Con
España, ¿de qué vamos a vivir…?
Isidro
Santana León
[Hay dos
opciones: seguir encadenados a España y hundirnos con ella o romper la cadena y
emprender nuestro rumbo. El pueblo canario tiene la última palabra: el pueblo
nativo canario.]
Esta pregunta me la hizo Edelvais,
que nunca se ha declarado independentista, aunque ha trabajado por la
independencia de Canarias más que algunos tantos que se ufanan de ello –por fin
comprendo que el amor es más fuerte que el odio–, y
la creí oportuna para un titular.
Efectivamente, cuando le dices a un canario asimilado
o a algún interesado colonialista que Canarias sería afortunada con la
independencia, te preguntan: ¿Y de qué vamos a vivir…? ¡Cuando no se sabe qué
se es, no se sabe qué se tiene! Observé, superficialmente, la partida que
España destina a su colonia africana, para que sus sometidos moros llenen de
hidratos de carbono el estómago y amodorren un poco más el intelecto, de los
que dice la Junta colonial que el 70٪ va destinado a gasto social y el
resto no se sabe. Groso modo, creo que 2700 millones para sanidad, 1700 para
educación y otros mil y tanto para el resto del mantenimiento administrativo
colonial.
Yo no tengo cifras para demostrar, pero sí
conocimiento –ojalá algunos compañeros expertos vayan
aportando datos rigurosos para que el pueblo canario se desengañe, me consta
que algunos, como Ancor Jorge Dorta, lo han hecho– de que sólo el puerto de La Luz de Las Palmas de
Gran Canarias deja rentas superiores que esta limosna que nos tiran, igual que
hueso al perro. Pero en Canarias ni la miseria fisiológica es capaz de
despertar la miseria síquica y moral de los canarios. ¡Se puede!, siempre hemos
podido y ahora también ¡pero con España no! Me siguió preguntando mi
interlocutora, que en caso de que se diera un conflicto o una catástrofe que
los barcos no pudieran arribar a las islas, ¿cuántos días nos duraría la
despensa de alimentos para la población? No creo que los politicastros que
gobiernan Canarias tengan en cuenta estas cuestiones, pues siempre están
ocupados con sus trapicheos y con acatar las directrices de la metrópoli. No lo
sé, pero teniendo en cuenta que no nos dejan producir más del 5٪ de
agricultura; que nos han desmantelado la flota canaria, para que la suplan
gallegos y otros españoles que cogieron esas licencias y, por ende, su base de
operaciones en los puertos canarios, pero que sacan las rentas de nuestra
nación; si miráramos que de los más de diez millones de turistas que nos
visitan anualmente no creo que se quede en Canarias ni el 12٪ del capital
que genera y un gran porcentaje de los puestos de trabajo están en manos de
foráneos; que el gordo de los aeropuertos canarios se destina a mantener
aeropuertos deficitarios como el de Barajas, en el corazón de la metrópoli, y
otros más; si miráramos que el agua que desalamos para abasto de la población
se hace con combustible fósil que tenemos que sufragar y que, además, este
recurso hídrico se ha convertido en un suculento negocio que está en manos de
empresas de dudosa reputación; que el dinero del consumo de los canarios lo
saca fuera de nuestra nación las grandes superficies comerciales y un largo
recorrido que habría que seguir haciendo, muy poquitos días durará la despensa
para la población.
Lo único cierto en una colonia es el colonialismo, y
éste es el que impide el desarrollo de la Nación canaria, el bienestar de su
población y el que pone en peligro la vida de la misma. España y sus esbirros
ultramarinos se oponen a que seamos autosuficientes: impiden que se pongan en
marcha proyectos que aprovechen las potencialidades de nuestra singularidad
geográfica, climatológica y estratégica; que planifiquemos una agricultura
diversificada, ganadería, pesca e industrialización derivada; que relancemos
nuestros recursos marinos, nuestras energías limpias, que contemos con una
hacienda propia, que tengamos un banco nacional y público, que mantengamos
relaciones comerciales y diplomáticas con otros países, incluso con los de
nuestro entorno (al respecto también me preguntaba Edelvais
por qué para ir a Marruecos o a Mauritania hay que viajar a Madrid y después
volver otra vez para abajo).
España es nuestra ruina, nuestra desgracia y nuestro
deshonor, y por eso hay que preguntarse: ¿de qué vamos a vivir, qué vamos a
comer? La gente se está muriendo de hambre y no es porque Canarias viva
independiente, sino por la gran dependencia interesada, creada por la metrópoli
hace más de quinientos años. En pro del
internacionalismo de zambomba, “dejemos que nuestra nación se vaya totalmente al
fondo en vez de ayudar a reflotarla”: el verdadero internacionalismo y
solidaridad con otros pueblos sólo se puede ejercer con eficacia desde la
soberanía. A aquellos que dicen que si queremos la independencia para que nos
gobiernen los mismos caciques, advertirles que estos caciques son los que nos
gobiernan y seguirán gobernando de por vida, si no logramos la independencia:
el caciquismo y la tiranía en Canarias es producto del colonialismo español. Es
hora de soltar amarras y que nuestro barco navegue solo; estamos en buenas
aguas, con vientos favorables y con un fructífero porvenir que nos espera pero,
reitero, para ello tenemos que cortar el cabo que nos sujeta a ese petrolero
que se parte, y que en su historia ha ido regando de sangre y miseria cada puerto
que ha tocado.
¿A qué hay que temer?, ¿a la libertad?; ¿temer a ser
uno mismo?, ¿a caminar, cuando podemos correr…? ¡Quítate el collar, canario!,
¡no lambucees más la corona representativa de parásitos y corruptos, escúpela!
¡No ladres, muerde! Puedes vivir sin amo, sin España, sin su pudrición… Nos
merecemos una vida y un futuro digno, ese que nos han negado secularmente
reduciéndonos a esclavos con infraestructuras. Un pueblo con orgullo no puede
asentir siempre ante los antojos abusadores de un sistema que por la fuerza se
impuso en nuestra patria. Digamos que no: ¡Canarias no es España! Hay muchas
naciones del mundo que esperan ese grito de todo el pueblo canario, clamor que
les alargará la sonrisa y a nosotros nos investirá de honor, futuro y prosperidad.
El colonialismo es una perversión de los derechos humanos. En la estructura
colonial no hay jueces imparciales, son parte del sistema; no hay policía para
el orden y la convivencia, ésta existe, no para defender los derechos y la
integridad de las personas, sino para salvaguardar los del sistema impuesto; no
hay empresarios profesionales sino estafadores; no hay políticos honestos sino
corruptos; no hay sindicatos de clase sino correas de transmisión del sistema
colonial; no hay clase obrera ni proletariado sino clase servil; no hay
educación sino adiestramiento; no hay información sino inoculación y
alienación…, en una colonia hasta el bocadillo que te conceden hiede a mierda.
Hay dos opciones: seguir encadenados a España y
hundirnos con ella o romper la cadena y emprender nuestro rumbo. El pueblo
canario tiene la última palabra: el pueblo nativo canario.
28/12/12
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