En
relación a la Cueva de las Mil
Momias
Francisco
P. De Luca López (*)
Introducción
Momia
de Tenerife expuesta en el museo de Madrid
Recientemente ha salido a la luz una interesante publicación bajo el título
“La Cueva de las Mil Momias”, de Editorial Herques (2010), cuyos autores son
el catedrático de Arqueología de la ULL, Antonio Tejera, David Galloway,
escritor y guionista, Daniel García, Licenciado en Historia, y Juan Francisco
Delgado, Licenciado en Geografía e Historia, este último titular de la citada
Editorial e impulsor de la idea. Consta de una primera parte histórico-arqueológica
con abundante documentación gráfica, acompañada de numerosos datos basados en
fuentes documentales históricas, así como otros datos inéditos procedentes de
la tradición oral, referida a la aún no hallada, aunque nombrada con
frecuencia en los archivos históricos, Cueva de las Mil Momias. Se completa con
aportaciones lingüísticas sobre la toponimia guanche y un detallado estudio
sobre momificación de las Islas
Canarias.
La
segunda parte del libro está dedicada a una novela de ficción basada en
elementos histórico-científicos en la cual, en un lenguaje sencillo y claro y
haciendo referencia al mismo tema de la Cueva, se construye un entramado
literario isleño de indudable atractivo.
Nuestra modesta contribución en el presente artículo consiste en analizar y
contrastar diversos datos toponímicos que se exponen en la referida publicación,
profundizar en el análisis lingüístico aportando nuevas interpretaciones, así
como ampliar la información sobre el tema, con un ánimo totalmente
constructivo, en aras de un mayor conocimiento sobre un tema de indudable interés
para los lectores y de una mayor difusión cultural sobre nuestro Patrimonio
Arqueológico. Como bien dicen los autores al referirse a la citada Cueva, podría
ser el mayor hallazgo arqueológico funerario de Canarias. Si alguna vez ve la
luz (aún en la actualidad se guarda el secreto más absoluto por respeto a los
antepasados) sugerimos el inmediato establecimiento de un museo de sitio
debidamente conservado y protegido por las autoridades competentes en la
materia, al igual que ocurre en otros países con sus respectivos legados
culturales. Al mismo tiempo, instamos al Gobierno español a la devolución
de la momia guanche extraída de la isla en 1764 y remitida al monarca
Carlos III, aunque parece ser que se descubrió y expolió en 1763, según Viera
(tomo 1), (Op. cit., p. 12), a su vez repetidamente reclamada por el Cabildo de
Tenerife y ubicada actualmente en el museo Nacional de Antropología de Madrid,
procedente de la Cueva sepulcral del barranco de Erques, Tenerife.
Merced
a un acuerdo del Senado de agosto de 2006, se aprobó su regreso y devolución
al pueblo canario, su legítimo dueño. Es muy posible que otras momias
procedentes de la Cueva fueran saqueadas y sacadas fuera de la isla a otros
lugares de Europa, en auténticas operaciones comerciales especulativas.
Atrás quedaron por tanto las funestas esquilmaciones de restos momificados,
llevados a cabo en Canarias en los pasados siglos tras el cruento proceso de
conquista y colonización, por expoliadores y traficantes del legado guanche,
con la infame pasividad de las autoridades de la isla del segundo tercio y
finales del siglo XVIII, reinando en España Carlos III. El autor inglés
Sir Edmund Scory (1577-1626), refiere en aquella época: “todavía
quedan cadáveres de estos que han estado sepultados durante mil años”, (Op.
cit., p.,21), lo cual indica la veneración y
protección de los restos de los antepasados por parte del pueblo
guanche, el pasado y el actual.
Descripción
y análisis etimológico del Barranco de Erques y de otras voces isleñas.
Tratándose de un elemento geográfico fundamental en el entorno en el
que se sitúa la Cueva de las Mil Momias, estudiaremos con detenimiento el topónimo
“Erques”, conocido barranco situado aproximadamente en la línea divisoria
de los actuales municipios de Güímar y Fasnia. Tuvo una importancia
transcendental, sobre todo en los tiempos anteriores a la conquista europea de
la isla de Tenerife, en lo que se refiere a la actividad ganadera, la más
importante fuente de recursos de los guanches. La debilidad y el rudimentarismo
de la actividad agrícola (por el contrario, esta última tuvo más importancia
en la isla de Tamarant) fue determinante a fin de que la subsistencia se
diversificara en otras opciones como la pesca o la recolección silvestre y, de
forma determinante, en la ganadería, por otra parte ostensible signo de riqueza
de las clases más pudientes-los nobles- que detentaban la propiedad de los
ganados. La propia denominación del menceyato más poderoso de la isla, Taoro,
la podemos asociar etimológicamente con la voz tachelhit del sur de Marruecos:
“taurut”= “gran rebaño de ovejas” (F.P. DeLuca, 2004:89), de E. Laoust,
1936). Se marcaba así el territorio de influencia del ganado del Quebehi Imoha
Bencomo, mencey que ejerció un claro poderío socio-económico, y por tanto
militar, sobre el resto de los menceyatos de la isla. La voz amazigh tiene su
equivalente en la isla de Tamarant en el topónimo “Taoro” (Chil, en
B.Alfonso I, 1991: 394) citada como “playa” y en los significativos topónimos
recogidos de la tradición oral: Barranco de Tauro, Lomo Tauro Alto, Montaña
del Tauro, playa del Tauro y las formas diminutivas castellanizadas (seguramente
en alusión al menor tamaño de los rebaños) Barranco Taurito y Lomo del
Taurito, todos ellos en Mogán. La expresa denominación de una playa con el
nombre de Tauro podría estar asociada a las “apañadas”de los rebaños que
terminaban reunidos en la costa, también frecuentes en la isla de
Fuerteventura. La posesión de ovejas-y de cabras- era pues en las islas un
claro signo de control socio-político por parte de la nobleza, en este caso
relacionado con una extensa área de pastoreo de ovejas y cabras de la zona de
Mogán.
Retomando la voz Erques se documenta específicamente en las islas de Tenerife y
La Gomera, y no tenemos constancia de su presencia en el resto del territorio
nacional canario, al menos bajo esta forma léxica. En la isla de Tenerife la
tradición oral atestigua la existencia del topónimo a través de las variantes
grafiadas Erques, Erque o Herque (Viera, S.Berthelot, 1842) y asociado a dos
barrancos: uno, Erques, como citamos ut supra, en el límite entre Güimar y
Fasnia y el segundo, Erque, barranco situado en Guía de Isora, que nace en Boca
Tauce y desemboca en la playa del mismo nombre, siguiendo aproximadamente el límite
con el término municipal de Adeje. La Vera de Erque es una variante del mismo
vocablo, caserío de Guía de Isora en donde se produjeron los primeros
asentamientos poblacionales debido a la proximidad de puntos de agua o
nacientes. Antes de la conquista española fue
importante zona de pastoreo guanche, actividad que fue decreciendo
posteriormente a favor del cultivo de cereales.
En relación a La Gomera volvemos a encontrar la misma voz en el barranco y
caserio de Erques o Erque (Aguilar y Chil), en el municipio de Vallehermoso.
Desciende desde la meseta central de la isla hasta la costa y su cabecera se
localiza al pie de la de Fortaleza de Chipude, en forma de profunda caldera con
un corte casi vertical de
En
su tramo más alto, en la corona forestal, existen abundantes pinares canarios.
Esta circunstancia favorece la hipótesis de la ubicación de la Cueva necrológica
en dicho entorno (como veremos más adelante), debido a la utilización de la
pinocha en el proceso de mirlado de los cadáveres. En 1885 fue encontrado en
una cueva de dicho barranco un idolillo de barro envuelto en una piel que, según
B.Alfonso (I, 1991:293), llevaban a modo de colgante en el pecho los adivinos o
“santones”, denominados “guañameñe, guanameñe (F.Osorio, 2003:463, de
P.A.del Castillo) o guanamene (Op cit., de S. Berthelot). Esta voz la
podemos restablecer desde el primario tuareg del Ahaggar como “wa n y
amenn “= “este de decir”, “el que dice” o “el dicente”, derivado
del verbo “enn” (N) = “decir” (Ch. Foucauld III, 1951), en el sentido
genérico de “adivinar, predecir o decir (el porvenir)”. B. Alfonso (Op cit:
294) nos refiere que al citado idolillo la tradición oral de la isla lo
denominaba “guatimac”, cuya traducción la asociamos al primario kabilio
“wa timmad” (MD) =” este de la persona misma, de la que se trata”
(J.M.Dallet, 1982), en alusión a un personaje individualizado y único. Expresa
por tanto un objeto portado por alguien importante, un objeto personal e
intransferible y no portado por otra persona que no fuera él mismo. Lo lleva
“en persona, él mismo, en una muy posible relación con la figura del santón
o adivino, muy venerado en la sociedad guanche. La evolución fonética
posterior a la forma castellanizada “guatimac” se explica por la
equivalencia del fonema final “d” del primario amazigh: “d>t>ch”,
por realización paladial y posteriormente por vicio ortográfico de la voz
resultante “guatimach>guatimac”, análogamente
a lo que ocurre con la voz Ataman
y Acaman, esto último señalado por M.A. Fariña en B. Alfonso (I, 1991:289).
La presencia pues del guanameñe en el barrranco de Erques, en tierras de nobles
(como veremos más adelante), podría explicarse por la influencia e importancia
social y por su más que probable pertenencia al linaje real, posiblemente del
menceyato de Taoro, dado el carácter de “territorio autónomo” vinculado a
aquel menceyato de la zona güimarera de Chimaje, y en cuyos altos y a orillas
del barranco de Erques se podría ubicar la gran cueva funeraria. Era esta zona
sureña muy transitada por los pastores y rica en plantas forrajeras, óptima
para la ganadería menor por ser zona de alta montaña y abundantes cuevas
(L.Diego Cuscoy, 1976), por lo que no
es de extrañar la propiedad de la misma por parte de la nobleza isleña.
Nuestra hipótesis sobre el origen amazigh del término Erques se asocia al
primario verbal tuareg del Ahaggar “erkes”= “pisotear” (personas,
animales (RKS) (F.P. DeLuca, 2004: 178), atestiguado en Ch.Foucauld IV, (1951),
es decir:“lo pisado, lo pisoteado”, en referencia a suelo, lugar, hierbas,
etcétera, y por extensión “lo transitado, o “pateado”, en el dialecto
actual canario. La justificación de esta voz genérica canaria se basa en la
existencia de lugares de paso obligado o habitual de los pastores y sus ganados,
en ruta de trashumancia vertical desde la costa a la cumbre (Las Cañadas del
Teide, era zona comunal de pastos utilizada por los distintos menceyatos). La
gran cantidad de ganado que existía en la isla de Tenerife en época anterior a
la conquista explicaría el trasiego de hombres y ganados, que concentrarían su
paso hacia las cumbres por determinados lugares que ofrecieran mejores
condiciones que otros para el tránsito
de los animales. L.Diego Cuscoy (1968) consideraba el margen derecho del
barranco de Erques como uno de los pasos abiertos o senderos trashumantes entre
la cumbre y la costa. Se movían los pastores por el Camino del Arrastradero,
que según este autor bordea dos puntos arqueológicos: La Hoya del Tagoror (muy
próxima a la montaña Beñamo) y El Bailadero, situado a más altitud. Por
nuestra parte, la traducción de Beñamo: wi-n-y-amu” = “el (lugar) de o los
(lugares) de participar, asociarse, formar parte, implicarse, juntarse,
reunirse” (M.Taifi, 1991, Marruecos Central) deja muy claro el significado del
topónimo y su vinculación a la Hoya del Tagoror o asamblea (tagrurt =
“recinto circular de piedra seca para el ganado” (Ahaggar), en este caso,
por extensión semántica del término, equivalente a “lugar de asamblea o
reunión”, por su estructura circular.
En el caso de La Gomera la propia
toponimia nos ofrece un dato interesante que pudiera avalar nuestra hipótesis.
Cercana a Erque y Erquito se encuentran La Dehesa, El Paso y el sugerente topónimo
La Manteca, cercano a la Lomada de Arguayoda. Por su similitud fonética y semántica
podríamos asimilar La Manteca al compuesto amazigh: ma n tekka “el (lugar)
que es de pasar o “el (lugar) del paso”, (F.P. DeLuca, 2004: 179), en donde
la partícula “ma” es el demostrativo “el que, lo que” y “tekka” es
una variante verbal de la forma infinitiva “ekk” (K) =”venir, provenir,
pasar, pasar por”, de raíz kabilia, ambos vigentes en los dialectos del
Marruecos Central (M.Taifi, 1991). Esta voz se documenta asímismo en la isla de
Tenerife: Camino de Las Mantecas (La Cuesta); Camino de La Manteca (Cruz
Santa-La Perdoma); La Manteca (Fasnia, Arico el Viejo, Barranco Tamadaya) y en
la isla de La Palma: Hoya de la Manteca (Fuencaliente,
Descripción
y etimología del entorno geográfico de la Cueva de las Mil Momias.
Aún se desconoce la ubicación exacta de dicha Cueva, aunque los autores
de la obra ofrecen una serie de datos procedentes de la tradición oral y de las
fuentes escritas de los diversos cronistas e historiadores que arrojan algo de
luz sobre el particular. Nuestra aportación en este caso consiste en el análisis
lingüístico de algunos topónimos, aparte de ampliar información inédita
sobre el espacio topográfico próximo a la necrópolis, en aras de facilitar en
lo posible la localización de aquella.
Es en el barranco de Erques donde se cree, por parte de los diversos autores, se
pueda ubicar la Cueva funeraria en cuestión (explorada en 1770, “Noticias”,
Viera, Ed.1858) a partir de la información que aporta J. de Viera y Clavijo en
1776 sobre los embalsamientos y entierros de los guanches: “Al tiempo que
se escriben estas noticias se acaba de descubrir un panteón excelente, cuyo
apreciable monumento derrama mucha luz sobre esta parte de nuestra historia
antigua. La cueva, aunque de una entrada sumamente díficil, es en lo interior
alta, capaz y acompañada de algunos nichos abiertos en la peña. Está en un
cerro muy escarpado del Barranco de Herques, entre Arico y Güimar, en el país
de Abona y tan lleno de momias, que no se contaron menos de mil... A la verdad,
yo no había admirado tanto hasta entonces aquel
artificio con que estos isleños inmortalizaban sus cuerpos...las mortajas o
forros en que estaban arrollados desde pies a cabeza son unos pellejos de cabra
cosidos con primor. Algunos cuerpos tienen hasta cinco o seis, puestos unos
encima de otros. Hállanse los varones con los brazos extendidos sobre ambos
muslos y las hembras con las manos juntas hacia el vientre. Aún la misma
colocación que tienen los xaxos en este cementerio es objeto digno de atención,
porque están en camas y filas, sobre unos como andamios o catrecillos de madera
todavía incorrupta, cuyo espectáculo no tiene nada de honroso...”; “..y
trasladándolos a las cuevas más inaccesibles, destinadas para cementerio común
(citaremos este dato cuando acometamos el análisis lingüístico), los
arrimaban verticalmente a las paredes o los colocaban
con muncha orden y simetría sobre ciertos andamios..”; Entre los
objetos curiosos que hay en la Real Biblioteca de Madrid está el precioso cadáver
de uno de los guanches que se sacaron de la caverna sepulcral de
Herque, en Tenerife. Algunos han ido tambien a adornar los gabinetes de
los reinos del Norte” (en A.Tejera et al., 2010: 25-26). Por su parte,
estos autores indican que la momia se envió desde las dependencias de la Real
Biblioteca al Gabinete de Historia Natural por orden de Carlos III, el 3 de
octubre de 1776 (Op. cit. p.14).
Esta cueva descrita por Viera y situada en Erques podría no tener relación
(por el número de cuerpos hallados) con otra cueva que el mismo autor sitúa en
el distrito de Güimar (cerca de Güimar) (“Historia de Canarias”,Viera, Ed.
1982, Vol 1) y en cuya cita se alude a la visita a una gruta del viajero británico
Thomas Nichols en 1526 y que contenía entre 300 y 400 momias. Parece ser que en
tiempos de los primeros guanches existían más de 20 cuevas en Tenerife
albergando los cuerpos de príncipes y gentes distinguidas. El secreto para
acceder a ellas sólo era conocido por los más ancianos que incluso aseguraban
no conocer su ubicación. Según E.A. Hooton (1925) no se han encontrado más
que cuatro o cinco, (“Los primitivos habitantes de las Islas Canarias”, Ed.
2005). Este autor norteamericano hace mención igualmente del hallazgo de la
cueva de Erques con “más de 1000 momias”, citando a Viera.
De la momia de la cueva de Erques, parece ser que de un varón, el autor y médico
chasnero J.Bethencourt Alfonso hace una detallada descripción de la misma en
1908, en relación a su exposición al público en el Museo Arqueológico
Nacional de Madrid: “Tendido; manos por bajo de la parte externa de los
muslos. Dedos gordos de los pies unidos por una correa. Parece momificado por
desecación. Color de la piel amarillento. La cabeza como tumbada sobre el
hombro derecho. Brazos tendidos y unidos al cuerpo siguiendo las formas de éste.
Tobillos unidos (el derecho más arriba que el izquierdo); rodillas unidas, pero
la izquierda más arriba que la derecha; pene al parecer muy grande”(Tomo II,
1994: 606).
La alusión que vincula al barranco de Erques con el Barranco de los Muertos se
aprecia claramente en la cita de Anchieta y Alarcón (en A. Tejera et al.,
2010:41) al tratar de las tierras de Marcos de los Olivos que por la parte de
Agache lindaban “con el barranco de los muertos, por la vereda”.
La práctica totalidad de las cuevas sepulcrales se localizan en los márgenes
izquierdos de los barrancos, salvo excepciones, según los resultados de las
prospecciones arqueológicas de la isla.
El dato de Anchieta (por la parte de Agache) lo consideramos fundamental, al
menos para localizar la Cueva en el margen izquierdo del barranco de Erques. Al
margen de esta información pensamos en una posible ubicación en los altos de
la zona más occidental del menceyato de Güimar (Chimaje, y no Agache) por la
mejor conservación de los cuerpos mirlados en ambiente seco y de alta montaña
y no en el menceyato de Abona (en aquella época aún no existía Fasnia como
municipio independiente). Estamos de acuerdo, pues, con los citados autores
cuando afirman que la ubicación de la Cueva no se corresponde con la denominada
Cueva de Las Calzadas, situada en el margen derecho del barranco de Erques, en
el municipio de Fasnia cerca del antiguo Camino Real y a poca altitud sobre el
nivel del mar. Por tanto, aquella se desecharía por motivos diversos como la
existencia de humedad en el ambiente o por la propia configuración de la
superficie de la cueva (Op. cit. p.29). Así, creemos que la elección de la
cueva funeraria colectiva no se llevaría a cabo en tierras de la zona más
oriental del menceyato de Abona, a pesar de que ésta igualmente estaba bajo el
control de los nobles del menceyato de Taoro, como justificaremos etimológicamente
más adelante. A modo de hipótesis y con todas las reservas, nuestra propuesta
concreta de la posible ubicación de la Cueva de las Mil Momias apuntaría a la
zona de Guaco, actualmente denominada galería de Guaco, por la existencia de
aguas subterráneas. B. Alfonso (I, 1991) recoge la voz Guaco como barranco y
charco en Fasnia y B.Pérez Pérez (1995) como “localidad en Güimar”.
Allí, efectivamente, existe un cerro entre los 1.500 y
El
cementerio común que cita Viera. No obstante, entre los guanches se
distinguían los panteones o necrópolis de los nobles y los de los siervos,
aquellos tratados con técnicas de mirlado y adoptando para la alta nobleza y
los soberanos el ahumado y la desecación (J. Bethencourt Alfonso II, 1994:
297-300), como vimos ut supra en la descripción de la momia de Erques. No
podemos afirmar taxativamente si se trataba exclusivamente de un panteón de la
nobleza, aunque algunos apuntan al “Panteón de los Menceyes” y su entorno
familiar (A. Tejera et al., 2010: 49). Sin embargo, nos resistimos a creer que
pertenecieran a la nobleza del menceyato de Güimar, por las razones que
indicaremos más adelante.
La existencia en el entorno del topónimo La Campana nos podría sugerir,
siempre como hipótesis a considerar, la posibilidad de comunicación funeraria
(entre otros usos) a modo de resonante “campana”, utilizada por los guanches
a partir de la percusión de fragmentos o lajas de rocas fonolíticas desgajadas
de algún bloque permanente de este material ígneo presente en la zona. Asímismo,
es significativa la existencia en la zona próxima a Guaco de la Fuente Copa,
extraño topónimo transmitido por la tradición oral que da nombre a una
antigua fuente o naciente que antaño servía de lavadero y de la que se
aprovisionaban de agua las gentes de El Escobonal. El análisis lingüístico
del término nos conduce al paralelo kabilio “akufi (pl: ikufan)“ (KF) =
“tinaja” (J.M.Dallet, 1982). La forma plural
ikufan deriva en ikufa >ikupa >copa, por elipsis vocálica de la
“i”, apócope de la “n” final y por la conocida equivalencia fonética
“f>p”. El naciente o fuente formaba, por el abundante agua que manaba,
una especie de gran pileta o poceta de forma ovalada, a modo de “bañera” o
“tinaja” natural en la roca, de la que se aprovechaba el líquido elemento
que allí se encharcaba. Es muy probable que se utilizara por los guanches para
el lavado de cadáveres en el proceso de momificación o mirlado. Para Tenerife,
F. A. de Espinosa nos dice: “ ..tomando el cuerpo del difunto, después de
lavado, echábanle por la boca ciertas confecciones..” (Ed.1980: 44)”.
Por su parte, J.Bethencourt Alfonso
nos detalla: “lo tendían en el suelo sobre un lecho de ramas, briznas y
yerbas secas aromáticas, para después de lavarlo extraerle las entrañas
respetando el sistema piloso...” ..Nuevamente lo lavaban por dentro y por
fuera para colocarlo seguidamente encima de un chajasco...”(T. II, 1994
:296).
Para los chajascos se utilizaba el escobón y la retama, abundantes en el
entorno del lugar y, por otra parte, como dato que confirma el lugar como punto
hidrológico de cierta importancia, J. Alvarez Rixo nos describe una gran cueva
de guanches en El Escobonal a partir de una noticia en la
prensa isleña del año 1876: “..descubrió con admiración una
caverna de cosa de cien metros de largo y diez de ancho, y en su medio una
fuente de buena agua potable...”(en A. Tejera et al., 2010:34).
Respecto a la toponimia del lugar se verifica por nuestra parte el carácter de
línea o trazo divisorio del barranco de Erques entre los menceyatos de Güimar
y Abona. Nos referimos a la zona de Aguerche, en el margen izquierdo del citado
barranco, por el lado de El Escobonal-Chimaje, a unos
Consideraciones
finales
La
penetración o control territorial y el robo de ganado por parte de la nobleza
del menceyato de Taoro sobre el de Güimar (causa de la sempiterna y profunda
enemistad entre los dos) se materializó a nuestro juicio en la zona occidental
de Güimar (Chimaja o Chimaje, El Escobonal) y en la zona oriental de Abona
(Imobad, Imobar). La traducción de ambas voces apuntan respectivamente al
singular y plural del primario tuareg del Ahaggar “amâhagh (pl: imûhagh) =
“noble y libre”. De ahí provienen “ti amâhagh = “las o la (tierra) del
noble”> Chimaja > Chimaje e “Imûhagh” = “los nobles” > Imoha
(denominación del linaje del mencey Bencomo) > Imoba(r). Por vicio ortográfico,
la especie de cedilla de la “h” del castellano antiguo se convirtió en
“b” en las grafías de los primeros documentos del siglo XVI de
repartimientos de tierras.
Quedaría patente pues el poderío de los nobles de Taoro que muy bien pudieron
apropiarse de las citadas zonas de Güimar y Abona, ejerciendo una especie de
“cuña” territorial o protectorado que influyó en los pastores y en parte
de la nobleza de dichos menceyatos. Dispusieron del control y propiedad de los
ganados y esto explicaría el establecimieno de una zona “sagrada” que
incluiría, entre otros espacios rituales, la Cueva de las Mil Momias como necrópolis
colectiva de la nobleza, no lejos del Llano de Maja (amâhagh= noble) y lejana
de la influencia del núcleo principal del menceyato de Güimar, al otro lado de
la Ladera, en donde residía el mencey y que probablemente dispondría de su
propia necrópolis ya citada más arriba. Precisamente la enemistad entre Güimar
y Taoro facilitó y aceleró el proceso de conquista de la isla de Tenerife, y
de la que eran conscientes los españoles que a finales del siglo XV culminaron
la anexión a la Corona.
Finalmente, constatamos por nuestra parte una curiosa coincidencia entre la
posible ubicación geográfica de la Cueva de las Mil Momias con el vértice más
occidental de la Constelación de Can Major que ocupa la estrella Sirius, señor
de los ritos funerarios en el mundo de los antiguos egipcios y que según la
acertada teoría del autor Daniel García (Op. cit, p.95) coincide con el
trazado de cazoletas y canalillos del Almogaren reseñado en su obra. Un dato a
tener en cuenta, si alineamos Guaco con el
Pico de Cho Marcial y con el Lomo Santo y este a su vez con
la zona de Cruz del Roque y La Piedra de la Inés (“Iness” =”estar
acostado”, en dialecto tuareg del Ahaggar, Ch. Foucauld III, 1951) en Fasnia.
En relación a la Piedra de la Inés podria estar relacionado con una especie de
“guardián sagrado” que “protegía” o pernoctaba a la intemperie en
piedras planas adecuadas cerca de las tumbas de los nobles y de los cuales, según
la tradición guanche, sus espíritus vagarían de noche, en consonancia con la
teoría del magio o xaxo (ánima) arrimado de la que hablan los cronistas. Por
otra parte, la costumbre de dormir en un santuario para obtener un sueño
voluntario en repuesta a una invocación o demanda concreta es recogida ya por
Herodoto entre los antiguos Nasamones libios del norte de Africa, costumbre
denominada “incubación”. Asímismo, entre los tuaregs, las mujeres
practican un rito similar en la proximidad de antiguas sepulturas colectivas:
“ ellas se visten ricamente y se acuestan cerca de la tumba y el “zabbar”
(ogro) se les aparece y les da la respuesta que ellas han solicitado” (M.
Virolle-Souibès, Encycl. Berbère XV, 2005). No mencionamos otros lugares por
discreción y que, en efecto, constituirían una parte de la zona “sagrada”
de los nobles, sincretizada por la influencia cristiana posterior, que abarcaría
Chimaja e Imobad y en la que sería muy interesante profundizar en futuras
investigaciones.
Se deduce, por tanto, que los enterramientos se podrían relacionar, aparte de
las características orográficas del terreno, con las rutas pastoriles de paso
obligado, máxime teniendo en cuenta que la posesión de ganado era el mayor símbolo
de riqueza en la sociedad guanche y, por tanto, bajo control de la nobleza. ¿Serían
pues los pastores al servicio de los nobles los encargados de los enterramientos
bajo la dirección religiosa de los guañamenes ? Todos los indicios apuntan a
que serían los nobles los dueños de los rebaños que circulaban por el
barranco de Erques. La cercana presencia de El Bailadero o Baladero nos indica
además un ritual invocatorio de la lluvia a través del ganado que marca, una
vez más, la importancia de la zona objeto de nuestro estudio.
(*)
Vpte. del Centro de Estudios Imazighen de Canarias (CEIC)
Publicado
en 'La Prensa', revista semanal del periódico El Día, (págs. 1, 2 y 3)
sábado, 05-02-2011
Bibliografía: