¿Estamos
ante una sociedad en descomposición?
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Juan
Jesús Ayala
[…En
una sociedad inmersa en la ignorancia cuando se da pábulo a la mediocridad y
sometida a la esclavitud, cuando los mejores se encuentran perdidos y el gran
resto les ríe las gracias a los mediocres, hay que pensar que la descomposición
es evidente….]
Las contracciones que circulan a nuestro alrededor hacen
suponer que sí que estamos en una sociedad que ha finiquitado la modernidad, y
aunque muchos se titulen "modernitas", que son nuevos, que traen aires
de progreso tanto en la política como en la sociedad, se percibe todo lo
contrario. El pasado los ata y los pone en el escenario del mundo como
personajes emuladores de Polichinela.Desde el mandatario norcoreano con sus ínfulas
imperialistas o el ruso empeñado en la vuelta a la Guerra Fría, hasta el poderío
norteamericano que empieza a enseñar sus flaquezas con personajes de opereta
que aspiran a la Casa Blanca, como los que tenemos decidiendo qué hacer con el
Estado español, hay que pensar que los incordios, la mentira y el pitorreo son
los que viven al observar las majaderías que dicen y hacen.
En
una sociedad inmersa en la ignorancia cuando se da pábulo a la mediocridad y
sometida a la esclavitud, cuando los mejores se encuentran perdidos y el gran
resto les ríe las gracias a los mediocres, hay que pensar que la descomposición
es evidente.
Vivíamos
en el silencio acompañados de pensamientos capaces de poner erguido al ser
humano, lo cual duró bien poco, aunque ahora se nos dice que el hombre hay que
liberarlo, pero ¿cómo?
Difícil
cuando vivimos aturdidos por el ruido de un sinfín de palabras huecas y sin
sentido, perdidos en la muchedumbre, guiados por las antorchas de los
salvapatrias, personajes que siempre estimulan la risa, si es que aún quedan
ganas de hacerlo.
Recibíamos
del mundo pocos mensajes, pero hoy estamos bombardeados por ellos y atosigados
por palabras que circulan a lo largo y ancho del planeta y que no dicen nada,
que solo nos informan de que algo no va bien, ya que cuando se recurre a esa
manera de comunicación es que la soledad es desgarradora y se vive en un vacío
preocupante que se intenta llenar poniendo en circulación la memez soportada
por un aburrimiento desolador.
La
fuerza de la modernidad estaba basada en su apertura hacia una sociedad cerrada
y fragmentada, pero que se ha agotado, sobre todo, cuando se intensifican las
medidas para el control social puestas en práctica, y por ley, por aquellos
gobernantes que han sido incapaces no solo de cumplir sus promesas electorales,
sino que han elevado la mentira a su más alta categoría social.
Y
ahora en esta sociedad machacada, y con gran atrevimiento, se nos dice por unos
y otros que ha llegado, ¡por fin!, el hombre nuevo y que nos está tocando a la
puerta, cuando lo que se aprecia son los rastrojos de una huella vieja que,
indeleble, vive y que indica todo lo contario.