, tras su imputación y detección de cuentas en paraísos fiscales, cualquier cosa se puede pensar, esperemos que la investigación aporte algo, para seguirle los pasos.

 

 Delitos, ¡todos!, prevaricación, cohecho, tráfico de influencia, malversaciones, negociaciones prohibidas a funcionarios, blanqueo de capitales, apropiación indebida, fraude, estafa, falsedad documental, delitos contra el medioambiente, cualquiera de ellos vale para engrosar las deleznables cifras. Una ristra de medallas de “chapapote” para unas personas que no nos merecemos, que han estado al timón de las naves de este País proa al marisco. A nadie le debería extrañar, entonces, que con estos mimbres tengamos ahora la cesta rota y con demasiada mugre.

 

 Y, ¿por qué tan pocos en prisión en la actualidad? No olvidemos que son ellos mismos los que hacen las leyes y que ante tanta mierda, se auto protegen. Por otro lado, infra dotar a la Justicia para eternizar los procesos y hasta hacerlos prescribir, no les es muy difícil. Destruir pruebas siendo dirigentes y teniendo a su disposición fuerzas de seguridad, ya me dirán, y lo que haga falta. Por ello, cuando uno recibe un whatsapp como el de hace unos días, diciendo que no hay cárceles suficientes para tanto político sinvergüenza, ni siquiera poniendo en libertad a los presos que actualmente las ocupan, le das credibilidad.

 

 De regreso a mi tierra, a Canarias, a Tenerife, percibes velocidades de vértigo, perdón de tortuga, en tramas que, de rematarse, nos situarían en los puestos de cabeza del ranking nacional de corrupción. Creo, y asómbrense, que ya hemos duplicado el número de políticos en prisión, de uno, el cabeza de turco Dimas Martin, hemos pasado a dos, ¡casi nada! Aunque la mayor parte de las gentes de aquí, tiene claro que ese número tendría que haberse multiplicado por varias unidades, para ajustarnos a una realidad más tangible. Méritos hay de sobra para ello.

 

 Pero, al contrario, seguimos dándole hilo a la cometa y no se entiende, a pesar de los cambios de jurisdicción, con el ejemplo de la Trama de la Playa de Las Teresitas lo vemos claro. Fue en el año 2001 cuando el Ayuntamiento de Santa Cruz compró, al mayor precio posible y con argumentos estúpidos, el frente de playa, que ya se sabía que era de su propiedad ¿? Ha transcurrido la friolera de 13 años, ¿hasta dónde vamos a llegar? ¿Hay suficiente hilo para sujetar la cometa o la terminaremos perdiendo, como algunos fervientemente desean? ¿Lograremos recuperar para las arcas públicas municipales, esas enormes cantidades de dinero que han volado miserablemente?

 

 La Justicia tiene la última palabra, pero el Pueblo exige mayor premura, no en vano sus carencias son demasiadas. Y necesita que se actúe de oficio, pues están vulnerando el interés general. Esperar a que se personen acusaciones particulares, para llegar a buen puerto con la agilidad que una causa tan importante requiere, como ha sucedido con el García Cabrera, no por exitosa creo que proceda. En definitiva, se trata de restaurar el menoscabado INTERÉS GENERAL, y sólo una Justicia ágil conseguirá que ciertas tramas no sigan adormiladas en beneficio de ciertos sinvergüenzas. Las arcas públicas las hemos dotado -todøs- y son sagradas, aunque algunos listos las consideren anexos de su finca particular.

 

© Cándido Quintana