Sanidad pública: decir la verdad
Carlos
García *
Es momento de decir
las cosas claramente, sin rodeos, sin divagaciones, por su nombre y con la
verdad por delante. Los ciudadanos estamos muy cansados de tantas mentiras, de
tanto engaño, de maquillajes y doble lenguaje, de tanta palabrería. Nuestros dirigentes
políticos son muy valientes en decir la verdad de lo que les interesa
partidista y personalmente: que si la prima de riesgo, la deuda, los intereses,
los rescates, las financiaciones... En eso son muy valientes y justifican con
sus argumentos los recortes, las bajadas de sueldos, los despidos laborales,
las pérdidas de derechos sociales: "No nos queda otra... Es culpa de la
crisis".
Y mientras, engañan
negando las evidencias. Niegan que se recorte la sanidad, de que se cierren
quirófanos, de que lucharán para que los ciudadanos no pierdan educación, ni
ayudas sociales ni vean mermada su salud. Pero es momento de decir la verdad.
Los ciudadanos tienen
que saber que, en lo referente a la sanidad pública, todo ha cambiado. Lo
logrado tras décadas de esfuerzos colectivos ha desaparecido. La "joya de
la corona", que era el sistema sanitario público, tan ponderado
internacionalmente, ha dejado de existir. La universalidad, gratuidad y equidad
en nuestra salud ha muerto.
Y, por tanto, decir la
verdad es hacer saber que, o se tiene dinero para costear nuestra salud o los
pacientes apuntados en listas de espera no serán operados como corresponde sino
que se eternizarán en esas listas que no se mueven, que no son operativas, con
grave riesgo de la propia vida. Decir la verdad es recordar que las pruebas
diagnósticas solicitadas, igual que las citas de consultas, tardarán años en
realizarse, con grave riesgo de empeoramiento de las patologías y de la propia
salud. Mentir es negar el grave retroceso en la calidad asistencial, es decir
que aunque se cierren quirófanos y plantas hospitalarias no se verá afectado el
servicio recibido. Mentir es negar un deterioro en la solución de nuestros
problemas de salud si se despiden o dejan de contratar a miles de médicos, enfermeras,
auxiliares y demás trabajadores sanitarios.
Decir verdad es decir
que en Canarias existe un grave deterioro sanitario, casi el peor de todo el
Estado, siendo la nuestra, una sociedad más enferma que la media general, sin
adecuadas políticas de prevención y promoción de la salud, con las peores
listas de espera de las comunidades autónomas, con un mayor índice de
privatización de la sanidad.
Y la responsabilidad
parece no asumirse. Canarias culpa a Madrid: los presupuestos de Rajoy y del PP
nos obligan a recortar. Y Madrid culpa a Bruselas, a los mercados, al FMI y al
BCE... Todo cierto, de acuerdo... Son vueltas de tuerca que recibimos. Pero,
Canarias es responsable, también, de otra nueva vuelta de tuerca con todo lo
anterior. Y es el Gobierno Autónomo quién debe asumirla y no mirar siempre
hacia fuera. Son cómplices de lo que ocurre.
Las transferencias
sanitarias y en educación o dependencia son responsabilidad de Canarias y,
desde que se produjeron, muchos observamos empeoramientos en estos servicios
sociales básicos, constitucionales, legales y humanitarios que no se respetan y
se vulneran.
Porque la salud de un
pueblo es responsabilidad del estado y no debiera dejarse en mano de entidades
mercantilistas que negocian con la enfermedad como pueden ser los seguros
privados. Por ello me niego a que la salud se traslade a unas entidades con
ánimo de lucro que van a enriquecerse a costa de nuestra enfermedad.
Hay que decir, como
verdad, que lo que se pretende es que cada uno se pague su propia salud. Si
tiene dinero podrá usted operarse en alguna clínica privada o si dispone de un
seguro se realizará sus mamografías, que por cierto quiere rebajar de la
cartera de servicios la ministra del ramo, o sus resonancias o análisis. De lo
contrario, existirán dos opciones: si trabaja, podrá ser tratado, con re-pago o
co-pago incluido, en el sistema sanitario público y con sus males anteriormente
expuestos; y si no trabaja, pasará a formar parte de un seudo sistema de
beneficencia como existía hace cuarenta años; y si es un emigrante sin
papeles... Dios sabe.
El impacto social que
el Decreto de abril pasado dictado por el Gobierno del PP referente al sector
público, ha finiquitado nuestro Sistema Nacional de Salud. Nada volverá a ser
igual. Y hay que decirlo.
Porque para que la
privatización sanitaria tenga lugar, y es lo que pretenden, hay que romper y
debilitar el sistema público. Por ello tantos recortes, tanta rebaja en las
prestaciones, tanto co-pago, tanto desmantelamiento. Se renuncia a la atención
universal y se excluyen a sectores de población ignorando que debe ser un
derecho ciudadano independiente de la condición social. Se renuncia a la
eficiencia, la calidad y la equidad y se potencia la medicina para ricos, para
los que puedan pagársela, como una mercancía, como un artículo de lujo.
Y detrás, el discurso
cansino y falaz de la falta de dinero, de recursos, por haber vivido por encima
de nuestras posibilidades, por haber abusado del sistema a pesar de que ningún
dato lo sostiene. Uno de los sistemas sanitarios más financiados del mundo es
el de Estados Unidos con casi un 17% del PIB del país, y es el más ineficiente
entre la población. Aquí no llegamos al 7% de financiación; de los menores de
la Unión Europea.
Mienten cuando
insisten en que existe un despilfarro y que por ello hay que recortar. Si
existe despilfarro habrá que corregirlo pero nunca recortar y hacerlo
desaparecer. Porque la sanidad pública, en el entorno sociopolítico en el que
nos movemos, tiene pocos recursos y son otros intereses los que predominan para
hacerla desaparecer.
En Canarias se han
recortado los sueldos a los trabajadores sanitarios, han desaparecido pagas
extras, se ha aumentado la jornada laboral, se han anulado convenios colectivos
y desaparecidos beneficios sociales y laborales con años de implantación. Todo
porque no hay dinero....
Pero vuelven a mentir,
no dicen la verdad nuestros responsables políticos y dirigentes sanitarios.
Porque se siguen pagando dobles sueldos completos a profesores vinculados a
tareas asistenciales en los hospitales; porque a pesar de la normativa dictada
por el propio Gobierno de Canarias en cuanto a evitar duplicidades en los
servicios médicos, se dictan decretos nombrando, a dedo, nuevos jefes de
servicios, de sección, con duplicación de los existentes; se siguen manteniendo
figuras directivas no asistenciales, sin ninguna labor de servicio ciudadano,
en guardias a distancia telefónicas por la que se abonan suculentas cantidades;
se pagan incentivos a los directores y gerentes por su condición de especial
dedicación... ¡Una vergüenza¡
Entonces... ¿Hay o no
dinero? ¿Por qué para algunos no existe la crisis?
En Canarias tenemos
340.000 personas en paro, con un 51% de paro juvenil, con más de la mitad de
los trabajadores activos con contratos temporales, con grandes niveles de
fraude fiscal, con una sociedad enferma de muchas cosas, con 700.000 pobres
según Cáritas, un 38% de niños, con importante
desnutrición entre ellos, con graves carencias sociales en los dependientes.
Ahora salta la noticia
de que se gastan dos millones de euros en telefonía móvil por parte de los
distintos estamentos políticos y públicos de nuestra administración. Y se sigue
financiando una televisión autonómica y una policía. ¿Dónde están las
prioridades sociales? Y se siguen contratando asesores políticos entre los
actuales responsables políticos. Y no lo entiendo, porque yo voto
democráticamente a unas personas que se presentan a un cargo político y no a
decenas de asesores y puestos funcionales de libre elección que parasitan la
cosa pública y para los que no deben existir presupuesto económico; estos
deberían financiarlos los propios gobernantes que los designan. Y si se
precisan asesores deben buscarse entre los técnicos y especialistas de la
función pública existente, que los hay y muy buenos.
La sanidad está
inmersa en todo este confuso y abusivo estado de cosas y así le va. Porque está
en manos de mediocres gestores, de arribistas políticos que se perpetúan en el
cargo directivo, que interpretan la dirección sanitaria de las instituciones
públicas como cotos personales, como áreas de poder creyéndose dueños y señores
de los servicios públicos que dirigen, aplicando políticas oscurantistas y
dictatoriales en su gestión. Por eso Intersindical Canaria viene solicitando, desde
hace tiempo, una dimisión de estos gerentes y directores, apoyando una
profesionalización de los cargos, ajenos a los grupos políticos en el poder. En
ocasiones son, a pesar de ser del mismo gremio laboral, los peores enemigos de
los trabajadores, de los ciudadanos y del propio sistema sanitario. Son
verdaderos supervivientes en este mundo corrupto que pivota en torno a la salud
con afanes personalistas, con sueldos desmesurados, a veces incluso con tintes
ilegales, ligados a empresas privadas sanitarias que no tienen reparo en
dirigir instituciones públicas dedicándose a lucrarse en centros privados.
En nuestros hospitales
se mantienen quirófanos cerrados, no funcionan unidades como la cirugía
ambulatoria, se cierran plantas y camas hospitalarias, se privatizan servicios,
se dejan en paro a miles de trabajadores que dejan de realizar tareas
asistenciales que precisan los pacientes, se siguen detrayendo presupuestos
asignados a los capítulos de personal, se mantienen las millonarias deudas a
los proveedores y farmacias.
En Canarias se han
recortado en sanidad más de 460 millones de euros en los últimos tres años. En
el HUC, a los 11 millones de recorte en el pasado mes de agosto de 2012, acaban
de volver a recortar 2,5 millones más en el mes de septiembre, lo que dará como
resultado el paro de 300 trabajadores, médicos, enfermeras, auxiliares, etc.,
el próximo 30 de noviembre, que traerá mayor precariedad en la calidad y en las
prestaciones a los usuarios. Esto es decir la verdad. Lo demás mentir. Datos
fríos y objetivos.
Y seguirán aumentando
las listas de espera, esas listas que ocultan y no quieren notificar por lo
escandalosas que son. Y se ha disminuido la actividad asistencial aunque lo
nieguen, a pesar de obligarnos a realizar ampliaciones de jornadas porque que
no crean los ciudadanos que con ello se aumenta la prestación y mayor
productividad con mejoras en los servicios sanitarios porque no es así; es solo
una manera de reducir costes y de abaratar la sanidad, de cubrir los despidos
con el personal restante. Son improvisaciones que no tienen efecto en la mejora
de lo recibido.
Las caóticas
situaciones en los servicios de urgencias y en la atención especializada
demuestran un fracaso de la atención primaria tan olvidada por nuestros políticos.
Los problemas en la salud mental y drogodependencias empeora la situación. La
deficiente atención socio sanitaria sobrecarga nuestros hospitales
convirtiéndolos en geriátricos por no disponer de hospitales de menor nivel y
de centros hospitalarios para esas patologías. ¡Otra gran mentira de nuestros
políticos: los hospitales del norte y sur de Tenerife! Cuantas décadas
engañando al pueblo con su apertura, sus inauguraciones, sus retrasos, sus
carteras de servicios...
De igual modo que
desde el Gobierno de Canarias se invita a la población a manifestarse
públicamente en contra de los recortes recibidos desde Madrid, o de la
reducción a la ayuda del transporte, manifestaciones que apoyamos muchos,
también debemos pedir a nuestro pueblo que se manifieste contra esta política
que nos aplican nuestros gobernantes locales. Hay que insistir en las
denuncias, incluso ante los Juzgados, por una vulneración de unos servicios que
nos hemos merecido a través del pago de nuestros impuestos, de nuestras
cotizaciones. Hemos cumplido con nuestro abono económico durante años, durante
nuestra vida laboral ante el Estado y la Comunidad Autónoma y ahora, en el
momento en que precisamos recibir lo pactado por nuestro pago, se nos niega.
Parece algo fraudulento. Hemos pagado y ahora nos niegan lo que nos deben y
tenemos derecho.
Por todo ello no hay
que callarse. Basta ya de seguir humillando la cabeza. Tenemos que sacudirnos
de esa "cultura" que nos han venido imponiendo año tras año de que
todo es inevitable, de que no existe otra salida, de que hay que aceptar,
nosotros, los ciudadanos, lo que ellos imponen pero que no se aplican a si
mismos.
Se pueden y se deben
reformar administraciones en este estado en el que vivimos: centrales,
autonómicas y locales. Nuestro modelo político precisa de una reforma inmediata
y profunda porque es el responsable de los dos tercios del gasto público.
Nuestra crisis poco tiene que ver con los salarios de los trabajadores ya que
un 60% de estos ganan menos de 1.000 euros. Y nuestras pensiones no son nada
elevadas, con una media de 750 euros. La razón de nuestra crisis es el modelo
de estado, secuestrado por los políticos y sus partidos en franca conexión con
los grupos financieros y económicos, verdaderos mandamases de nuestras vidas.
Ya no nos gobiernan los políticos que elegimos... Las ayudas económicas no van
al pueblo sino a los grupos financieros y a los bancos, por otra parte
tremendamente politizados culpables directos de la situación actual.
No podemos soportar
más recortes, más impuestos, menos servicios sociales. Sobran políticos,
prebendas y beneficios a los de siempre, sobran presiones externas económicas.
Se debe volver a una democracia, al poder del pueblo. No queremos ni permitamos
tanta corrupción y despilfarro en nuestra sociedad. Necesitamos más
transparencia y menos injusticias sociales. Nuestra clase media ha ido
desapareciendo y se produce una bipolaridad entre los ricos, cada vez más, y
los pobres. Este sistema es ineficiente. Habrá que cambiarlo.
Pero mientras, hay que
decir la verdad, con la voz alta y sin miedo a hacerlo. Nos va la vida y la
salud, nunca mejor dicho, en ello.
* Médico. Intersindical Canaria