Es frecuente que en el debate político
surja la balanza fiscal como un elemento de polémica, de injusticia en la
distribución territorial de los recursos públicos o, en el caso de Canarias, como
una expresión más del esfuerzo del Estado español para con su territorio más
alejado. Aisladamente, la supuesta generosidad fiscal del Estado para con
Canarias puede ser un argumento defendible, aunque con muchas matizaciones, y
habría que considerar dónde se declaran las rentas generadas en Canarias por
empresas con sede fiscal en la Península, y qué efectos fiscales se declaran en
Madrid, Barcelona, Bilbao etc. Para que fuera un análisis adecuado tendríamos
que considerar dónde se genera la riqueza y diferenciar la distorsión que
implica declararla a efectos fiscales en un territorio distinto. En cualquier
caso, hay flujos económicos interterritoriales mucho
más relevantes.
Una simple aproximación a la balanza
comercial de Canarias pone en evidencia la magnitud del impresionante mercado
que el Archipiélago supone para las empresas radicadas en el resto del país.
Canarias importa de España dos tercios de todas sus importaciones alcanzando un
valor de 9.346 millones de euros en 2011, prácticamente las mismas cifras que
en 2010. Las exportaciones de España a Canarias suponen un valor equivalente a
lo que exportó en
Canarias es un mercado excepcionalmente
importante para España. Si descontáramos el efecto de las importaciones de
combustibles, el peso específico del consumo de mercancías con procedencia del
resto de España en Canarias es abrumador. El elevado peso específico de
productos de España en la composición del déficit comercial canario solo se
explica por la pertenencia al Estado español, por el modelo de relaciones económicas
consolidado entre el resto de España y Canarias, por el control de los canales
de distribución y todo tipo de mecanismos disuasorios y barreras de entrada,
formales o no, a otras fuentes de aprovisionamiento. En ningún caso se explica
por una mayor competitividad de los productos españoles. Si fuera así, España
ocuparía las primeras posiciones en el ranking de exportadores mundiales. Una
situación completamente opuesta a la de comunidades autónomas como Cataluña,
para la que el resto del Estado supone, con diferencia, su principal mercado.
Se puede plantear que es una situación normal al pertenecer a un Estado, que no
es posible establecer equilibrios de esta naturaleza entre regiones o
nacionalidades pertenecientes a un mismo Estado. Es discutible, pero aún dando
este argumento por válido, lo cierto es que el mensaje que durante generaciones
se ha transmitido a los canarios es el contrario, que somos dependientes para
todo del Estado español, cuando en realidad estamos ante una variante del
modelo de relaciones económicas extractivas centro periferia. Basar el debate
del coste fiscal de Canarias para el resto de España en las partidas asignadas
anualmente en los Presupuestos Generales del Estado o en el cumplimiento de la
inversión media estatal contemplada en nuestro Régimen Económico y Fiscal (REF)
es absolutamente insuficiente e injusto en términos políticos, económicos y
sociales, si no ponemos en contraposición el gran mercado que supone para
España Canarias y la transferencia de rentas que esto supone muy superior al
retorno que se genera en sentido inverso. Con este escenario no es difícil
deducir dónde están los intereses para que Canarias siga teniendo una tasa de
autoabastecimiento tan baja, para que tengamos tantas dificultades para
modificar un REF que realmente estimule la producción propia y reduzca nuestra
dependencia exterior, para que en definitiva Canarias aproveche las
posibilidades de su mercado interior (con mayor capacidad de compra que el de
cinco estados miembros de la UE) y su tan ansiada proyección exterior.
Para que, en definitiva, Canarias siente
las bases de un desarrollo económico equilibrado basado en un sector primario
con un gran potencial de incrementar nuestra tasa de soberanía alimentaria, de
autoconsumo, con un sector industrial mucho más potente y con un sector
servicios diversificado que vaya mucho más de nuestra especialización en
materia turística. Es posible, y las claves pueden estar en reformas de
profundo calado y un cambio radical de estrategia en la definición de nuestro
Régimen Económico y Fiscal.
* ECONOMISTA
Publicado en el periódico Diario de Avisos, 8-12-2012