Canarias y su pueblo no tienen por qué pagar deuda alguna.

 

 

Isidro Santana León

 

Que la pague el colonialismo español que es quien la ha creado. Las colonias y sus pueblos siempre están sujetos e indefensos ante las decisiones de las potencias dominantes, por lo que todo negocio y relaciones que éstas emprendan con otros países o entidades, cualesquiera que sean, eximen a los países subyugados de responsabilidad alguna, llámense de préstamo, pactos militares u otros acuerdos donde la soberanía de los pueblos colonizados no ha contado para nada. 

 

El pueblo canario ha sido un convidado de piedra en todas las empresas y decisiones capitalistas y militares del reino de España y en todos los contratos –como le llama Paulino Rivero al marco de relaciones coloniales existente con la metrópoli–, motivo por el que debemos oponernos frontalmente a que detraigan de nuestro PIB, de nuestros servicios sociales y de nuestros ahorros, un solo euro para pagar los devaneos mafiosos y caciquiles de la laya política colonialista. España no representa a Canarias y, por ende, tampoco los políticos administradores del hampa, aunque quieran justificar su legitimidad mediante una constitución prefabricada, adulterada y disfuncional. En modo alguno puede el sistema colonialista argumentar la integración de Canarias en el Reino, porque previamente nuestra nación no ha ejercido su derecho a la descolonización e independencia para poder consultarle, desde la auténtica soberanía, si quería participar en el club de los mercaderes o no. España arrastra a su pueblo hacia la esclavitud, pero a la nación canaria la ha sometido a una esclavitud, incluso moral, más de cinco siglos. Nunca nos interesó España, ésta siempre fue enemiga de Canarias y de su pueblo; ésta ha sido el impedimento a nuestro desarrollo, de nuestra prosperidad y de nuestro bienestar. No somos parte integrante del Reino, ni cultural, ni antropológica, ni etnográfica ni geográficamente y por eso nuestros intereses se confrontan saliendo siempre perjudicado el pueblo canario, porque somos una parte forzada en su empresa. Además, según las cifras de la “deuda”, Canarias es una de las naciones menos deudoras y, como premio por su austeridad, se la obliga a pagar “solidariamente” los desmanes de los caciques de otras partes del Reino. Debemos y tenemos que negarnos al pago y, si queremos sobrevivir, independizarnos de la metrópoli porque ésta no abonará jamás su deuda y por razones de honor. No es cuestión de patrioterío, éste lo ejerce el Borbonato mediante la sinfonía de los medios de difusión amarillos, intoxicadores y colaboracionistas, pagados con dinero del vulgo: es un asunto de supervivencia.

Si otros países soberanos en el mundo se han negado a pagar la deuda o la han renegociado adquiriendo flexibilidad para cumplir el compromiso –es contrario a los derechos humanos llevar a los pueblos a la esclavitud–, menos la tiene que asumir Canarias, dado que no la ha ocasionado desde su voluntad –desde su soberanía–, siendo de justicia la negativa a ese compromiso que adquirieron los bancos de la metrópoli con la complicidad de sus políticos corruptos. Canarias debe presentar la insumisión fiscal y desgarrarse inmediatamente de España. Los paraísos fiscales están llenos de dinero defraudado a los pueblos, cantidades que, sin duda, le harían frente a la deuda existente creada por los especuladores; pero se niegan los estafadores a que les toquen el botín saqueado al erario público, considerando legal la evasión y de su propiedad los miles de millones de euros soterrados, todo gracias a la imparcialidad de los jueces y al bien hacer de los fiscales anticorrupción y de los representantes del pueblo. Sin embargo, sí hay una deuda histórica que tiene que saldar España con Canarias: el secular sojuzgamiento colonial.

 

Al presidente Rivero habría que decirle que el mejor contrato con España es romper el mismo y después, si el pueblo quiere, que firme otro desde la soberanía –bilateralmente–, asunto que no nos convendría con un país en bancarrota y que, aunque Europa coja las riendas de su soberanía imponiéndole un gobierno de autócratas –de facto ya lo tiene– tiende a la desmenbración. ¿No habló el Presidente de Canarias de rebelarse?… pues empiece usted mismo, don Paulino, diciéndole al gobierno de España que Canarias se niega a pagar. No mande al pueblo a la rebeldía para que le concedan cuatro perras; predique usted con el ejemplo y plántele cara al colonialismo, como lo hace Cataluña –me da envidia sana por el honor que demuestran los catalanes– y dígale al gobierno proxeneta español que los canarios no pagamos porque la deuda no es nuestra. Le advierto que hay una solución a corto plazo: pídale un préstamo a China para que Canarias pague la parte de la deuda que le corresponde, poniendo como condición la independencia de nuestra patria, y amortícela mediante contratos con el gigante asiático, pues tiene sus ojos puestos en la capacidad logística de Canarias para sus operaciones comerciales en el continente africano (por ejemplo, se podría ceder parte de la ZEC y otras infraestructuras que precise) que, con total seguridad, creará un movimiento económico en Canarias sin precedentes en su historia. No obstante, si le indico China como potencia es porque, además de ser un país serio, no es conflictivo. De hecho, España anda detrás de esta potencia para que le compre deuda, mostrándose, la misma, reticente por la involución económica.

 

De la fuente de ingresos que generaría la actividad portuaria por la presencia de China en Canarias, y que arrastraría a mover otras áreas de la economía, se podría poner en marcha lo que se debió hacer hace 500 años: diversificar los sectores productivos intensificando los primarios, donde las asambleas públicas vigilen todo movimiento de capitales que giren en torno a estos sectores (así se acabará con los intermediarios e importadores que compiten con nuestras producciones para sus fines particulares y egoístas); lanzar los proyectos energéticos, que todos sabemos que existen y que son planes viables para las particularidades de nuestra nación y que lograrían la autosuficiencia; hacer las debidas inversiones en I+D+I y le garantizo –sin tener yo ni puta idea de economía– que el Producto Interior Bruto de Canarias crecerá en muy poco tiempo de forma brutal y si articulamos un estado de justicia social la renta per cápita de los canarios estaría por arriba de la de los alemanes. Yo no entiendo de economía, pero si veo de forma diáfana que el gobierno que se dice de los canarios es una orden mendicante siempre a la espera de alguna subvención tras arrodillarse reiteradamente.

 

¿De qué tiene miedo el Gobierno de Canarias, de equivocarse y que nuestra empresa nacional no salga según los planes? Lo que sí es absoluto es que España se hunde, porque así lo manda el lastre de su deuda, y Canarias puede quedar a flote porque es una embarcación que se puede achicar con facilidad dado su puntal, eslora y manga. De todas formas, se apareja usted, don Paulino, con un gobierno españolista como es el de Andalucía –en vez de hacerlo con Cataluña y Euskadi– para, como dos niños buenos y cumplidores, ir a confesarse con el reverendo estado y decirle que se han portado bien, mejor que los otros, y que, por eso, merecen menos penitencia. Comulgue, comulgue usted, para que su alma vaya al cielo, aunque las piedras de molino las engullimos el pueblo. De su prodigiosa mente también depende nuestro futuro, así que ¡arre...! 

 

 

17/09/12