DESDE ESTA ORILLA DEL GUINIGUADA

 

CAMPAÑA POR UNA DICTADURA DEL DINERO

 

Félix M. Arencibia

 

Amigos, la campaña electoral, esa especie de circo ambulante, sigue su curso acelerado. Apenas se ha innovado en su modo y manera, poco podemos añadir con respecto a la que se realizó en la Alemania de los años 30.

Joseph Goebbels, jefe de propaganda del Partido Nazi, se copió de los métodos de publicidad estadounidense y sembró el país de carteles, panfletos, espacios de radio. Llevó a Hitler y su séquito por toda la nación germana predicando la buena nueva en aviones, trenes y autos. De esta manera consiguió el segundo puesto en el parlamento y luego ya sabemos lo que pasó. Hoy podríamos añadir a esos medios la televisión y las redes de internet. Además podríamos preguntarnos ahora que estamos en tiempo de crisis: ¿Cuánto se va a gastar con el dinero de todos?

Pero la pregunta básica que nos podemos plantear es: ¿Qué tipo de democracia votamos? Está clara por más que nos la pinten de los colores más llamativos ideados por los publicistas.

Llevaremos a las instituciones en su mayor parte a unos políticos que toman nuestro voto como un cheque en blanco. Piensan que lo pueden usar a su antojo, casi como un derecho de pernada, pues muestran con sus actos que consideran a la clase trabajadora una chusma que se merece el trato y el sueldo que gana. Eso del bien común ya ni lo nombran, están bien instalados. Esto es duro decirlo, pero la realidad se impone para nuestra desventura.

Esa clase política que aupamos al poder de manera casi perpetua se rodea de prebendas: sueldos elevados y pensiones vitalicias, aunque se excusen con que son menos que en otros lugares.

 En las cuestiones de corrupción no sabemos cómo se las arreglan para quedar impunes y no devolver los dineros. Pero sobre todo están enteramente subordinados al gran poder económico para el que se financian macro obras, muchas de ellas son inútiles o un despilfarro de un lujo impropio (aeropuertos, puertos, expos, alta velocidad…). Por otro lado escatiman dinero a los problemas sociales, la educación y la sanidad pública. Estas últimas las deterioran de tal manera hasta convertirlas en buen negocio subvencionado en las manos privadas de sus aliados.

Les votamos para que estén al servicio de esas élites especuladoras y codiciosas. Ahora que han provocado la crisis, esos dirigentes nos recortarán el sueldo, la pensión, las leyes laborales, los temas sociales. A los verdaderos responsables les premian no cobrándole los impuestos mínimos que se les ponen, no vigilando los paraísos fiscales. No importa que se mueran los pobres en las calles de frío y hambre, como está pasando en nuestro archipiélago, porque no hay medios para ellos, los consideran la escoria del sistema. Ellos, junto con los especuladores, son los elegidos por Dios para nadar en la abundancia. Nosotros elegimos a estos representantes que se dejan mandar mansamente por los nuevos señores feudales del FMI y la BCE instrumentos del capitalismo más salvaje.

Concluyendo, no sería bueno para nuestra salud ética, física y financiera votar a los partidos actores del tripartito en las islas, los estatales y autonómicos, anclados en el poder y ejerciendo su caciquismo de naftalina.

Podríamos votar a los que se unan en una izquierda progresista, nacionalista y socialista. La verdad es que el sistema lo han emponzoñado tanto que podría hasta ser conveniente votar nulo, no en blanco que anda muy gastado, con frases que expresen la oposición a esa dictadura del dinero. En cuanto a las listas de senadores también anularlas con alguna expresión que enuncie el despilfarro inútil como a su vez lo es toda la campaña. Para conseguir una verdadera democracia, una democracia real hay que cambiar nuestra mentalidad y las de los políticos que se creen con todos los derechos por el mero hecho de que introduzcamos una papeleta en una urna. Esto es una simple reflexión, amigos, ahora que cada uno haga lo crea más conveniente. Salud.

Les dejo con unos versos de Pablo Neruda:Queda prohibido no sonreír a los problemas, / no luchar por lo que quieres, / abandonarlo todo por miedo…”.