Ensañamiento criminal en Puntagorda
tras la guerra civil de España
René Acosta *
En Puntagorda, por los años 36 al 38, aproximadamente, se realizaron muchas represalias en relación
con la guerra civil española. Guerra que aquí, en La Palma, no hubo tal sino
ensañamiento y crímenes por los que ninguno de los criminales fueron juzgados ni
condenados y, para más Inri, quienes los realizaron paseaban entre las gentes
como si nada. Uno se pregunta ¿cómo esos criminales eran capases de encontrarse con la madre
del hijo que habían asesinado o con los hijos que quedaron huérfanos por que
unos desalmados sin escrúpulos le habían quitado la vida a unas personas
inocentes y sin justificación o motivo alguno?
Los asesinos simplemente fueron gente que se apuntaban a la falange de la época, la mayoría de estos desalmados ni leer sabían. Lo que sí supieron fue llevarse por delante a las gentes; a padres de familia, que dejaron viudas e hijos huérfanos. Cínicamente se jastaban de que 'a los conejos mansos no los matamos, sino a los conejos salvajes'.
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Es el caso de una niña -hoy en día ya octogenaria-
con otros cuatro niños, que vieron como una tarde, a la salida del colegio, se
traían a cinco hombres, uno de ellos con el saquito al hombro y todo sucio de
trabajar, los metieron en la cárcel de los Cuatro Caminos, de Punta Gorda, en
cuyo edificio hoy es donde se encuentra la Casa de Cultura y, justo enfrente se
encontraba la escuela.
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Esa niña de antaño, hoy en día nos cuenta su
macabra historia a sus 84 años de edad. Esta niña de entonces y cuatro niños
más, aquel martes de marzo de 1937, aún en los claros del día, fueron
testigos de como se los llevaron para el barranco de Discagua, barranco que
linda Puntagorda con Garafía. Los niños se quedaron en la parte alta del
barranco, mientras aquellos falangistas se llevaban a estos cinco hombres, cuyos
nombre sí se conocen: Dimas, Glatiliano, Servando, Froilán y Ernesto; personas
buenas, trabajadores, buenos hijos, buenos padres y maridos, les quitaron la
vida con el pretexto de profesar unos ideales progresistas, aunque ninguno de
ellos tenía militancia política o sindical alguna. Sus verdugos les obligaron
a cavar lo que sería su propia tumba. A los que se negaban le fueron cortando,
con un cuchillo de grandes dimensiones, cachos de carne e inclusive un brazo
entero. Los niños oyeron los alaridos de dolor y como la víctimas clamaban
unos por su mujer, otros por su madre y otros por sus hijos hasta que finalmente
fueron asesinados y enterrados en los hoyos que les obligaron a cavar ellos mismos.
Creo más que fue por envidia y venganzas, o por
quedarse con sus propiedades, que por otra cosa; unos verdaderos verdugos. Y se
duele la octogenaria señora que luego aquellos desalmados se paseaban por el
pueblo como si nada. Esos criminales sí tuvieron quien les velaran en su entierro y un nicho
donde descansar, pero aquellas cinco víctimas siguen en un lugar sin localizar
en el barranco, olvidados y sin que nadie les pueda llevar ni una flor.
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Precisamente, en estos días, un grupo de vecinos pertenecientes a una
asociación ‘por la recuperación de la memoria histórica’, están tratando
de localizar sus cuerpos. En el primer intento les falló el GPS pero próximamente
seguirán la búsqueda.
Pero lo que yo me pregunto es ¿cómo después de que la guerra de España terminó y se empezó a gobernar, a estos verdugos no los juzgaron como verdaderos criminales? Es lo que no entiendo como se quedó todo así sin investigar. Aquella niña y los otros cuatro niños, en la época de los macabros sucesos, hicieron una promesa: que hasta que solamente quedara uno de ellos con vida no se dijera nada. Tal era el pánico que a esta gente le quedó. Le prometimos a la octogenaria señora que, para su tranquilidad, no mencionaremos su nombre. Por nuestra parte, estaremos atentos a cuantos más datos sobre unos y otros se vayan conociendo. Hasta que se haga justicia.
Fotos:
2) Escuela de la época
3) Antigua cárcel, hoy Casa de la Cultura
4) Zona de Los Cuatro Caminos, hoy asfaltada
5) Entrada al barranco de Discagua
6 y 7) Rastreando el fondo del barranco para localizar los enterramientos.
* Reportero del periódico digital El Canario