CANARIAS:
LA
DECADENCIA DE LA CULTURA DEL TRABAJO
Cierto
es que desde que estalló la última crisis las islas empezaron a mostrar la
cara más fea de la misma, como consecuencia de la debilidad estructural
de la economía canaria siempre basada en el monocultivo, siendo la última
y presente la caída de la construcción ligada al turismo, (éste último con
su influencia, en muchos casos
nefasta, sobre la identidad de este pueblo), siendo la actividad más
perjudicial de todas por arrasar no sólo el suelo disponible cultivable, hoy
con los tractores puestos a punto para utilizar, en interés de los grandes
propietarios, la anunciada nueva
Ley del Suelo, la llegada sin control - incluyendo presuntos fundamentalistas de
oriente medio- y sin regulación alguna de una inmigración al socaire del
mismo, la producción de basuras y
aguas negras a niveles incalculables con vertederos por doquier, etc. etc.
Esta
crisis tiene lugar en un contexto en el que no se ha propiciado y desarrollado
la más mínima diversificación de la economía y cuando se escribe o habla
sobre ello, siempre escuchamos la cantinela que diversificar la misma lleva
mucho tiempo... Siendo ello así, también no es menos cierto que lo que no se
comienza no se termina, y así llevamos desde siempre. La realidad es que a
pesar de los beneficios fiscales que ha generado la RIC
cuya misión parecía ser sobre
todo "promover el desarrollo económico y social del Archipiélago a
través de la diversificación de su estructura productiva", nos
encontramos con que ello no ha sido así, por la inexistencia de empresarios
industriales, por nombrar un sector, que podría generar trabajo estable y mejor
remunerado.
La
llegada de turistas al archipiélago, a pesar de las cifras records que
se están alcanzando, vemos como éste no absorbe a la masa trabajadora
canaria disponible, empero de la sobre-explotación a que se ven sometidos los
que emplea el sector, la eventualidad, precariedad, sobrecarga laboral, horarios
abusivos y salarios de miseria. sin olvidar que los empresarios prefieren a los
trabajadores foráneos de todo tipo.
Pasado
los siglos de hambrunas y pobreza extrema, que los viajeros ingleses, alemanes,
etc., como la viajera y escritora inglesa Olivia M. Stone dejó constancia en su
libro editado en 1887 ó la hambruna más cercana en el tiempo después de la
Guerra de España, donde se podían ver a muchos canarios que para mitigar el
hambre recurrían a comer tunos indios.
Hoy
vemos como estos políticos coloniales se escandalizan y protestan cuando se
emiten a través de la televisión o medios escritos,
imágenes u opiniones nada favorables a como se nos ven desde fuera,
algunos de forma bastante grotescas, también
hay que decirlo,
como la pequeña obra de
viaje titulada
"Diablo
de Timanfaya/Islas", con el revuelo que suscitó y que por supuesto no
recomiendo para no perturbar sentimientos felices.
Por
otro lado no dejo de percibir como se promociona las fiestas desde el poder:
Ayuntamientos donde las concejalías de festejos son de las más apetecidas y
prestigiadas por tener un mayor reconocimiento social y desde el Gobierno Autónomo
Colonial que tiene como umbral cultural la promoción de fiestas, como sus últimas
parida: "Ir de Belingo", besar y abrazar al turista, etc. Todo parece
una Arcadia Feliz, donde no existe ni paro ni exclusión social ni fracaso
escolar, etc. etc. Dos mundos opuestos en uno sólo. Todo menos un
fortalecimiento de la sociedad civil bajo otros parámetros.
Así
las cosas, por parte de los gobernantes en sus distintos niveles y funciones,
pasan el tiempo en como intentar divertir al pueblo, convirtiendo a las islas en
un parque temático o jardín de infancia, de fiestas con nombres y
denominaciones de todo tipo: Carnavales que se extienden a lo largo de meses
(hay un político que propuso que se mantuviese prácticamente durante todo el año
como atracción turística), elección de multitud de "reinonas" y
"mÍsteres, campanadas de fin de año a mitad de agosto, andaluzadas
coloniales como la Fiesta de Rocío, romerías incontables en cada esquina, con
utilización de animales vacunos de la raza del país, antaño productor,
sustentador de alimentos y trabajos de labranza y hoy utilizado para tirar de
carrozas fiesteras, etc.etc.
Evidentemente
se ha impuesto la cultura de la fiesta, la del
trabajo está en decadencia, y mira que lo siento por los que están en paro,
los que sobreviven con una paga paupérrima o los marginados por la llamada Ley
de Dependencia, pero son estos gobernantes coloniales los que han sido elegidos
por el pueblo. Parece que el trabajo ya no dignifica al hombre. Ya todos somos
el realzado Hidalgo Don Quijote que siempre estaba montado en el caballo
buscando fortuna sin tener que
trabajar y cuando se bajaba del
Rocinante era para descansar. En esta cultura a la fiesta parece que ya todos
somos hidalgos y si conseguimos un trabajo ó trabajamos pasamos a ser villanos
y como tales se nos explota. Antes que nada hay alienarse e intentar
divertirse y el que venga detrás (posiblemente hijo de foráneo de
alguno de los cinco continentes), que arree.
Pero
claro, existe hoy una excepción a lo anteriormente dicho y es la aparición de
los móviles, tótem llenos de caricias, con los que no sólo podemos demostrar
nuestra capacidad intelectual sino la destreza de los dedos de las manos, una
forma nueva de "trabajar" mientras se viaja en guagua sin ver por dónde
se va o sencillamente paseando o estando
sentados a la espera de que nos atienda el médico.
Agosto 2016
Foto propia: Trilla en Acusa-Artenara-Gran Canaria
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