CRISTIANISMO DE LOS GUANCHES
Padre
Báez *
Un mínimo conocimiento de la
Historia, es para saber y conocer que el cristianismo primitivo se expandió con
gran rapidez por toda esa área del mediterráneo, llegando a España con el Apóstol
Santiago, asesinado (decapitado), 9 años después de la crucifixión del
Cristo, el Mesías. Su doctrina alcanzó de inmediato, todo el norte de África,
sin excepción de los canariis (o posteriormente llamados “guanches”), que
al venir o llegar a estas islas fueron portadores del primer cristianismo.
Siendo así que llegaron en torno a los siglos III antes y después de Nuestro
Señor Jesucristo, cabe pensar con toda lógica, que las primeras riadas no
supieron de Cristo y su doctrina; pero, los de las segundas remesas, no solo
trajeron la fe que tenemos, sino que fueron los primeros evangelizadores de sus
propios hermanos, llegados con anterioridad.
Posteriormente, cuando en los siglos XV y XVI, movían a los descubrimientos la
fe, para evangelizar a los que no conocían la salvación, los católicos
llegados a las islas no encontraron resistencia (la que sí frente a la dominación,
conquista, o invasión), porque en el sustrato más profundo de siglos atrás,
conservaban los principios de la fe universal (el cristianismo o/y catolicismo).
El análisis detallado y pormenorizado de las virtudes, moral o ética, la
espiritualidad, la fe y creencias de los guanches, se ajusta al más puro ideal
cristiano, rayando en ello la santidad o perfección de vida y la ejemplaridad
de las mismas (¡que bien lo cuenta el Padre Herrera, sacerdote también de la
congregación de los paúles, nacido a la sombra del Bentayga, en su libro: “Los Guanches, aquellos Caballeros”!)[1].
Razón por la cual, abogo porque la
Iglesia en su día, conociendo cuanto aquí se dice, canonice a los santos
inocentes (esclavos y asesinados guanches), al derramar su sangre en una lucha
en la que las creencias jugaban un papel importante, por mantenerse fieles a la
fe conservada, mantenida y adaptada.
Prueba de ello hay, tanto escritas, como arqueológicas, donde hay que estar
ciegos y padecer odio visceral a la verdad, para no ver lo que salta a la vista:
la fe de nuestros antepasados, que nos dejaron la base que posteriormente fue
aumentada, perfeccionada, en aquella ola que movió a Europa a evangelizar el
mundo, cumpliendo con ello el mandato evangélico de: “... vayan al mundo
entero, y prediquen y enseñen...”, sin otra razón, ni motivación
alguna, sino la única y exclusiva religiosa, que es la que movía entonces a
aquellos hombres.
* El Padre Báez, que ayuda a comprender el hecho de nuestra historia,
tergiversada, y no contada, por el desconocimiento que de la misma se tiene.
[1]Los
guanches aquellos caballeros