¿Democracia en Canarias?
Francisco
R. González Alonso
La democracia, siendo
el sistema de gobierno de mayor amplitud social, su aspecto liberal y de
equidad en todos los estratos que la integran, no funciona con la rectitud que
su esencia misma pauta para cumplir sus principales objetivos, que son aquellos
que redundan en beneficio del pueblo.
Su buen funcionamiento
se basa en el poder local que representa directamente al pueblo. Si los
representantes del poder local actúan de acuerdo a los intereses del pueblo, la
democracia cumple con sus objetivos, pero observo que en mi tierra volcánica de
Canarias la mayoría de sus representantes políticos elegidos por el común
actúan de acuerdo a otros intereses que se han creado en torno a la
administración del erario.
Los problemas sociales
del pueblo pasan desapercibidos sin darle la importancia que tienen, y se
confabulan para realizar lo que les beneficia en lo personal.
Con la anuencia
descarada de nuestras autoridades representativas, observo también que el Poder
Judicial es indolente para hacer cumplir las leyes que rigen el sistema
democrático, y esto hace que los políticos corruptos hagan y deshagan a su
antojo sin temor alguno.
Lo más preocupante es
que las corruptelas se han generalizado de tal forma que el pueblo ha perdido
la confianza en quienes lo representan. Por consiguiente, la democracia está en
crisis y puede degenerar en otro tipo de gobierno que coarte la plena libertad
ciudadana de disentir y denunciar las fechorías de los políticos corruptos.
También la política de
oídos sordos a las denuncias que los medios difunden sobre nuestras autoridades
representativas es una estrategia similar a la del avestruz, que minimiza el
peligro de verse envuelto en el torrente de improperios que la opinión pública
desata sobre el mal funcionamiento administrativo, donde se involucran nuestros
políticos. Esto nos dice que carecen de criterios propios para refutar como
templos y no responden para no verse más descubiertos. Creen que con esta
actitud esquivan verse inmiscuidos en la maledicencia del pueblo, que no es
pendejo, y empieza a disentir con voz propia, de boca en boca, y no en los
medios que solo llegan a cierto y determinado porcentaje de la opinión pública,
capaz de comprender la gigantesca podredumbre de las múltiples corruptelas.
La cruzada cívica que
ha iniciado el pueblo para reivindicar sus derechos sociales es una luz en el
horizonte de un nuevo amanecer que nadie eclipsará, y los políticos corruptos
recibirán tarde o temprano el castigo que merecen. La justicia es lenta pero
llega, y todos tendrán que dar cuenta de sus fechorías.
La democracia como
sistema de gobierno funciona bajo el imperio de las leyes que la rigen. La mala
praxis democrática conduce a muchos males que ya el pueblo canario está
sintiendo. Los falsos y corruptos políticos están mal vistos por el pueblo, y
este, cuando menos se lo piensen, saltará a la palestra de la confrontación
legítima sin piedad en defensa de sus derechos.
Publicado en el periódico El Día, 25-10-2011
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