Hacia la construcción de la identidad

Juan Jesús Ayala

 

[La construcción de las identidades es una prioridad que los nacionalismos en este inicio del siglo XXI deben tener en cuenta, sobre todo, cuando se intenta con el engaño, ya manido, de la globalización uniformar a los pueblos, partiendo del principio falsario de que todos son iguales y no cabe el disentir, sino la obediencia a rajatabla que se impone desde la torpeza y la incapacidad de algunos para resolver y dar salida a cuestiones territoriales del momento.]

 

Jurgen Habermas[1] ha escrito un libro, "Las identidades morales y políticas"[2], de máximo interés no solo para los que bucean en los conceptos hermenéuticos de la filosofía, sino también para aquellos que se preocupan de por dónde va y camina la sociedad. En el desbroza el concepto estructural de "identidades construidas". Cuestión que está, hoy como entonces, dentro del ámbito de la política más que de la moral, y donde se enfrentan no solo territorios que están en la búsqueda de sus culturas y se empeñan decididamente por tener un lugar como protagonistas de su historia y por dejar bien claro cuáles son sus objetivos, sino también la torpeza de otros por ir en contra de esas culturas alegando banalidades y simplezas.

Se puede poner perfectamente el ejemplo, hoy candente, de la cuestión catalana, cuyo pueblo pretende reafirmarse como tal, y el Gobierno del Partido Popular, que intenta por todos los medios arroparse en falsas legalidades, y que aquí sí que se alejan aun del ámbito de la moral, con el afán de destruir el deseo del pueblo catalán, anteponiendo el deseo de otro pueblo que ellos titulan "español" y al que pretenden dar un protagonismo que no le corresponde.

En la construcción de las identidades, que es una búsqueda constante de los nacionalismos, hay peligros que acechan y que ponen toda la carne en el asador, con argumentarios repetitivos y rayanos en la ridiculez, para evitar que esto sea así. Y el más clarividente es el ombliguismo y la ceguera del centralismo, que no cesa en sus reivindicaciones imperiales venidas a menos y que le molesta que alguien cuestione la artificialidad de un país que se ha construido, como es España, desde el maridaje y la violencia que la historia han marcado en las páginas de la misma.

La construcción de las identidades es una prioridad que los nacionalismos en este inicio del siglo XXI deben tener en cuenta, sobre todo, cuando se intenta con el engaño, ya manido, de la globalización uniformar a los pueblos, partiendo del principio falsario de que todos son iguales y no cabe el disentir, sino la obediencia a rajatabla que se impone desde la torpeza y la incapacidad de algunos para resolver y dar salida a cuestiones territoriales del momento.

Ya Kant también lo manifestó ante las actitudes de los pueblos hacia la búsqueda de su identidad con aquello de "qué incómodo es seguir siendo menor de edad". Y esta incomodidad es la que los nacionalismos tienen que vencer ante todas las resistencias que han encontrado y van a encontrar en el camino emprendido de su construcción nacional.

[1] Habermas

[2]-las-identidades-morales-y-politicas