El desmantelamiento de Canarias
Ramón
Moreno Castilla
Esa ha sido, por desgracia, la constante histórica de
esta tierra: el desarme paulatino de sus instrumentos económico-financieros y
fiscales, y el progresivo desmantelamiento de todo su sistema productivo. Lo
cual se enmarca en la perversa y maquiavélica política colonial española
durante los últimos seiscientos años que, por otra parte, ha sido el modus
operandi de España en todos sus enclaves de ultramar saqueando sus riquezas
naturales y arrasando con las señas de identidad de sus habitantes.
Justamente lo que
lleva haciendo el colonialismo medieval español en Canarias en todo este
tiempo, con el abyecto colaboracionismo -reitero una vez más- de los canarios
de servicio identificados ahora en el conglomerado mercantilista de CC y los
falsos nacionalistas del PNC, CCN, NC y otros, y en esos "franquiciados" del PSOE y PP, que forman parte del
impresionante aparato de Estado que opera en nuestro Archipiélago.
Por ello esa España
colonialista, retrógrada y decadente, repito, que aún sigue añorando el
imperio, posee un tenebroso know how producto de sus sangrientas
conquistas y masacres, y por la explotación y el expolio de los recursos
naturales de los territorios que conquistó por la fuerza de las armas, a los
que sujetó férreamente con toda clase de subterfugios político-jurídicos y
argucias legales. Esa conducta genocida ha sido la impronta de la acción
"civilizadora" y "evangelizadora" de España en Canarias,
cuya dominación perdura hoy en día. Somos la primera y última colonia española
(exceptuando las "plazas de soberanía" de Ceuta, Melilla e islotes
adyacentes, en territorio y aguas marroquíes), que se ha convertido, merced a
la integración de España en Europa, en una colonia time sharing
compartida por los 27 Estados de la UE. Y ese eufemismo de RUP ha
acentuado, más si cabe, nuestra dependencia colonial al convertirnos en un
encorsetado mercado cautivo, consumidor de excedentes comunitarios, y en una
denigrante y patética economía subvencionada; con el aparato productivo en
manos foráneas, y sin soberanía alimentaria, que ha sido sustituida por un
mecanismo supuestamente proteccionista, como es el Régimen Específico de
Abastecimiento (REA), que solo ha servido para el enriquecimiento de ciertos
conocidos importadores. Con una impuesta libre circulación de personas,
absolutamente devastadora, que ha supuesto, entre otras rémoras, convertir a
Canarias en el balneario geriátrico de Europa, en paraíso residencial de mafias
y "turistas" incontrolados, y en el prostíbulo gay de esta parte del
Atlántico. ¡¡Todos estos hechos son perfectamente constatables!! Otra cosa es
que los árboles no dejen ver el bosque.
Por tanto, cualquier
análisis riguroso y objetivo de la verdadera situación de Canarias en los
ámbitos socio-económico, político, cultural, etcétera, nos lleva,
indefectiblemente, a las siguientes conclusiones: primera, Canarias es una
anacrónica y descarada colonia española en África, cuya existencia actual es
contraria y opuesta a la doctrina y los preceptos del Derecho internacional
contemporáneo y a la Resolución 1514 de la ONU. Segunda, España, para seguir
manteniendo sine die lo único que le queda ya
del imperio más abajo de las Columnas de Hércules, ha institucionalizado el
colonialismo en el Archipiélago canario con el deleznable apoyo de los falsos
nacionalistas, pseudo empresarios y "hombres de negocios" sin
escrúpulos, que se benefician de la caótica situación. Y tercera, Canarias,
igual que en su día pagara un tributo de sangre, hoy sigue sufriendo el
insostenible y gravoso coste de la españolidad que afecta de forma onerosa a
todos los estamentos de nuestra sociedad.
Porque lo primero que
hizo España en Canarias (y hago abstracción de las exprovincias,
que hoy son felizmente Estados libres y soberanos en el concierto
internacional), fue impedir a toda costa el desarrollo de la colonia con un
intervencionismo feroz y un infranqueable entramado político-jurídico que ha
impedido que los canarios levantáramos cabeza. Ni la Ley de Puertos Francos de
Bravo Murillo promulgada en 1852 fue la panacea, ni el actual Régimen Económico
y Fiscal, establecido por la Ley 30/1972, modificado por la Ley 19/1994, ni la
propia RIC, han servido en absoluto para el desarrollo y despegue económico de
Canarias. Los Puertos Francos, porque sus efectos beneficiosos -que duraron
hasta bien entrado el siglo XX- perdieron su atractivo como incentivo fiscal
con la implantación del REF y el mercado único europeo; y porque una nueva
modificación del propio REF está supeditada a lo que determine la Comisión
Europea, y no a lo que decidamos los canarios.
Respecto al sector
bancario, Canarias ha pasado de tener bancos y cajas
de ahorros propias a depender (¡¡que es lo que interesa!!) de la Banca
española. Recuérdese que el Banco de Canarias, creado por el eximio don Matías
Vega Guerra, fue vendido al Banco Central de la época; y que el Banco de las
Islas Canarias, constituido a partir de una operación de ingeniería financiera
con la compra de la banca catalana Garriga Nogués, y
con implantación en todo el Archipiélago, fue entregado, incluida su amplia red
de sucursales, a La Caixa. Y ahora, para completar el
expolio y seguir con el depredador drenaje de nuestros recursos, CajaCanarias de Tenerife, y la Caja Insular de Las Palmas,
han sido absorbidas por Banca Cívica y Bankia,
respectivamente, que controlarán sectores estratégicos de nuestra economía
(como las energías eólica y solar), aparte del daño causado a las empresas
canarias de diversos sectores que ven cancelados sus contratos en beneficio de
compañías de fuera. Con el agravante, de que los impositores de dichas Cajas,
que han gozado de gran predicamento entre la población canaria por su cercanía
y meritoria labor social (aunque estuvieran politizadas), ven cómo todos sus
ahorros y activos financieros son gestionados desde la metrópoli, aunque se
sigan manteniendo astutamente las marcas de dichas entidades.
Lo mismo pasó con Unelco, verdadero buque insignia del sector eléctrico
canario, que ha pasado a manos de Endesa; con las industrias tabaqueras; con el
sector pesquero e industrias afines; ¡¡y hasta con el espacio radioeléctrico
canario!! como se ha visto.
Y no digamos nada del
sector primario, totalmente destruido, donde el colmo del bandolerismo llega
hasta la canallesca comercialización de tubérculos de Chipre o Israel,
haciéndolos pasar por papas canarias. Sin olvidarnos de la arbitraria
confiscación de los acuíferos, galerías, canales y pozos, para hacer más
difícil todavía nuestra precaria subsistencia. ¡¡Hasta esos insospechados
extremos llega la ignominiosa acción colonial española, y la de sus secuaces
caciques, en Canarias!! A todo esto hay que añadir el secular ostracismo y
abandono en el que han estado inmersas nuestras Islas durante décadas
propiciado por España, que nos ha mantenido a propósito aislados e
incomunicados, sin enlaces marítimos y aéreos propios, hasta hace bien poco. Lo
que ha impedido nuestra necesaria e imprescindible cohesión territorial y
social, haber podido consolidar nuestro mercado interno y, sobre todo, que los
canarios de todas las Islas se relacionasen entre si. ¿Cómo es posible que un
billete de avión a la "península" o a la misma Europa sea más barato
que un trayecto interinsular?
¡¡Y es que el
depredador colonialismo español, actúa en todos los frentes!! España ha
implementado en Canarias su "manual del colonialista" -del que tiene
el "copyright"- y lleva casi seis siglos subyugándonos mental,
cultural y económicamente, con la mayor impunidad. Pero lo cierto es que
Canarias, como la primera y más antigua colonia del mundo, tiene
derechos acumulados de sobra para exigir legítimamente su necesaria e
inaplazable independencia. ¡¡El Derecho internacional nos ampara!!