Un coste insostenible

 

Ramón Moreno Castilla

 

La infame e ignominiosa situación colonial de Canarias, pese a lo que se diga en contra, no admite dudas. Basta ver que capacidad de decisión tenemos los canarios sobre los temas que nos afectan y constatar, una vez más, que todo lo importante se decide en Madrid y/o Bruselas, con todo lo que ello implica de indefensión político-jurídica de este pueblo. Es el precio que los canarios estamos pagando por ser "comunidad autónoma española" y "región ultraperiférica" europea. En otras palabras, el gravoso coste de la españolidad y el denigrante peaje de la europeidad.

Por el contrario, siempre se nos ha inculcado, en un canallesco lavado de cerebro, que los canarios tenemos un enorme coste con esto de la insularidad: un territorio fragmentado, a 1.400 km . de la llamada eufemísticamente Península, y que si no hubiera sido por España, que nos "culturizó y evangelizó" (¡en un cruento proceso de conquista y evangelización, no lo olvidemos!), aún estaríamos en la Edad de Piedra; y si no fuera por los españoles, poco menos que nos moriríamos de hambre. Cuando no se ha esgrimido el socorrido tópico "de qué vamos a vivir" si nos independizamos de España; y que si eso ocurre, "Marruecos nos invadirá".

¡Puras falacias! Pero el ignorantado pueblo canario -como dice el compatriota Víctor Ramírez-, no solo se lo ha creído sino que, además, está de acuerdo. Pero nada más lejos de la realidad. Si algún coste real tiene Canarias, ese es, como ya he dicho, el coste de la españolidad; o si se prefiere el coste de la "peninsularidad", por emplear el mismo eufemismo utilizado desde siglos para evitar que desde las colonias se dijera y se diga España.

Los problemas son los lógicos derivados de la insularidad, dada nuestra condición de Archipiélago: conjunto de Islas y, en consecuencia, territorio discontinuo que España ha ido separando cada vez más, impidiendo nuestra cohesión territorial y fomentando el pleito insular, en una clara y deleznable política de "divide y vencerás".

No debemos perder la memoria histórica. Recuérdese que, en el plano político, y en la construcción artificiosa del Estado español de las autonomías -en la etapa de UCD- se nos metió de cabeza por el artículo 143 de la Constitución española de 1978, ante el temor al resultado del referéndum que implicaba la vía del artículo 151 por el que accedieron los llamados territorios históricos y la misma Andalucía.

En la plena integración de España en la CEE, el Gobierno del PSOE, con el beneplácito de sus correligionarios en las Islas y del lobby agrícola, se nos obligó a abandonar el Protocolo II -que mal que bien contemplaba nuestras especificidades- para forzar nuestra entra en Europa, con el "resto del Estado". Y después de aquellas lluvias vinieron estos lodos.

Previamente se había diseñado una política europea para los territorios insulares extracomunitarios con "innegable vocación europeísta", plasmada en la Resolución 110 de 1979, donde es patente la argumentación del criterio de "soberanía política", en detrimento del principio emergente de "localización geográfica", consagrado en el Derecho Internacional contemporáneo.

De esta forma, somos considerados territorio RUP de la Unión Europea, junto a los Territorios DUM franceses (Guadalupe, Guayana Francesa, Martinica y Reunión) y Azores y Madeira; cuyo caramelo envenenado, los fondos comunitarios, nos han convertido en una pedigüeña y dependiente economía subvencionada, en un mercado cautivo consumidor de excedentes comunitarios, y en el balneario geriátrico de Europa, entre otras rémoras.

Ello ha implicado graves problemas de dependencia exterior, como no tener soberanía alimentaría, y que Canarias tenga menos ventajas que los países ACP a la hora de exportar nuestros plátanos y tomates, mientras países terceros, como el Reino de Marruecos, envía sus producciones agrícolas sin ningún problema, a cambio -y eso no se dice- de que Francia le coloque sus excedentes de cereales.

¿Es Marruecos, como se dice insistentemente para desviar la atención, el culpable de que Canarias, supuesto territorio europeo, tenga problemas con la PAC? ¿O la verdadera culpable es España, que nos engañó miserablemente diciéndonos que una vez dentro del Mercado Común de la época ya no tendríamos más problemas de cupos, contingentes ni precios de referencia? Pero lo fácil es echarle las culpas al país vecino[1].  

¡¡Todo esto y más, constituye el oneroso coste de la españolidad!!  

rmorenocastilla@hotmail.com  

[1] marruecosenemigoinducido