La reproducción de la dependencia canaria:

el monocultivo del turismo.

PLEIOMERIS *

A nadie se le escapa que en Canarias se vive del sector turístico, es una obviedad manifiesta, pero lo que sí se nos escapa muchas veces es que, de todo lo que genera turísticamente nuestro país, una ínfima parte se queda en Canarias.

Desde los medios de comunicación serviles al poder, el número de turistas llegados anualmente se ha convertido en el mantra que todo lo justifica. Pero los análisis serios brillan por su ausencia. El número de turistas llegados el pasado año 2017 fue de récord. La cifra rondó los 16 millones⁽¹⁾, situando a Canarias alrededor de la vigésima plaza mundial en visitantes recibidos, de las primeras sin ninguna duda con respecto a sus habitantes y por kilómetro cuadrado. Por poner algún ejemplo recibimos más turistas –muchos más- que destinos como Portugal, Croacia, Australia, República Dominicana, Cuba, Argentina, Brasil, Chile, Marruecos, Sudáfrica o India⁽²⁾.

Pero entremos al meollo del asunto. En la tarta del reparto económico de este sector, según los datos del propio Gobierno de Canarias, el pasado año generamos un total de17.764 millones de euros de los cuales 12.818 millones, el 72,16%, se gastaron en origen y sólo 4.946 millones, el 27,84%, en destino, o lo que es lo mismo en Canarias⁽³⁾. Como vemos, una correlación totalmente desigual que pone a Canarias en una posición de inferioridad manifiesta. Las razones son muchas, empezando por una lumpenburguesía local incapaz de desarrollar, en los 60 años que lleva nuestro país como destino turístico de masas, una mísera aerolínea o touroperador –aerolíneas que tienen archipiélagos tan ‘potentes’ como Cabo Verde, Azores, Seychelles o Tahití, o touroperadores, como han desarrollado siempre en Baleares- que trajese por nosotros mismos a los turistas en lugar de depender del yugo de los touroperadores europeos que en cualquier momento nos pueden poner la soga al cuello y llevarse a otro lugar a los turistas, como recientemente ha amenazado la TUI⁽¹⁵⁾. Por no hablar de Promotur (empresa de todos los canarios) que paga a aerolíneas extranjeras para que traigan turistas en lugar de traerlos nosotros por nuestra cuenta, o que han dejado campar a sus anchas al capital extranjero que se ha quedado con buena parte de los alojamientos hoteleros… pero bueno, este es otro tema que habría que abordar en otro artículo.

Si analizamos esos 4.946 millones nos podemos echar las manos a la cabeza. ¿Seguro que se quedan en Canarias? Empecemos hablando de los productos alimenticios que se consumen en los hoteles. Teniendo en cuenta que en 2011 la soberanía alimentaria de Canarias sólo alcanzaba el 10% del total de los alimentos que consumimos⁽⁴⁾, podemos inferir que la cifra de producto canario consumido en los establecimientos hoteleros y de restauración ronda esa cifra, probablemente siendo menor debido a su mayor precio –atención aquí a cuando firman algún acuerdo con cooperativas locales para comprar un poquito de nuestro producto. ¡Qué menos! Y parece que muchas veces les tenemos que hacer hasta la ola-⁽⁵⁾. Aquí tenemos el primer ejemplo de extracción de rentas brutal hacia Europa en aquello que en teoría se queda aquí.

El segundo ejemplo de esta serie lo tenemos en la energía que consumimos para que toda esta industria se mueva. Todo el combustible que gastamos para la generación del agua, la luz y el transporte que consume el turismo, la tenemos que comprar a Europa nuevamente, otro gran cacho de tarta que se comen.

El tercero son esos propios elementos de transporte, como las guaguas, coches o camiones, que como sabemos, en Canarias no somos capaces de fabricar ni los tornillos. Otra extracción de rentas con destino a Europa.

Podemos seguir con los materiales para construir todas estas infraestructuras. Obviando el poco cemento que producimos, todo lo demás tenemos que importarlo desde fuera para poder hacerlo. Más dinero para Europa.

Finalmente podríamos decir que, analizando el continuo gasto hacia fuera que realizamos para importar todo, nosotros nos quedamos con los sueldos de miseria, aunque claro, tienen el mismo problema que lo anterior: la comida, el combustible para la generación de agua, la electricidad y la movilidad de nuestros vehículos, viene también importada, por lo que nuestros míseros sueldos también se van a Europa.

Caso sangrante es el de esos vehículos que la mayoría de las veces nos vemos obligados a comprar debido a la deficiente red de transporte público, que además es cara. Adivinen: también se los compramos a Europa. De donde, por cierto, vienen también los bancos que nos dan los préstamos para luego pagarles sus intereses. Otra gran idea más de nuestra ilustre lumpenburguesía, a la que no se le ocurrió otra cosa mejor que regalar las cajas de ahorros en lugar de hacer una fusión aquí entre Cajacanarias y La Caja de Canarias. Vayamos ahora a realizar inversiones estratégicas para el desarrollo de nuestro país pidiendo dinero a estos bancos europeos y entrando en contradicción con sus intereses e inversiones (como por ejemplo en renovables, en el desarrollo del sector primario o secundario, en la creación de aerolíneas, empresas turísticas de capital canario o redes de transporte guiado masivo…) a ver qué nos dicen…. Mejor demos un aplauso para la clase dirigente por favor, que se oiga en todo el Archipiélago. Mientras, una parte de nuestro dinero se lo quedan los importadores -de toda clase y pelaje-, que ganan míseros márgenes a cambio de regalar el dinero y toda nuestra soberanía a Europa (sobre todo a España) reproduciendo el subdesarrollo y el colonialismo de manera salvaje.

Todo esto pasa mientras el sector turístico parece un ser mítico e intocable, al que no se puede criticar ni, por supuesto, analizar, pues es poco menos que una herejía.

Al mismo tiempo que tenemos récord turístico y récord de pobres, el presidente de la patronal de hostelería y turismo, Jose María Mañaricúa, nos manda a los canarios a vivir a las medianías, como si fuésemos una reserva india de mano de obra barata, ya que la costa debe ser para que siga la fiesta del turismo, la construcción, la mamandurria y la corrupción.

Pasa cuando nuestros trabajadores turísticos están explotados laboralmente con cargas de trabajo totalmente inhumanas, donde las limpiadoras y camareras de piso han tenido que montar sindicatos paralelos porque parece que a los tradicionales esto les trae sin cuidado.

Pasa cuando un ‘virrey’ venido a menos, como es Kiessling, el que medró y medra en Canarias con cárceles de animales, se atreve a decir que en sus negocios no van a trabajar canarios por su bajo nivel de inglés⁽⁷⁾–es curioso que uno vaya al este de Europa, por ejemplo, y que allí la gente en negocios turísticos hable mínimamente inglés, no digamos en supermercados y similares, y aquí para atender a turistas que nos piden dos cervezas y una hamburguesa tengamos que poseer el C1 de inglés o alemán, por lo menos- después de todo lo que le hemos dado: en Las Palmas de Gran Canaria se le regaló una parcela carísima para montar un acuario, y también se le ha concedido espacio para montar un hotel en una zona carísima de la ciudad⁽⁸⁾; el mismo Ayuntamiento le hizo una exención fiscal en el impuesto sobre construcciones para que montase su chiringuito⁽⁹⁾; que se le vaya a construir una pasarela de 3,3 millones con el dinero de todos⁽¹⁰⁾, que se haya tenido que cambiar el proyecto del tren porque a este hombre le dio por construir un parque acuático en pleno cauce de un barranco por donde iba a estar una de las estaciones⁽¹¹⁾ y por si fuera poco echa a la prensa a despreciar yacimientos arqueológicos de nuestro pueblo⁽¹²⁾.

Pero no sólo estamos en manos de colonialistas. Como decíamos antes, la lumpenburguesía canaria juega un papel fundamental en el desarrollo de la dependencia monocultivista. La estructura de economía colonial se puede también observar en la calidad del modelo. Un modelo turístico chabacano, con apartamentos de dudoso gusto arquitectónico, y con una ordenación del territorio nefasta, donde los ayuntamientos y cabildos están más preocupados de recalificar terrenos y cobrar comisiones, que de establecer una racionalidad turística que nos permita vivir de este sector sin destruir todo el ecosistema insular, y sin construir armatostes absurdos o playas artificiales sin documentos de impacto ambiental. Para muestra la nueva Ley del Suelo, elaborada en un despacho con los jerifaltes del cemento y los bloques por parte del nefasto Gobierno de Clavijo, probablemente, el peor Gobierno de Canarias que este país haya soportado en la etapa postfranquista.

Pero ciertamente, esto no es nuevo. La política de ordenación raya el analfabetismo funcional. Tenemos ejemplos varios. El caso de Tauro en Gran Canaria, donde se destruyó la playa natural y se rellenó la zona costera con arena del Sáhara (país también colonizado)⁽¹⁶⁾ por el capricho de un empresario que seguramente no habrá leído nada sobre el ciclo de las mareas o sobre el ciclo del agua, en el cual las playas canarias, juegan un papel fundamental como “desagües” de los barrancos, es uno de los más sangrantes. Aunque cabe pensar que precisamente lo que buscase esta gente sería la expulsión de los habitantes de esta playa a través del hostigamiento natural, producido por las pleamares naturales que ven “vía libre” al haber hecho desaparecer todos los callaos del lugar, que actuaban de rompeolas naturales, protegiendo las viviendas de la primera línea. El jefe de la demarcación de costas de Canarias, José María Hernández de León, se hizo el loco con todo esto ⁽¹⁷⁾.

Por otro lado, si analizamos la propia ordenación territorial, tenemos que fijarnos en los campos de Golf.[1] Aquí también, el absurdo se convierte en normalidad para el sector intocable. En vez de dedicar hectáreas y hectáreas a economía productiva (agricultura, industria…) con la que poder generar valor añadido, y quien sabe si exportar algún producto con importante demanda en los mercados internacionales, la lumpenburguesía se ha dedicado a utilizar estos terrenos para plantar césped y poner a jugar a 4 turistas. Aquí podemos ver estas dos imágenes de las zonas turísticas de Gran Canaria y Tenerife, con campos de golf tan próximos entre sí, que nos preguntamos si los que aprobaron los proyectos tienen el título correspondiente acreditativo de su profesión, ahora que está tan de moda el regalo de títulos universitarios:

in embargo, lo más grave no es lo que estamos haciendo con el territorio, ni siquiera con los trabajadores del sector. Lo más grave es que estamos convirtiendo a Canarias en un destino de turismo sexual. Según un estudio encargado por el propio Gobierno de Canarias a la Universidad de La Laguna, con gran responsabilidad sobre lo que está sucediendo junto al cacicato, el Archipiélago se está convirtiendo en un destino de turismo sexual para los europeos. Así lo afirmaba Esther Torrado a finales de 2016 ⁽¹⁸⁾. Y es que casos de prostitución infantil como el de 18 Lovas⁽¹⁹⁾, o el reciente caso de Lanzarote ⁽²⁰⁾, donde las menores en muchos de los casos son captadas de centros dependientes del Gobierno de Canarias, son sólo la punta del iceberg de lo que está sucediendo en torno a este tema en nuestra tierra. La pobreza y la falta de oportunidades, está obligando a muchas de nuestras jóvenes a tener que recurrir al trabajo sexual para poder ingresar un dinero extra en sus casas. La desvergüenza de la clase dominante es total, pues es conocida su implicación, al menos como clientes, en este tipo de tramas.

Lo peor de todo, es que los aproximadamente dos millones de canarios que vivimos en el país, miramos impasibles cómo la dependencia impuesta nos subdesarrolla permanentemente, sin hacer absolutamente nada. ¿Merece la pena tanta indignidad, canarios y canarias? ¿Nos está sirviendo de algo destruir nuestro paisaje y nuestra cultura para vendernos por 800 euros al mes mientras esta gente se exime de pagar impuestos de manera legal, a través de la Reserva de Inversiones de Canarias (RIC), y el blanqueo ilegal –por algún sitio habrá que blanquear el dinero negro, que en Canarias abunda y mucho-, y encima se ríen en nuestra propia cara? ¿Hasta cuándo vamos a seguir actuando como si nada pasase? ¿Qué futuro queremos dejar a nuestras hijas e hijos? ¿Para qué formamos a nuestra gente si después, empresarios como Kiessling, no contratan a canarios porque según él, y los de su calaña, no sabemos hablar idiomas aun teniendo facultades universitarias repletas de alumnos? ¿Para qué formamos a nuestra gente? Necesitamos una profunda reflexión como canarios.

Pero antes de terminar tenemos que darles nuestras más sinceras felicidades a la oligarquía rentista y caciquil, pues han conseguido que un país rico esté en la más absoluta miseria con unos niveles de desigualdad similares a los de países subdesarrollados, donde el 0,2% de la población, sólo 4.000 personas, controlan el 80% de la riqueza⁽¹³⁾ mientras que el 45% de la población intenta sobrevivir en la pobreza.

Como decía el alcalde de Adeje, Miguel Rodríguez Fraga: “Si el turismo no mejora la vida de nuestra gente, ¿para qué lo queremos?”⁽¹⁴⁾. Se nos quedan muchas cosas en el tintero que habrá que ampliar en siguientes textos, pero de momento, les emplazamos a que analicen qué nos están haciendo.

[1]Campos de golf en el Sur de Gran Canaria y en el Sur de Tenerife

Notas (por orden)

*PLEIOMERIS

Pleiomeris surge como un espacio necesario de pensamiento geográfico canario fundamentado. Un lugar abierto que pretende ser crítico en estos tiempos en los que la Geografía, como ciencia que estudia el territorio, el paisaje y los seres y sociedades que en él habitan, ha quedado obviada y relegada conscientemente a un segundo plano por unos, mientras es totalmente desconocida por otros. Pleiomeris no es más que el género del reino vegetal que acoge a una sola especie única en el mundo: Pleiomeris canariensis, comúnmente conocido como Delfino. Este árbol “raro” del Monteverde canario sólo crece en riscos, andenes y márgenes escarpados de laderas. De esta forma pretendemos alumbrar nosotros el pensamiento geográfico crítico: desde los márgenes impuestos y con Canarias como único centro desde el que irradiar conocimiento.

Fuente: http://www.tamaimos.com/2018/04/27/la-reproduccion-de-la-dependencia-canaria-el-monocultivo-del-turismo/