El continente maldito
José
Antonio Infante *
A nuestro alrededor se
sitúan varios países, los más próximos serían el Sahara o Marruecos. Después,
con el permiso de Madeira, Mauritania y Argelia, Cabo Verde, Senegal, Gambia,
incluso Malí. Sin duda, lo que teóricamente nos interesaría es que todos ellos
crecieran y se desarrollaran en paz, lo máximo posible para así propiciar con
la cercanía el papel de puente por el mar en unas relaciones beneficiosas para
el conjunto.
Nos interesa su orden,
progreso y bienestar, porque "no solo el buen vecino puede arreglarte el
camino, sino que además casarás a tu hija y venderás tu vino". Lo dice el
refrán. Tenemos que reconocer que habitualmente es más fácil amar a la
Humanidad en abstracto que a un vecino en concreto. Aseguran también que
"cuando las barbas de tu vecino veas pelar pongas las tuyas a
remojar"; o que "el que se alegra del mal del vecino el suyo le viene
de camino".
Aunque a África la
llaman el continente maldito. A pesar de ser la cuna de la Humanidad moderna,
la explotación sin límites que se ha ejercido históricamente sobre ella ha
propiciado sociedades muy pobres y culturalmente tan atrasadas que no permiten
con facilidad la implantación de estructuras económicas modernas que son
alteradas por la manipulación, la cara dura y la corrupción propiciada por el
egoísmo exterior.
Tomemos como muestra
Dakar, capital de Senegal, que se había convertido para las aventuras
empresariales canarias en una avanzadilla sólida y medianamente estable en el
deseo de presencia expansiva en la vertiente de influencia que se nos puede
atribuir. Muchas empresas de aquí habían creído en las posibilidades de
inversión allí, la lista se hacía grande y el horizonte esperanzador.
Por situación
geográfica es un punto estratégico. Si no la puerta de África, al menos sí lo
es del África Occidental. Muchas de las exportaciones e importaciones de
Senegal, Guinea-Bissau, Malí, Mauritania, Gambia, e incluso Burkina Fasso o
Guinea Conakry, salen o entran por Dakar. Esto la convierte en un centro de
comercio importante con masas de población del interior y de los países vecinos
desplazándose en busca de fortuna. Urbe colorista, bulliciosa y llena de vida,
a medio camino entre el desorden y el caos, aseguran que Dakar no duerme con
gran parte de la masificación evidenciada en mercadillos ambulantes sin
principio ni fin y con gente pululando continuamente de un lado a otro. Para el
"dakaroise" (así se le llama al oriundo de
Dakar, en francés), la vida en muchos casos discurre día a día, hora a hora,
tirado a la sombra tomándose un té al estilo marroquí sumergidos en charlas
interminables de temas intrascendentes o yendo y viniendo a algún lado.
Pero en este
continente el panorama se puede poner negro en menos que canta un gallo.
Senegal era el arquetipo de democracia en África Occidental después de una
transición del poder que pasó el 19 de marzo de 2000 desde el PSS (Partido
Socialista Senegalés) dirigido por Abdou Diouf a un colectivo liderado por el actual presidente,
Abdoulaye Wade.
Hasta ahí bien, dentro
de la extrema pobreza de su pueblo. Lo que sucede es que ahora, con una serie
de cambios apañados en la Constitución, este señor Wade, con más de once años
imponiendo su voluntad, pretende la elección en un tercer mandato. No siendo el
caso nada del otro mundo -mira Hugo Chávez en Venezuela-, se da la
circunstancia de que perdió las elecciones de 2009 y que intenta además, como
se ha hecho en otros países tipo Benín, colocar de paso a su hijo, Karim Wade,
como sucesor.
La bronca está armada.
Las elecciones serán este domingo, y no se sabe lo que va a ocurrir. Los
residentes extranjeros que han podido han regresado, los enfrentamientos entre
los manifestantes y la Policía, con al menos ocho muertos, se extienden por el
territorio, aunque sobre todo tienen lugar en la plaza de la Independencia de
Dakar, epicentro de las protestas, con brutales despliegues y una represión
desconocida que ha hecho enfurecer aun más a la población. El principal grupo
opositor, el Movimiento del 23 de Junio (M-23), ha asegurado que aceptaría un
aplazamiento de los comicios para permitir al gobernante Partido Democrático
Senegalés la posibilidad de designar a otro candidato. Advirtieron que de
mantenerse la candidatura de Wade no habrá elecciones el 26 de febrero sin
facilitar detalles sobre cómo impedirán el proceso.
¿Será verdad?
Fuente: Publicado en
el periódico El Día, 25-02-2012