¿De
qué hay que asombrarse…?
Isidro
Santana León
Este chorizo del PP, el “Sr”
Bárcenas, que, de lo conocido, le ha estafado al
pueblo 22 millones de euros, no es más ladrón que el resto de los políticos de
esa maloliente España. El problema no es este caso ni el del clan de los
Borbones ni el los Pujol… Yo tengo asumido que lo que se ha visto hasta ahora
es sólo la punta del rejo del animal y todo lo que rodea a estos asuntos
pronostica que no se trata de un pulpito, sino de un diplodocus. ¡Qué pena!,
ahora que se estaba relajando la prima de riesgo con los inclementes recortes,
sobre todo, a la enseñanza y la sanidad pública; ¡qué lástima!, una vez logrado
que las patronales despidan a los trabajadores, en plena faena, y se vayan a
sus casas con una mano adelante y otra atrás; ¡qué dolor!, después de acertar
con tanta dentellada vampiresca a la garganta del
pueblo, mediante pagos, repagos, copagos y más pagos
¿se retraerán los mercados y dejaran de prestar dinero a un interés, como
mínimo del 5%, para pagar las deudas de los desmanes de quienes nos gobiernan,
al enterarse, “por la prensa”, que la corrupción política en España es un
incendio?... o, por el contrario, se relajará la prima de riesgo y subirá la
bolsa para suavizar la quema. Si se da la segunda premisa del silogismo, blanco
y en botella, leche: los mercados son los políticos. Todos, salvando las
poquísimas excepciones, están podridos; no porque nazcan así, porque
inexorablemente el sistema corrompe a todo aquel que entre a formar parte de su
juego.
Tanto alardeo de los gobiernos, de uno y otro color,
de contar con inexpugnables filtros fiscales y ya vemos para quien es
implacable el control sobre las rentas: para los gilipollas que tenemos una nómina
y que, de forma feudal, directa o indirectamente, nos meten la mano en la
cartera. Con la boca grande y el alma enguruñada, han
hablado los politicastros de reflotar la economía sumergida y ya vemos: la
mierda sale a flote solita… ¡es que hay tanta! Claro que, lo de perseguir y
sacar a la luz la economía sumergida, no se han referido nunca a las grandes
fortunas que se han fugado a los paraísos fiscales –de éstas dijo públicamente
el mamonsísimo Zapatero que sabía con certeza donde
se hallaban y a quienes pertenecen –, sino a la chapuza del carpintero, del
albañil, de los autónomo y PIMES que estrangularon hasta su desaparición, cuyos
padres y madres de familia optan por sobrevivir compitiendo con un sistema
cruel, injusto, inhumano y criminal, para llevarles el pan a sus hijos. Y yo
les animo a evadir el fisco porque este tipo de emprendeduría
“sumergida” activa un crecimiento real de la economía y hace que muchas otras
pequeñas empresas, que siguen pagando al fisco del Club Bilderberg,
se mantengan funcionales. En definitiva, defraudar al fisco del sistema no
tiene una consecuencia directa sobre el estado de bienestar porque, si el
gobierno pudiera controlar ese dinero que circula en el bolsillo del pueblo –el
único que se puede considerar de la propiedad de quien lo posee, los ahorros
que están en los bancos son de los banqueros, no de sus titulares–
iría a parar a manos de los mercados, es decir, de los políticos, bajo la
excusa del déficit que dicen que el pueblo tiene con ellos por habernos
gobernado.
Es incuestionable que para que toda esta trama mafiosa
funcione se hace necesaria una estructura dividida en pilares, donde el
judicial tiene una capacidad coercitiva y unas fuerzas represivas que respaldan
sus decisiones, que están en la tónica de someter al débil y proteger a los
políticos y al sistema del que son parte inherente. El otro pilar es la
información, donde los plumíferos colaboracionistas y estómagos agradecidos, se
avienen a la corrupción difundiendo la confusión, el engaño y la mentira, actitud
asquerosamente reprobable, que sabemos los usuarios de la red, gracias a la
cual no nos matan necios.
En tiempos de “crisis”, donde precisan asesinar a
tanta gente privándoles de un sistema sanitario decente; donde los recortes
caen sobre maestros y otros funcionarios que cumplen a raja tabla y de forma
vocacional con su trabajo, los mismos que la chusma ignorante confunde con la
parte del personal administrativo enchufado en la gestión pública, que se tocan
los unos los cojones y las otras el chocho, durante un pringao trabaja por
veinte; donde se reducen o extinguen las ayudas a la dependencia de las
personas y sectores más débiles, resulta que el gobierno franquista español no
cierra la mayoría de cadenas televisivas que pagamos todos y que tienen como
aparato de propaganda fascistizante y altavoz para
tapar su corrupción. A mi nada me coge de sorpresa, pues, de forma diáfana, me
las veo venir desde hace tiempo, y no es que me acojone tanto la inercia e
intensidad que lleva el régimen en busca del neofeudalismo
y la esclavitud total, como la indolencia de la mayoría de la gente. Pegadita
al televisor, harto interesada por las cuestiones futbolísticas, mientras estas
sociedades anónimas no pagan la seguridad social ni hacienda, como el común de
los mortales, sino que es comprendida por la ley y el fisco ya que hace la
función de circo para el pleberío. Todo,
absolutamente todo, es una trama que funciona a toque de pito.
Hay dos salidas: colocarles una pulsera radio baliza a
los políticos, para controlar sus movimientos, o que los políticos, socios del
Club Bilderberg, nos pongan a todos, como adelanta
Daniel Estulin, un chip en el cerebro para dirigirnos
como autómatas, desde una central. Se hace incuestionable formar una sociedad
paralela, que vaya ocupando el lugar del régimen establecido. No tengo ni puta
idea pero, a lo cabreado, se me ocurre la insumisión fiscal, la relación de
trueque, exigir que las empresas paguen en efectivo y no a través de los
bancos, tener el dinero bajo la baldosa o invertido en economía productiva
real, que la policía sea la educación y la conciencia del pueblo...
Bueno, es una pataleta que le dedico al pueblo
español, y al canario, pero para el canario hay una amarga sorpresa guardada,
que igual la escribo con mejor humor que el de este día.
18/01/13
Otros artículos de Isidro Santana León
publicados en El Guanche y en El Canario