De futbolista a presidente de Argelia

 

 

Antonio Cubillo Ferreira *

 

Hasta ahora, el fallecido primer presidente de la República Argelina, Ahmed Ben Bella, es el único futbolista del mundo que llegó a presidente de un país. Hace unos días, a los 96 años, falleció en Argelia una de las grandes figuras históricas de las luchas por la independencia y contra el colonialismo del continente africano. Natural de Maghnia, en el oeste argelino, cerca de la frontera con Marruecos, su padre era un berber marroquí, de la tribu de los Uled Sidi, Rahat que se instaló en Magnia en 1900 y allí casó con su prima de la tribu de los mukhalia, donde nacieron ocho hijos. De joven estudia en el colegio europeo de Maghnia y en el colegio francés de Tlemcen, donde aprende y domina el francés a la perfección. Más tarde aprende también el español con los emigrados y refugiados españoles de la guerra civil española, en Tlemcen y Orán.

Buen deportista, ya en Maghnia jugaba al fútbol de joven, después en Tlencem, donde lo fichan para que vaya a Francia a jugar en el Olympique de Marsella como centrocampista, en la temporada 1939-40 a la edad de 23 años. En 1940, cuando la Alemania nazi ataca Francia, es movilizado con los Tabor y las FFL, Fuerzas Francesas de Liberación, participando en todas las batallas contra los nazis. Participa en la famosa batalla del inexpugnable monasterio de Monte Casino, ocupado por los nazis, donde es ascendido a sargento ayudante y condecorado con la Cruz de Guerra; al final de la guerra mundial, es otra vez condecorado por el general De Gaulle con la Medalla Militar.

Al final de la guerra, cuando se celebraba la victoria en mayo del 45, el ejército francés lleva a cabo las matanzas de Setif, contra los argelinos que se manifestaban con la bandera argelina en dicha ciudad, ocasionando 45.000 muertos. Este horrible crimen del poder colonial fue el que movilizó a la juventud argelina y a los combatientes que volvían de Europa en contra de la ocupación colonial. Ben Bella entra en el movimiento clandestino MTLD en 1946 y comienza a militar por la independencia. En 1947, a los 28 años, es una personalidad y se presenta como cabeza de lista en las elecciones de su pueblo. Después entra en la clandestinidad, en la organización secreta OAS, y junto con otro dirigente, el guerrillero Kabil Ait Ahmed, dirige la famosa operación del asalto y robo de las oficinas de Correos de Orán para buscar fondos para la revolución.

Entre 1946 y 1950 se convirtió en uno de los primeros dirigentes del movimiento independentista. Junto con los otros dirigentes revolucionarios (Khider, Ait Ahmed y Boudiaf) acude a El Cairo para contactar con el coronel Nasser y los Oficiales Libres egipcios y buscar apoyos y armas, en lo que fue el principio de la lucha armada, el 1º de noviembre de 1954. Francia le declara enemigo público número uno; dirige las acciones del FLN en el exterior, en Egipto, Marruecos y Túnez después de la independencia de estos países fronterizos. Se hace famoso a través de la radio de El Cairo, Saout el Arabi, con sus discursos y mensajes. En 1956, cuando se dirigía con otros dirigentes en un avión marroquí civil que iba a Túnez, la aviación militar francesa desvía el avión descaradamente y lo detienen en Francia hasta 1962. A partir de ese momento, la dirección del FLN pasa a manos de Krim Belkacen y Abane Ramdane, y a la muerte de este queda en manos de Krim y Boumedienne, que forman el grupo de Oudja.

En 1962 es liberado por el Gobierno francés, y con la ayuda de Nasser y muchos militantes del interior (y los tanques rusos del coronel Boumedienne) se convierte en el primer presidente electo de la República Argelina. Siendo presidente apoyó una política de deporte nacional y todos los domingos asistía a los campos de fútbol para ver los partidos, pues siempre fue su pasión. En política puso en práctica el socialismo autogestionario, la nacionalización del petróleo y de las tierras y propiedades dejadas por los franceses, la asistencia sanitaria gratuita y, sobre todo, declaró que Argel se iba a convertir en la capital de todos los movimientos de liberación del mundo, dando asilo, sobre todo, a los revolucionarios del continente africano, ofreciéndoles campos de entrenamiento y ayuda política, así como a sus delegaciones en Argel, otorgándoles el estatuto de representaciones diplomáticas como cualquier país representado en Argel.

En julio de 1962, exiliado de Canarias en junio, asistí en Moscú al Congreso de la Paz que presidía el presidente de la URSS Kruschov. Recuerdo con emoción que el 5 de julio, en plena reunión, se hizo un silencio y entró en el salón el Sr. Kruschov acompañado de cuatro combatientes argelinos y nos anunció solemnemente que se había declarado la independencia de Argelia, tras ocho años de lucha. Los cuatro mil asistentes, entre los cuales estaba Pablo Neruda, a quien saludé, nos pusimos en pie y durante doce minutos estuvimos aplaudiendo el nacimiento del nuevo Estado africano. Poco después, me dirigí a la delegación argelina allí presente y les pregunté si iban a apoyar a todos los que queríamos combatir contra el colonialismo en África, incluso a los canarios colonizados por España. Argel, dijeron, "será la cuna de todos los que luchen como nosotros contra el colonialismo y por la independencia de sus patrias. Nuestros valientes mudjahidins han combatido por liberar Argelia del colonialismo y por la libertad de todos los pueblos sometidos, así que puedes preparar el viaje, que serás bien recibido".

En Moscú, tras arduas discusiones con el Comité Central del PCE, con la Pasionaria, Líster y los otros dirigentes que sostenían la posición de Santiago Carrillo, contrario a la independencia de Canarias, comprendí que lo mejor era ir a Argelia y desde allí organizar con los compañeros que habían quedado en Canarias la lucha de liberación de nuestra patria africana. A mi vuelta a París contacté con un antiguo guerrillero italiano que luchó contra el fascismo, Atilio Gaudio, periodista e investigador, que se interesaba mucho por las cuestiones canarias y que había escrito en 1956 un libro sobre los guanches, "Épicas y dulces Canarias". Atilio era un antifranquista y un antifascista convencido y lo encontré en varias reuniones con los exiliados republicados españoles en París y enseguida se ofreció para ayudarme. Le expliqué mi proyecto y que buscaba cómo contactar con el Gobierno argelino, mientras hacía mis estudios de doctorado en La Sorbona para aprovechar el tiempo.

Atilio entonces me dijo que durante la guerra de liberación argelina él trabajaba en el Reseau Jason, grupo de franceses conscientes que apoyaban al FLN y que en su calidad de periodista se dedicó durante años al transporte de las maletas de dinero recogido en Francia para las guerrillas en Argelia, y que conocía personalmente a Ben Bella por haberle hecho una entrevista para la prensa italiana. Me dijo que lo mejor era escribirle una carta personal a Ben Bella -en castellano, pues lo hablaba bien-, que él se la entregaría personalmente. Así lo hice y la respuesta del presidente argelino fue que estaba de acuerdo y que podría venir en cuanto quisiera. En agosto de 1962, acompañado de la secretaria particular de Atilio Gaudio, fuimos a Argel, donde fui recibido por el secretario del FLN, Hadj Ben Allah, quien me trasmitió y confirmó la invitación del presidente Ben Bella para venir a instalarme en Argelia, en tanto que representante político de los patriotas canarios. En aquel tiempo iba a Argel como secretario del MAC (Movimiento Autonomista Canario), que habíamos creado unos cuantos patriotas obreros en Tenerife en 1961, mientras que en Las Palmas se había creado, también en la clandestinidad, el Movimiento Canarias Libre, coordinado por Fernando Sagaseta y otros compañeros.

De vuelta a París organicé lo necesario para instalarme en Argel, lo cual hice el 1º de octubre de 1963, siendo recibido en el aeropuerto por un grupo de exiliados republicanos españoles que habían establecido en Argel la organización III República Española, que presidía el general Juan Perea Capolino, natural de Tenerife, los cuales habían sido advertidos desde París de mi llegada a Argel. Del aeropuerto me llevaron a la embajada de la República Popular China, que celebraba su fiesta nacional. Conocí allí por primera vez a los representantes de los movimientos de liberación africanos, que estaban ya instalados con sus oficinas públicas y que discutían con todos los embajadores acreditados en Argelia y se discutía de los combates contra el colonialismo y el apartheid, lo cual me llenó de confianza para poder exponer algún día el caso de Canarias. Los países que más habían ayudado a la revolución argelina eran la URSS, Egipto, Cuba y China, enviando armas que transitaban, a partir de 1956, por Marruecos y Túnez. Cuba había sido el primer país que había reconocido el GPRA, Gobierno argelino en el exilio, el 27 de junio de 1961, y así lo manifestó ante las Naciones Unidas. En diciembre de 1961, zarpó de La Habana un buque cubano, el "Bahía de Nipe", cargado de armas, que desembarcó en Casablanca y de allí fueron transportadas al campamento que tenía el FLN próximo a Oudja, cerca de la frontera argelina. De regreso a La Habana, el citado buque transportó setenta y ocho guerrilleros heridos y veinte niños de campamentos de refugiados, huérfanos en su mayoría.

Por esta razón, cuando Ben Bella fue elegido presidente de Argelia, aprovechando su estancia en Nueva York para asistir a la admisión de su país en las Naciones Unidas, viajó a Cuba el 16 de octubre en un avión cubano, después de su entrevista con Kennedy, que lo recibió en Washington. Las recepciones en la embajada de Cuba eran famosas, y más cuando en 1965 llegó a Argelia Ernesto Che Guevara y fue recibido por Ben Bella y todos los revolucionarios africanos de los movimientos de liberación, África del Sur, ANC, PAIGC de Guinea Bissau y Cabo Verde, fundado por Amílcar Cabral, Frelimo de Mozambique, fundado por Mondlane, Zapu de Zimbawe, MPLA, de A. Neto.

El 22 de octubre de 1964, nuestro grupo político, el MAC, se transformó en el MPAIAC (Movimiento por la Autodeterminación y la Independencia del Archipiélago Canario), Movimiento de Liberación Africano de Canarias, y se enarboló por primera vez en Argel la bandera de las Siete Estrellas Verdes, siendo presidente de Argelia Ahmed Ben Bella. A partir de esa fecha, en tanto que movimiento de liberación, se nos concedió el estatuto de delegación diplomática con sede y placa CD de nuestro coche, y se publicaron nuestros comunicados en el periódico oficial del FLN, El Moudjahid, así como diversas entrevistas en radios y revistas del país, por lo que Canarias tiene una deuda con la revolución argelina que nunca debemos olvidar.

No vamos a analizar el recorrido político del presidente Ben Bella hasta el 19 de junio de 1965, en que fue depuesto por un golpe de Estado (eso es cosa de los historiadores). Lo cierto es que después de dicha fecha los movimientos de liberación instalados en Argelia no fueron molestados, sino que se mantuvo el apoyo del Gobierno argelino a favor de nuestras luchas, ya que el primer presidente de Argelia, A. Ben Bella, había marcado el camino de hacer de Argel la capital de los movimientos de liberación.

El pasado 17 de abril, en nombre del MPAIAC y de su brazo político, el Congreso Nacional de Canarias (CNC), enviamos al actual presidente de la República Argelina, A. Bouteflika, que había declarado ocho días de luto nacional, una carta de pésame diciendo que "los canarios tenemos una deuda eterna con el hermano Ben Bella, con el FLN y con todos los dirigentes argelinos que continuaron a apoyar las luchas de liberación por el mundo y que esperamos contar con el apoyo de la Argelia eterna en nuestra lucha de liberación para instalar en nuestras islas la República Federal Canaria, Laica y Social que todos deseamos".

* Presidente del partido político independentista Congreso Nacional de Canarias (CNC), brazo político del MPAIAC.

 

cnc@elguanche.net   cubilloantonio@hotmail.com

Publicado en el periódico El Día, 21-04-2012