Documentado,
demoledor, deprimente
Fernando Fernández *
Siempre
resulta atractivo conocer lo que alguien relevante opina sobre el futuro de la
economía canaria. Es el caso de la conferencia pronunciada por el profesor José
Luis Rivero en la Real Sociedad Económica. Rivero Ceballos es uno de los
economistas de mayor prestigio en Canarias. Es catedrático de Economía Aplicada
de la Universidad de La Laguna, en la que ha ocupado durante años importantes
cargos de responsabilidad académica, ha sido presidente del Consejo Económico y
Social de Canarias y fue designado en 2011 para presidir la Comisión para la
Reforma Administrativa de Canarias, creada por acuerdo del Consejo de Gobierno
aquel mismo año. El profesor Rivero es bien conocido por amplios sectores de la
sociedad canaria.
Días
atrás intervino en un ciclo organizado por la Real Sociedad Económica de Amigos
del País para exponer su visión sobre el futuro de la economía canaria y las
tantas veces mentada reforma del Régimen Económico y Fiscal. Su intervención
fue seguida con máxima atención por el público, progresivamente impactado por
el discurso del orador y por la contundencia de los datos que ofrecía. Con rigor
intelectual y académico, la intervención de José Luis Rivero fue, en mi
opinión, documentada, demoledora... y deprimente. No puede ser acusado Rivero
Ceballos de tentaciones partidistas, y por ello he destacado en las líneas
precedentes algunos rasgos de su perfil académico y profesional.
Mostró,
como aperitivo, algunos gráficos que demuestran que, a través de las series
históricas conocidas, Canarias siempre ha padecido unos niveles de desempleo
por encima de la media nacional; ni siquiera en los años de mayor bonanza y
crecimiento nuestra economía ha sido capaz de niveles de empleo razonables y
tolerables para la sociedad canaria. Expuso con profusión de datos y argumentos
exhaustivos que el sector servicios, el turismo y subsectores derivados no pueden
ofrecer un incremento de la oferta de empleo para tratar de vencer, en un
horizonte temporal asumible, la terrible lacra del paro que afecta a más de un
tercio de nuestra población activa, mayormente a los jóvenes, de los que mas
del 50 por ciento no encuentra trabajo ni tienen perspectivas de lograrlo. Y
finalmente se extendió en la exposición de las líneas maestras de la que debe
de ser una política económica capaz de paliar en alguna medida la situación
actual.
Destacó
que la sociedad canaria en su conjunto se muestra históricamente reacia a los
procesos de cambio y transformación y que las élites dirigentes padecen del
mismo mal. Nos pasamos años discutiendo propuestas para abordar y solucionar
nuestros problemas y cuando finalmente son adoptadas los problemas se han hecho
crónicos y padecemos otros nuevos. Y así, como Penélope, tejiendo y
destejiendo, se nos pasan los años y las décadas mientras la situación política
y social se deteriora progresivamente. Finalmente, expuso las propuestas que el
Gobierno canario ha enviado a Bruselas en busca de medidas capaces de estimular
nuestra reactivación económica y expresó su opinión sobre algunas propuestas
concretas. La mas llamativa, desde mi personal
opinión, es que el profesor Rivero Ceballos invocó la urgencia de la formación
de un gobierno de concentración o de unidad regional, no solo en el gobierno
autonómico sino también en algunas de las instituciones insulares y locales más
relevantes.
No
pude evitar recordar que desde hace años vengo clamando como una voz en el
desierto por la necesidad de ese gobierno de concentración, sobre lo que he
publicado numerosos artículos. A lo largo 2009 y 2010 hablé personalmente con
la mayoría de los máximos dirigentes de los partidos políticos en Canarias.
Alguno opinó que esa propuesta iba en contra de sus intereses personales e
impediría sus aspiraciones de presidir el gobierno regional. A otros les
pareció un disparate, y alguno llegó a calificar mi propuesta como
antidemocrática. Otros, finalmente, se mostraron temerosos, indecisos e
incapaces de dar los pasos necesarios para hacerlo posible. A decir verdad, el
único que se mostró receptivo fue Román Rodríguez, ex presidente regional y hoy
diputado[1],
con quien me entrevisté en Gan Canaria en septiembre de 2010; fue no solo
receptivo sino generoso en lo que él vio como una posibilidad de impulsar un
proceso de reunificación de algunas de las diversas fuerzas nacionalistas
canarias.
En
definitiva, la importante intervención del profesor Rivero Ceballos fue una
denuncia de las élites dirigentes canarias y, en mi opinión, la demostración
del fracaso histórico de una burguesía cortoplacista, incapaz de pensar y de
ver más allá de lo inmediato. En mis viajes, muchas veces fui interrogado sobre
cómo es posible que recibiendo millones de turistas al año, los canarios
padezcamos tantas carencias. Alguien debería explicarnos por qué solo un 10% de
nuestra planta alojativa para albergar a 12 millones
de turistas que nos visitan cada año es de capital canario. Nuestro futuro no
mejorará nunca mientras esperemos por las ayudas del gobierno de España o
europeas. Nuestros males están aquí, entre nosotros. Del fracaso de nuestro
sistema educativo, de la ineficiencia de nuestras administraciones públicas y
del vuelo corto del sector servicios y del turístico en concreto somos
responsables nosotros y nadie los podrá remediar, salvo nosotros mismos. Para
intentarlo se necesita altura de miras, ese gobierno de concentración o de
unidad regional y un pacto entre todos los actores económicos y sociales de las
Islas.