[…He condenado a los
palestinos responsables del lanzamiento de misiles y cohetes a Israel. Están
dando fuelle a las llamas del odio. Me opongo a todas las manifestaciones de
violencia… Los misiles, las bombas y la crudeza del insulto no son parte de la
solución. No hay solución militar…]
En las últimas
semanas hemos visto en todo el mundo una movilización sin precedentes por parte
de la sociedad civil contra la injusticia que supone la brutal y
desproporcionada respuesta Israelí al lanzamiento de misiles desde Palestina.
Si sumamos
todas las personas que se manifestaron pidiendo justicia entre Israel y
Palestina el pasado fin de semana en Ciudad
del Cabo, Washington, Nueva York, Nueva Delhi, Londres, Dublín, Sidney… y
todas las demás ciudades, ésta ha sido, probablemente, la mayor protesta
ciudadana por una misma causa en toda la historia de la humanidad.
Hace un
cuarto de siglo participé en concurridas manifestaciones contra el apartheid.
Nunca imaginé que volveríamos a ver de nuevo manifestaciones de ese calibre,
pero la afluencia de gente el sábado pasado [16-08-2014] en Ciudad del Cabo fue igual si no mayor. Entre los
participantes se encontraban jóvenes y ancianos, musulmanes, cristianos, judíos,
hinduístas, budistas, agnósticos, ateos, negros, blancos, rojos y verdes...
tal como cabría esperar de una nación dinámica, tolerante y multicultural.
Pedí a la
multitud que corease conmigo: "Nos oponemos a la injusticia que supone la
ocupación ilegal de Palestina. Nos oponemos a las matanzas indiscriminadas en
Gaza. Nos oponemos a la humillación a la que someten a los Palestinos en los
retenes y controles de carreteras. Nos oponemos a la violencia perpetrada por
todas las partes. Pero no nos oponemos al
pueblo judío".
Al inicio
de la semana, solicité a la Unión Internacional de Arquitectos, reunida en Sudáfrica,
la suspensión temporal de Israel de su organismo.
Supliqué a
los hermanos y hermanas israelíes presentes en la conferencia que se
desvincularan personal y profesionalmente de los proyectos y construcciones de
infraestructuras relacionadas con la perpetuación de la injusticia, tales como
el muro de separación, las terminales de seguridad, los puestos de control y
los asentamientos en los territorios palestinos ocupados.
Dije:
"Les ruego que lleven este mensaje a casa: cambiemos el rumbo de la
violencia y el odio sumándonos al movimiento pacífico para que la justicia
llegue a toda la gente de la región".
En las últimas
semanas, más de 1,6 millones de personas en todo el mundo se han unido a este
movimiento sumándose a una campaña de Avaaz que pide a las multinacionales que
se lucran de la ocupación israelí, y/o están implicadas en el abuso y la
represión al pueblo Palestino que se retiren. La campaña se dirige específicamente
al fondo de pensiones holandés, ABP; al banco Barclays, al proveedor de
sistemas de seguridad, G4S; a la compañía francesa de transportes, Veolia; a
la empresa de ordenadores, Hewlett-Packard; y la proveedora de excavadoras
Caterpillar.
El
mes pasado, 17[-08-2014] gobiernos de la UE instaron a sus ciudadanos a evitar
hacer negocios o invertir en los asentamientos ilegales israelíes. Además hemos sido testigos de la retirada de decenas de millones
de euros de bancos Israelíes por parte del fondo de pensiones holandés, PGGM;
de la desinversión de G4S a través de la fundación Bill y Melinda Gates; y de
cómo la Iglesia Presbiteriana de los EE.UU. ha sacado unos 21 millones de dólares
de HP, Motorola Solutions y Caterpillar.
Este
movimiento está cobrando fuerza.
La
violencia engendra violencia y odio, que sólo engendra más violencia y más
odio.
Nosotros,
los sudafricanos, conocemos bien la violencia y el odio. Comprendemos el dolor
que supone ser los apestados del mundo, cuando parece que nadie te entiende ni
tiene el deseo de escuchar siquiera cuál es tu punto de vista. Nosotros venimos
de ahí. También conocemos los beneficios que, con el tiempo, trajo el diálogo
entre nuestros líderes; cuando fueron levantadas las prohibiciones sobre las
organizaciones etiquetadas como "terroristas" y sus líderes,
incluyendo a Nelson Mandela, fueron liberados del encarcelamiento, del destierro
y del exilio.
Sabemos que
cuando nuestros líderes comenzaron a dialogar, la justificación de la
violencia que había arruinado nuestra sociedad se disipó y desapareció. Los
actos de terrorismo perpetrados tras el inicio del diálogo, como los ataques a
una iglesia o a un bar, fueron condenados casi universalmente, y el partido
responsable se resintió en las urnas.
La euforia
que siguió a nuestra primera votación conjunta no fue del dominio exclusivo de
los negros Sudafricanos. El verdadero triunfo de nuestra solución pacífica fue
que todos nos sentimos incluidos. Y más tarde, cuando presentamos una
constitución tan tolerante, compasiva e inclusiva que habría hecho que Dios se
sintiera orgulloso, todos nos sentimos liberados.
Por
supuesto, ayudó que contáramos con un conjunto de líderes extraordinarios.
Pero lo que
forzó definitivamente que estos líderes se sentaran en torno a la mesa de
negociaciones fue el cóctel de persuasivas herramientas no violentas
desarrolladas para aislar a Sudáfrica económica, académica, cultural y psicológicamente.
Llegados a
cierto punto el gobierno se dio cuenta de que el coste de intentar mantener el
apartheid sobrepasaba sus beneficios. En los 80, la suspensión del comercio con
Sudáfrica por parte de empresas multinacionales sensibilizadas fue una de las
claves que permitió doblegar el apartheid sin derramar sangre. Esas empresas
entendieron que contribuyendo a la economía sudafricana eran partícipes del
mantenimiento de un statu quo injusto.
Aquellos
que continúan haciendo negocios con Israel, contribuyendo a mantener un sentido
de “normalidad” entre la sociedad Israelí le están haciendo un flaco favor
a los pueblos de Israel y Palestina. Están formando parte de la perpetuación
de un statu quo absolutamente injusto.
Aquellos
que contribuyen al aislamiento temporal de Israel están diciendo que tanto
Isralíes como Palestinos tienen el mismo derecho a la dignidad y la paz.
Por último,
los sucesos en Gaza del pasado mes [de julio] servirán para demostrar quién
cree en la valía de los seres humanos. Se está volviendo cada vez más
evidente que políticos y diplomáticos no están siendo capaces de encontrar
respuestas, y que la responsabilidad para mediar una solución sostenible a la
crisis en Tierra Santa recae en manos de la sociedad civil y de los ciudadanos
de Israel y Palestina Además de la reciente devastación de Gaza, seres humanos
decentes de todas partes -incluyendo muchos en Israel- están profundamente
molestos por las diarias violaciones a la dignidad humana y a la libertad de
movimiento impuesta a los Palestinos en los retenes y controles de carretera.
Las políticas de ocupación ilegal de Israel, junto con la construcción de
asentamientos en tierras ocupadas complican aún más el ya difícil objetivo de
lograr un acuerdo futuro aceptable para todas las partes.
El Estado
de Israel se está comportando como si el mañana no existiera. Sus gentes no
tendrán las vidas pacíficas y seguras que anhelan –y merecen– mientras que
sus líderes perpetúen las condiciones que sostienen el conflicto.
He
condenado a los palestinos responsables del lanzamiento de misiles y cohetes a
Israel. Están dando fuelle a las llamas del odio. Me opongo a todas las
manifestaciones de violencia.
Pero
debemos tener muy en claro que el pueblo de Palestina tiene todo el derecho de
luchar por su dignidad y libertad. Ésta es una lucha que tiene el apoyo de
muchos alrededor del mundo.
No existe
problema humano irresoluble cuando los seres humanos aúnan sus esfuerzos con el
sincero deseo de superarlo. No hay paz imposible cuando la gente tiene la
determinación de lograrla.
La paz
requiere que las personas de Israel y Palestina reconozcan al ser humano que
habita en ellos y en el otro y entiendan su interdependencia.
Los
misiles, las bombas y la crudeza del insulto no son parte de la solución. No
hay solución militar.
Es más
probable que la solución proceda de esa caja de herramientas no violentas que
desarrollamos en Sudáfrica en los años 80 para persuadir al gobierno de la
necesidad de modificar sus políticas.
La razón
de que estas herramientas - el boicot, las sanciones y la retirada de fondos -
resultaran finalmente eficaces fue la existencia de una masa crítica que las
apoyaba, tanto dentro como fuera del país. La clase de apoyo del que hemos sido
testigos a lo largo del mundo en las últimas semanas en relación con
Palestina.
Mi ruego al
pueblo de Israel es que vea más allá del momento, que vea más allá de la
rabia de sentirse perennemente asediado, para ver un mundo en el que Israel y
Palestina puedan coexistir - un mundo en el que reinen la dignidad y el respeto
mutuos.
Requiere un
cambio de mentalidad. Un cambio de pensamiento que reconozca que el intento de
perpetuar el statu quo actual condena a las futuras generaciones a la violencia
y a la inseguridad. Un cambio de mentalidad que cese de interpretar la crítica
legítima a las políticas de Estado como un ataque al Judaísmo. Un cambio de
mentalidad que empiece en casa y se extienda por todas las comunidades y
naciones y regiones, llegando a la diáspora diseminada por todo el mundo. El único
mundo que compartimos.
Las
personas unidas en pos de una causa justa son imparables. Dios no interfiere en
los asuntos de la gente, esperando que crezcamos y aprendamos resolviendo
nuestras dificultades y diferencias por nosotros mismos. Pero Dios no está
dormido. Las escrituras Judías nos dicen que Dios tiene preferencia por los débiles,
los desposeídos, las viudas, los huérfanos, por el extranjero que libera a los
esclavos en el éxodo hacia la Tierra Prometida. Fue el profeta Amos quien dijo
que debemos dejar a la justicia fluir como un río.
La bondad
prevalece al final. La búsqueda de la libertad por parte del pueblo de
Palestino frente a las políticas de Israel es una causa justa. Es una causa que
el pueblo de Israel debe apoyar.
Nelson
Mandela pronunció aquella célebre frase donde dijo que los sudafricanos no se
sentirán libres mientras los palestinos no lo sean.
Hubiera
podido agregar que la liberación de Palestina liberará a Israel además.
Originalmente
publicado por:
http://www.haaretz.com/opinion/1.610687
Traducción
al español hecha por la comunidad de Avaaz.