Historia
de un Cuento Carísimo
Félix
Román Negrín Rodríguez *
Dentro de unos
días quien sabe, nos cambiarán a un rey por otro —dejándonos al margen, por
supuesto— y seguiremos como moscas: rebotando ante un cristal blindado. Se impone
una reflexión a fondo: llamamiento a la
autocrítica en el seno del republicanismo. ¿Estamos pasando de moda?
¿Renunciamos a la igualdad?
No, esto no va de Juan Carlos Primero —o
Francisco Franco Segundo, como ustedes prefieran—. En su caso llegamos tarde…,
pudo ser indecisión, falta de entereza, "pragmatismo", ausencia de
líderes creíbles o quizá el sometimiento ante la formidable desproporción de
armas que le concedieron un poder usurpado al conjunto de la ciudadanía. Mas
helo ahí: más de tres décadas de usurpación institucional, y todavía se atreve
a hacer callar a gobernantes electos.
Me gustaría más bien hablar sobre Francisco Franco Tercero —Felipe Borbón, para
entendernos—, es decir, el nuevo militar que también quiere presidirnos sin
pasar por elecciones.
”Su legitimidad de origen no son las
urnas, sino las armas”
Quisiera hablar de él y de cómo impedir que este nuevo candidato a autócrata
uniformado, se convierta en otra secuela del último golpe de Estado que ha
sufrido la población civil de este país de países (póngase atención al uso de
las palabras: "Golpe de Estado", que no asonada preventiva,
auspiciada desde lo que se pretende consolidar).
Este absurdo cuento infantil que las armas llevaron a la vida real, no solo
molesta por su elevadísimo presupuesto; ni porque en pleno S. XXI constituya
una insólita falta de respeto hacia las familias trabajadoras más humildes; lo
grave no es que una sola familia se haya apropiado de la más alta magistratura
del Estado, usurpando una función que pertenece al pueblo…, no, el problema es
que la monarquía es un símbolo: el ejemplo cumbre de la desigualdad, y como
tal, no debería ser la máxima expresión de las instituciones públicas de un
país que se reclame democrático, social y de derecho.
Quien suscribe estas líneas se encuentra a la espera de conocer el fallo de un
juicio penal por "ultrajes a España". En opinión de los policías de
paisano, y a tenor del criterio de los representantes de la fiscalía, sustituir
una bandera roja y amarilla por otra roja, amarilla y morada, constituye una
ofensa a España. La pregunta es: ¿no es más insultante contemplar cómo el
ayudante de un dictador firma nuestras leyes, encabeza nuestras Fuerzas
Armadas, nos representa en el exterior y se imparte Justicia en su nombre?
La sucesión a la vuelta de la esquina
Sea como fuere, el cómplice y sucesor del golpista está ya muy anciano, y todo
parece indicar que en cuestión de meses —días quizá— el hecho biológico
inevitable o un volantazo desde las cloacas, precipitarán el cambio de titular
en la máxima institución antidemocrática del Estado.
Sin duda, toda la maquinaria de propaganda oficial se encuentra dispuesta,
lista para ser activada cuando tenga lugar el —llamémoslo— "traspaso de
incompetencias". Todo está listo: la mayor parte de los guiones de los
telediarios ya se encuentra escrita, las imágenes de archivo convenientemente
seleccionadas y editadas —a falta únicamente de sobreimprimir la fecha— y otro
tanto ocurre con los periódicos, en los que —con toda probabilidad— incluso se
han apalabrado las características, precio y espacio de los anunciantes.
La pregunta es simple: ¿Lo permitiremos? ¿Dejaremos que otro militar —el
tercero consecutivo— se erija en una suerte de individuo superior a los de
nuestra especie?
Los republicanos: pocos, divididos,
manipulados y sin estrategia
Con tristeza, observo como en los últimos años, las organizaciones que se
suponen la vanguardia del Movimiento Republicano se han ido convirtiendo en
meras "Comisiones de Fiestas de pueblecito de provincias", cuyo éxito
principal se limita a organizar un par de manifestaciones al año
—manifestaciones pertinentes y llenas de dignidad, pero previsibles y estancadas–.
Estuvo bien consensuar un documento-base de ocho puntos mínimos para avanzar
hacia la República, pero ahí quedó: con sus referencias al fallido Plan
Ibarretxe (tumbado por la socialdemocracia españolista) y al también fracasado
proyecto de Constitución Europea (que hoy se nos impone vía Tratado de Lisboa).
Una declaración-marco está bien, pero si con el tiempo se blinda y sacraliza,
nos encontraremos ante otro tótem como esa mierda antidemocrática de 1978 y sus
adeptos "constitucionalistas".
Estuvo bien intentar la unidad de acción de todas las fuerzas republicanas,
pero tampoco pasó de ser un mero intento: UCR sigue por su lado,
contraprogramando —quizá por casualidad, pero sin corregir cuando todavía se
está a tiempo— su "Encuentro Republicano" anual, coincidiendo en
fecha, hora y casi en la denominación del acto con el "Encuentro Estatal
Republicano". Pasó en 2005 y ha vuelto a pasar este año. Vergüenza ajena
ver a dos grupos de más de cien personas, trabajando por lo mismo, en dos
lugares distintos, a la vez.
Y por si todo eso fuera poco, los republicanos neoliberales (léase: ultra conservadores
de extrema derecha) también andan por su lado: idolatrando a su cadáver
viviente, que todavía cree que está en
¡Alto! Detengámonos a reflexionar,
mejoremos y sigamos adelante
No se trata de llorar, sino de reflexionar para corregir: ¿Por qué somos pocos?
¿A quien beneficia que estemos divididos? ¿Quién trata de manipularnos? ¿Qué
significa y qué implicaciones tiene el carecer de una estrategia propia?
La autocrítica no es mala. Seamos capaces de vencer al sectarismo: los demás
también existen, luego no solo estamos nosotros; cada persona es un ciudadano;
cooperar no implica confundirse. Partidos escuchad: apostar no significa
controlar ¡joder! Cada vez que hacemos algo intencionadamente ajeno a los demás
republicanos, es como si gritáramos: ¡Viva el Rey! ¡Abajo el pueblo! ¡Muera la
inteligencia!
Resultado: pasan los días, muere Tecglen y nosotros
aquí: dedicándonos a conmemorar cosas, en lugar de avanzar hacia hitos que
algún día merezca la pena conmemorar.
Si nos resignamos, será como si ya hubiéramos perdido. Vendrá un Francisco
Franco Tercero, una Francisca Franco Cuarta… y así, hasta el fin de los
tiempos; hasta que un día —sin saber cómo ni por qué—, leer a Rousseau esté
penado con la cárcel, igual que hoy lo está hacer política en defensa del
pueblo vasco.
Muchos dicen: "modera tu léxico", "jovencito impulsivo",
"
Así no es como cambian las cosas. No hay, no existe un "los otros"…
los demás somos cada uno de nosotros en particular, tú por ejemplo, que lees
estas palabras. ¡Hay que ir más allá del republicanismo de baja intensidad!
Tenemos que ser capaces de dejar de decir que queremos una República y empezar
a hacer cosas para tener una República. Esa es la esencia de la coherencia
política e intelectual: atrevernos a decir lo que pensamos, y ser capaces de
hacer lo que decimos.
La maquinaria mediática bien engrasada.
Cualquier día, EL PAÍS sufrirá un ataque combinado de HOLA y Blancanieves, EL
MUNDO sucumbirá a la línea editorial de LECTURAS y Cenicienta, y el ABC seguirá
igual que siempre. Ese día, veremos una maravillosa Ceremonia de Usurpación,
televisada a todos los confines del planeta.
Una turba embrutecida saldrá a las calles para celebrar lujos ajenos
directamente relacionados con sus dificultades cotidianas para comer, vestir y
poder seguir devolviendo préstamos…, ese día, asistiremos al triunfo de la
desigualdad, y los responsables no serán los mercenarios del Francisco Franco de
turno, ni la hegemonía del capital…, los principales culpables seremos
nosotros, ciudadanos que, a pesar de ser conscientes de todo, consentimos en no
hacer todo lo posible para evitar un nuevo punto y seguido dictatorial.
A rey muerto, rey puesto
El rey ha muerto… ¿Tenemos un plan? Si la respuesta es: no, estamos jodidos. Y
lo mismo vale para el caso de una abdicación en vida, o cualquier otro cuento
que implique nombrar a un nuevo jefe de Estado sin pasar por las urnas.
¿Tenemos una hoja de ruta hacia la República? ¿Tenemos a alguien electo en
quien confiar? ¿Tenemos organizaciones verdaderamente democráticas y
participativas que sirvan para avanzar decisivamente hacia
Recordémoslo: los dos únicos límites son nuestra imaginación y la absoluta
renuncia al uso de la violencia. Dicho esto, en nuestra mano está cuestionarlo
todo, unirnos fuerzas, crear y resistir, hasta retomar el control de las
instituciones del Estado y ponerlo al servicio de la ciudadanía.
¡Hasta la victoria, siempre camaradas!
Ni todo está mal, ni todo está perdido, pero como no nos "pongamos las
pilas", nos va a caer otra corona, y otra, y otra más…
*
Contertulio de la Voz de
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