De
oca a oca y tiran porque les toca
Isidro
Santana León
Prospecciones a cambio de reformar el Estatuto de la
Colonia, seguro que para añadirle alguna gracia más de las tantas dádivas que
España arroja a sus queridísimos súbditos africanos.
Ayer leo, en uno de estos periódicos ultraperiféricos
que tenemos por acá, cómo ahora le toca tirar el dado a la Metrópoli, desde el
Tribunal Constitucional, quien sentencia que “la competencia para autorizar
prospecciones en aguas jurisdiccionales españolas corresponde al Estado”. Me
asombro: eso es rigurosamente cierto, para todos los estados. No obstante, a
España se le acaban sus aguas jurisdiccionales en el estrecho de Gibraltar, por
lo que, con la Convención del Derecho del mar de las Naciones Unidas en la
mano, Canarias queda fuera de su domino, ya que se sitúa a más de
Pero la Oca ultramarina es un juego lleno de
obstáculos, ocasiones, ventajas y desventajas, con la particularidad de que los
ganan siempre son los que juegan y quienes pierden, los que miran. Yo sigo
diciendo que lo mejor para Canarias es romper el tablero, sin embargo, nuestro
pueblo sigue viendo la realidad distorsionada, gracias a unos cuantos partidos,
organizaciones, sindicatos, periódicos, televisiones y radios que no juegan,
pero que animan y aspiran a coger el dado desde que tengan la ocasión, para
seguir en el mismo laberinto de sobresaltos, calamidades, incertidumbres y
depresiones.
Hace tiempo que le dediqué un escrito al presidente de
esta colonia, llevaba por título «Señor Rivero, échele, usted, “güevos”» nota que le marcaba la ruta efectiva para que
nuestra nación solucionara su secular problema –emanciparnos de la dominación
extranjera, española, alcanzando la independencia– y
dejar de embestir contra las consecuencias del mismo, tales son que hagan
prospecciones o extracciones contra la voluntad de los canarios, que usen
nuestra tierra como satélite militar para la rapiña en África…, por nombrar
algunos de los grandes inconvenientes derivados de nuestra situación colonial.
Le indicaba, entonces, que se dirigiera al Comité de Descolonización de las
Naciones Unidas –para que deje de arrastrarse por tribunales incompetentes y parciales– donde existe un dossier con las razones y el
derecho que asisten a Canarias para convertirse en un nuevo Estado, documento
entregado en su momento por el MPAIAC,[1] que sólo hay que desempolvar, o llevar el
caso directamente a la Asamblea General. Ya le advertí, en ese mismo articulo,
que recurrir a los tribunales de la Metrópoli o europeos, era como visitar a
drácula para que le auxilie con una transfusión de sangre, y vemos cómo se
cumplen las previsiones de un hombre que, sin tener la altura política que le
asignan al presidente de Canarias, sí posee lógica y estatura moral para ver el
trasfondo y la podredumbre de un sistema opresor, colonialista y más fascistizado que nunca, como es el español. Escuchaba la
radio, la noche anterior de caer en mis manos el periódico con la noticia sobre
la sentencia del Tribunal Constitucional español (quisiera saber en qué parte
de la constitución española se recoge que su jurisdicción marítima puede
traspasar sus fronteras geográficas y meterse en las de otros países, porque,
si así fuere, han retrocedido al siglo XV y a la preexistencia del Tratado de Alcácovas), donde alegaba, ufana, la españolista, Águeda Montelongo, que “el dominio de las aguas canarias son del
Estado Español”. Como cotorras, estos políticos canarios al servicio del
colonialismo y de la corrupción, repiten las consignas de sus amos en la
Metrópoli, sin tener conocimiento alguno de lo que están diciendo, pues creo
que la mayoría, en lo que se refiere a la situación de Canarias en el plano
internacional, son unos indocumentados y los muy poquitos que saben algo, unos
mentirosos. Esta señora del PP, que piensa vivir eternamente de la vida facilonga de la política y sus ostentosas
contraprestaciones, achacaba a Paulino Rivero –confabulante colonial suyo– que se había equivocado recurriendo al
Constitucional, tal y como le advirtieron los de su partido y que, además, fue
un error dirigirse por escrito al Secretario General de las Naciones Unidas.
Por la entrevista hecha a esta politiquera del PP es por lo que me entero de
que el presidente de Canarias se había dirigido a las Naciones Unidas, al señor
Ban Ki-moon, también para llorarle, como lo ha hecho
en su rastrera vida sirviéndose de lo público. Es de vergüenza que este tío
vaya por ahí diciendo que es canario, pues, aunque es un lacayo de la
Metrópoli, igual que los de los partidos españolistas, deja a todos los
naturales de esta patria: íntegros e inmorales, pusilánimes y rebeldes,
asimilados e inconvertibles, como animalitos que sólo dependen de la ración,
cosa que además tiene mucho de cierto, excepto para, por lo pronto, una minoría
honorable. Yo no sé si leyó aquel artículo, pues he escrito muchos en los que,
aunque no quiera, tengo que aludirle por lo que representa y por su sistemática
cobardía, dándome la impresión de que usó la administración internacional
indicada y pertinente, pero no la ruta ni la finalidad objetiva. (Sabe él que
la Metrópoli se escandalizaría si llegara a las Naciones Unidas la reclamación
de Canarias a la descolonización, sería como una bomba nuclear que le reventara
en su seno; por este motivo intentaron asesinar al líder y precursor del
independentismo canario, Antonio Cubillo). No obstante, cual sorroballo, usa de forma disuasoria contra el gobierno de
Rajoy la carta dirigida al Secretario General de las Naciones Unidas, no para
instarle al Alto Comisionado a abrir un proceso de diálogo para que España
desocupe Canarias, sino para gimotearle que vivimos del turismo y quieren sacar
el petróleo cerca de nuestras aguas, que necesitamos las energías renovables, y
que, en fin, si le tira de las orejas al amo español, que lo haga suavemente
por miedo a su represalia: que le suspenda de empleo o que le levanten alguna
alfombra, asunto que se usa últimamente como medio de chantaje y coacción ante
los intentos soberanistas. ¡Qué habrá pensado el señor Ban Ki-moon de este eunuco! Con todos mis respetos, sé la
sensibilidad existente con el asunto del maltrato a las mujeres y la cantidad
de víctimas que ha dejado esta lacra, pero el señor Rivero aparenta padecer el
síndrome del maltratado, convencido de que Canarias se merece el abuso a que le
somete España, y actúa, como lo han hecho muchas víctimas reducidas
psíquicamente y sin autoestima, llegando a la comisaría con el cuerpo
estigmatizado para pedirle a la policía que le dé un susto a su verdugo, pero
oponiéndose a denunciarlo porque ha asumido que ella tendrá algo de culpa y por
miedo a la venganza. Soy conciente de que la figuración que expongo como
analogía es violenta, y muchos y muchas, dirán que inapropiada, pero no más
violento –no hay parangón– que los 500 años de
colonialismo español: de iniquidades, de tropelías, de sometimiento físico y
psíquico, de supremacía racial, de vejación, esclavitud, deportación y
vulneración de los derechos humanos más fundamentales, no sólo de las mujeres
canarias, sino de los niños, viejos, jóvenes…, de nuestro pueblo en general.
Sobran amagos, sobran órdagos y gestos de cara a la galería; el pueblo canario
precisa de una solución urgente, que está en manos del gobierno que dice
representarnos y que no pasa por otra vía que no sea la de las Naciones Unidas,
no para hacer presión vista a obtener más competencias en un estatuto colonial,
que nos sujeta como clase subyugada, sino para adquirir la competencia total y
legitima de nuestra nación, como es el paso a la Republica Canaria: a un estado
independiente.
Si el Gobierno de Canarias no rompe el tablero y sigue
tirando el dado, quién sabe si, en un futuro no muy lejano, es el pueblo
canario quien lo rompa y a los jugadores también.
8/02/13
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