EDITORIAL
DESCONEXIÓN O
RUINA
No hay alternativas. España se
hunde, desesperada y arruinada. Incluso para quienes han creído hasta
ahora que la “madre patria” amamantaba a sus cachorros, la realidad es
demoledora: su querida patria es un dinosaurio que chapotea mientras se hunde
irremediablemente en el pantano. El instinto de cualquier madre, racional o
irracional, es poner a salvo a sus hijos para que intenten sobrevivir cuando
ella está condenada a muerte. Pero esta ‘madre’ es como Saturno que, aunque se
vea morir, quiere devorar a sus propios hijos, quiere arrastrarlos con ella a
la inmolación y el sacrificio.
La falta de buena gobernanza y
su espíritu depredador y corrupto, que se fue configurando a partir de su
expansión colonial en el Siglo XV en que se especializa en todo tipo de
técnicas de pillaje y expolio de riqueza fácil y materias primas, está cerrando
su ciclo demoníaco casi seis siglos después con el desmoronamiento de su Estado
y la pérdida de la poca soberanía que le quedaba.
Antecedentes del hundimiento
colonial español
El precedente histórico de esta
debacle española hay que situarlo en las primeras décadas del Siglo XIX, cuando
tras la invasión napoleónica y el posterior colapso de la monarquía de Fernando
VII, sus colonias americanas aprovecharon para poner en marcha sus procesos de
independencia. Aquí en Canarias, el Cabildo General de Gran Canaria
proclamó la independencia en 1810 y la Junta Suprema de Tenerife valoró la posibilidad
de anexionarse al Brasil, Estados Unidos, la Gran Colombia o Inglaterra, aunque
dichos pronunciamientos no prosperaron en ese momento histórico.
Pero hubieron otras coyunturas de
colapso de la monarquía española posteriormente: tras
su derrota frente a Estados Unidos en 1898 esta nueva potencia mundial
pretendió ocupar nuestras Islas, desistiendo por influencia de Inglaterra que
controlaba de hecho la economía canaria, y al comienzo dela
Segunda Guerra Mundial, ante el peligro de invasión nazi de España, el
Capitán General de Canarias, García Escámez, negoció
con Juan de Borbón la constitución de un Estado independiente canario.
España sólo nos ofrece ruina y
miseria
Tras la entrada de España en el Euro se produce una
década de bonanza ficticia de la economía española, debido a que dicha moneda
se construyó sin el imprescindible acompañamiento de una unidad fiscal y
bancaria. Los inversores internacionales cometieron el error de creer que tanto
España como el resto de los países periféricos de la zona euro tenían la misma
solvencia que Alemania por compartir su moneda. Así comenzaron a fluir
capitales hacia España que no se utilizaron para desarrollar una economía
productiva industrial o basada en la innovación, sino en el ladrillo,
generándose una burbuja inmobiliaria que estalló en 2008, catalizada por el
estallido de otra burbuja de similares características en Estado Unidos.
El escenario después de la batalla
es a grandes rasgos el siguiente: 800.000 millones de € de deuda externa
estatal, 2 billones de € de deuda bancaria y 800.000 millones de € de deuda
familiar privada. Es decir, ruina irreversible del Estado que debe entregar
toda su soberanía a la Unión Europea (Alemania) para que se haga cargo de este
desastre o abandonar la moneda única y volver a la escuálida Peseta, con una
devaluación de un 50 %, regresando a los tiempos de la autarquía franquista
anterior a 1960, con sus secuelas de pobreza, miseria, hambre y subdesarrollo.
Urge desconectarnos del
‘Titanic’ español
Ante el pavoroso escenario que nos espera dentro del
Estado español, con varias décadas de perspectivas miserables para nuestro
pueblo, Kanaria no tiene otra opción que
desconectarse económica, financiera, política y administrativamente del
‘Titanic’ español, si no quiere hundirse junto con él y con el agravante de que
para los canarios no habrá botes salvavidas.
Recordemos que en el Tratado de París
entre España y Estados Unidos, firmado tras la guerra de 1898, se estableció el
respeto para las propiedades de los españoles “naturales de la Península” en
sus antiguas colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, dejando abandonados a
los canarios.
Antes de que sea demasiado tarde
debe abrirse un amplio debate en el seno de la sociedad civil canaria, para poner
soluciones a esta grave situación. Debemos constituirnos en cabildos generales,
juntas supremas patrióticas y estados generales similares a la Revolución
Francesa, que desemboquen en una Asamblea Nacional Constituyente canaria, que
siente las bases de nuestra soberanía política, económica, fiscal y
administrativa, como única forma de proporcionar el bienestar y desarrollo que
nuestro pueblo se merece y demanda.
Demostremos que no somos una
generación perdida y cobarde, y trabajemos para ser recordados por haber
estado a la altura y haber afrontado con seriedad, determinación y valentía los
retos que la historia de nuestra Patria nos ha deparado en el momento actual.
Es nuestra obligación con nuestros hijos y las futuras generaciones. No podemos
morirnos con la vergüenza de haberlos defraudado.