Cultura y gestión del agua en el Archipiélago
Wladimiro
Rodríguez Brito
Entendemos
que la problemática del agua en los tiempos y en los territorios insulares no sólo
tenemos que plantearla según la cantidad y calidad de que se dispone, sino
sobre cómo la cultura y la gestión fortalecen los usos más adecuados, tanto
en aspectos ambientales como sociales. El agua, entre otras cosas, es un bien
limitado en todo el planeta, y gran parte del bienestar de los pueblos no
depende de la cantidad y calidad del agua, sino de la mentalidad del buen uso de
dichos recursos.
Así, en un corto periodo de tiempo, hemos pasado en
Canarias del aljibe y de lo que manaba de unas fuentes relativamente cortas en
el Archipiélago a disponer de más de 300 desaladoras que, como sabemos, en
algunos casos aportan hasta 100.000 m3/día. Sin embargo, estos hechos pueden
generar espejismos sobre la modernidad y el progreso en las Islas. Entendemos
que hablar de agua en el presente y futuro en esta tierra es volver a una
cultura que armonice la gestión de lo pequeño, de lo local, de lo individual,
con lo público y el interés colectivo; por ello, no podemos establecer que la
privatización de la gestión del agua en los ayuntamientos, como ahora está
ocurriendo en numerosos municipios de las islas desde Lanzarote a La Palma, o
que la gestión pública siempre es mejor que la privada, cuando conocemos casos
en los que la red de los ayuntamientos y las infraestructuras relacionadas con
el agua, desgraciadamente, no funcionan de manera adecuada. Por ello, los tópicos
de lo público y lo privado no nos dan las alternativas que supuestamente
demanda la sociedad. Es en este plano en el que debemos situar que en Canarias,
en un corto periodo de tiempo, hemos pasado de un consumo urbano de menos de 10
litros/habitante/día, en más del 70% de la población, a situarnos por encima
de los
Por ello, las alternativas a la actual situación son
mucho más complejas que los tópicos entre lo público y lo privado.
Por ello, en la compleja situación de la lucha por mejorar nuestros recursos,
tenemos que potenciar parte de la ilusión y sabiduría que ha estado en los
gestores de las galerías y pozos de las Islas. En otro estado de cosas, las
comunidades de regantes, como gestoras para optimizar los recursos hídricos con
costes soportables, deberían ser potenciadas, sin que esto signifique entrar en
tensión con las administraciones que tienen que ver con el agua, ya que en los
últimos años hemos tenido un alejamiento entre los demandantes del agua y la
gestión de ésta. Se entiende que no hay manera de optimizar nuestros recursos
si no conseguimos una mayor participación, en la que el conocimiento y el interés
público e individual confluyan para hacer de este recurso el mejor servicio
posible a la comunidad. En este mismo plano, entendemos que la relación entre
energía y agua ha de cambiar en Canarias, ya que el marco legal en las Islas no
distingue entre energías eólica o fotovoltaica para usos industriales o bien
para la desalación de aguas.
Tema este que creemos de primer orden, dada las tecnologías actuales y las
posibilidades que dichas energías aportan como alternativas al petróleo para
hacernos menos dependientes de las 300 desaladoras que tenemos en las Islas; por
ello, la lectura que hacemos de las plantas de desalación, en la que confluyen
instalaciones privadas y públicas. Entendemos que han de ser complementarias,
no sólo en el plano económico sino, sobre todo, han de cumplir unas mismas
reglas en cuanto a vertidos de salmuera o a la utilización de canales, bien
sean públicos o privados, para la utilización del agua en los territorios
insulares.
El capítulo de inversiones ha de cambiar puesto que la actual descapitalización
del sector del agua, en la que apenas hay aportes de la iniciativa privada y una
preocupante orfandad por parte de las administraciones públicas, como de hecho
está ocurriendo con las plantas de desalación, así como la infraestructura de
canales y depuradoras de aguas residuales para reutilizar por nuestra población,
pone de manifiesto un capítulo olvidado de manera preocupante para una gestión
sostenible ambiental y socialmente en esta tierra.
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Doctor en Geografía