Derivada Cubillo
José
Antonio Infante *
Antes de ayer [30-10-2012] tuve la ocasión de ver y oír el estupendo reportaje
de Eduardo Cubillo y Oscar Guisoni, con la producción
ejecutiva de Ana Sánchez Gijón, emitido por Televisión Canaria. En 93 minutos
se desgrana el reflejo de la figura y los acontecimientos que rodearon la
azarosa vida entregada a Canarias de Antonio Cubillo Ferreira.
Yo conocía parte de los episodios, parte de las
versiones de lo que sucedió alrededor de su persona, en plena guerra fría y
durante esos años centrales de la oscura Transición, en la que, entre otras
muchas meteduras de pata, se entregó indignamente el inmenso territorio del
Sahara, y que viví en sus bocanadas finales acabando el bachillerato y
empezando la universidad. Pero lo que en aquel momento me quitaba el sentido
eran las pibas, la música y el fútbol; después, o entremedio, leía lo que podía
y me fui formando unas cuantas ideas. Supe que los servicios secretos
españoles, de la mano de Rodolfo Martín Villa, con el conocimiento de Adolfo
Suárez y otros muchos políticos españoles, habían armado un brazo que a la luz
de los hechos aparece como un poco ortopédico con el supercomisario Roberto Conesa, que acabó trabajando para el dictador dominicano
Leónidas Trujillo, y que por cierto cosechó una medalla de oro al mérito
policial, de sinvergüenza descontrolado o brazo culpable e interesado de la
ley, tipo Santiago Segura en el papel -inspirado en funcionarios de aquel
tiempo, bautizado en la saga como José Luis Torrente- machista, racista,
franquista, ultranacionalista, fascista, jingoísta, zafio, aficionado a las
prostitutas, bebedor, consumidor de un poco de droga tomada con rigurosa
mesura, según él, fan de El Fary y seguidor del
Atlético de Madrid, manejando las marionetas -Espinosa, Alfonso, Cortés- que
finalmente atentaron de forma rastrera y cobarde contra el líder del MPAIAC en
un crimen de Estado reconocido por el mundo entero.
Incluso con la implicación de los servicios secretos
alemanes, inducidos por intereses turísticos y de aseguradoras, y por los
rebufos o rebotes del seguimiento de la facción del Ejército Rojo denominada
Banda Baader-Meinhof (apellidos de sus dos
componentes más significativos), lo que no imaginaba en ese punto concreto era
la posible participación de la CIA en una especie de juego cruzado para forzar
a España a entrar en la OTAN.
Es decir, que aunque usted sea, analizado desde el
punto de vista más neutral y distante que yo pueda imaginar, alguien que en
este momento lee mi artículo, partiendo, eso sí, de la base de que ama a las
Islas Canarias, preocupándole el progreso y bienestar, presente y futuro de
todos nosotros y de nuestros hijos, y piensa que esas batallitas le sucedieron
a una persona física y a un grupo concreto, que acertada o equivocadamente
lucharon, conste que renunciando a sus propias vidas, para dejar atrás la
Canarias dependiente, arrinconada y mendicante que conocemos hoy en día, y sea
hasta cierto punto una historia que le pueda parecer ajena o del siglo pasado,
tiene que convenir conmigo en que puede ofrecerle conclusiones y constancias,
por lo menos en cuanto a la importancia de los muchos intereses que giran
alrededor de esta tierra.
Nada es inocente en el guion
que se nos asigna y poco ha cambiado. Aunque el fenómeno de la rebelión
desafiante protagonizada en primera persona por Cubillo se estuviera
produciendo hoy, el contubernio que se organizaría alrededor sería similar o
equivalente. Entrarían al trapo intereses de potencias como China, Rusia, EEUU,
Marruecos o Argelia y, por supuesto, Europa. África seguiría pintando poco en
sentido integral y geoestratégico, porque continúan siendo muy manipulables, y
en la espera por los hermanos latinoamericanos podemos echarle hilo a la
cometa.
Por lo tanto, mi opinión es que más allá de las
inclinaciones doctrinales de cada cual hay que perseverar en identificarnos
como el pueblo que somos para poder denunciar y combatir las tropelías que con
Canarias se cometen. Una de ellas, que no hay nadie que pueda rebatir, es que
la economía en la que han encajado al archipiélago es totalmente deficitaria
-mire, por favor, cualquier indicador-; un híbrido a medio camino entre el
territorio con posibilidad de competir y la colonia explotada, denominada en el
argot europeo "ultraperiferia", que cuando las cosas van bien sobrevive
a costa de vender propiedades y que cuando van mal se hunde en el fondo del
océano.
"No hay camino que no tenga un fin"
(Seneca).