CONFLICTOS
POR EL USO DEL AGUA EN CANARIAS
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Wladimiro Rodríguez Brito
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Artículo publicado en el LIBRO JUBILAR EN HOMENAJE AL
PROFESOR ANTONIO GIL OLCINA, Universidad de Alicante --
AL
PROFESOR ANTONIO GIL OLCINA, Universidad de Alicante --
La
complejidad para analizar los problemas y los conflictos del agua actual en
Canarias tiene raíces históricas que presuponen, para un correcto
acercamiento a la misma, una combinación de los aspectos físicos (geológicos,
topográficos, climáticos, biogeográficos o hidrogeográficos) con los
humanos (culturales, sociales o tecnológicos). En este marco, estas lineas
de homenaje al profesor Gil Olcina pretenden hacer una lectura de la situación
de Canarias en esta primera década del siglo XXI, pues ya en otras
publicaciones de finales de los años noventa, habíamos escrito sobre la
problemática del agua en el Archipiélago.
El
necesario avance en la implementación de las nuevas tecnologías
relacionadas con el agua y los problemas sociales de un territorio con
algunos recursos naturales super-explotados y otros infrautilizados, unido a
una presión demográfica en aumento y a una economía basada en la
especialización productiva en el sector servicios, representan algunos de
los nuevos factores a considerar en la problemática del agua en la Canarias
del siglo XXI. Así, el conflicto entre el agua para la agricultura y los
usos urbano y turístico es un hecho que se ha generalizado en tres islas
del archipiélago: Gran Canaria, Tenerife y La Palma. Ademas, la
desalinización de agua y la depuración de las aguas residuales se
presentan como un proceso importante que ha cambiado una parte destacable de
la problemática del agua en Canarias.
En
un territorio fragmentado de 7.500 km2, a la demanda urbano turística de
agua de mas de 12 millones de visitantes anuales, se une la de una población
de mas de 2 millones de residentes, por lo que ya la principal consumidora
de agua no es la agricultura, que ha entrado en crisis, tanto por la
competencia por su uso (agua y suelo), como debido a otras causas de
naturaleza socio-económica. Efectivamente, la presión sobre el mundo rural
no solo ha venido de la competencia por el agua, sino también por los
procesos de urbanización y los cambios culturales, dada la coyuntura
expansiva de la ultima década, ocasionada por los sectores de la construcción
y las actividades terciarias, conjunto de factores que han terminado
lastrando al sector primario.
1.
ASPECTOS GENERALES DEL AGUA EN CANARIAS
En
1973 se producían en las islas 459 hm3 de agua subterránea, 25 hm3 de agua
superficial y 7 hm3 no convencional, en el 2012 la producción de agua
subterránea había bajado a 290 hm3, las superficiales se mantenían en
torno a 30 hm3 y las no convencionales superaban 170 hm3.
Tabla
1. Disponibilidades hídricas en Canarias.
Estas
lineas pretenden ser una lectura de la situación actual sin
hacer un gran recorrido histórico por toda la problemática del
agua en Canarias. No obstante, veamos algunos datos. Hace cuatro
décadas, en el Archipiélago se habían construido mas de 4.000
pozos y se superaban también las 1.000 galerías con mas de
2.000 km de longitud perforados, una situación insostenible a
medio plazo ya que se estaba extrayendo del subsuelo gran parte
de las reservas y, en consecuencia, hipotecando el futuro de las
disponibilidades hídricas que la naturaleza había
proporcionado a las Islas.
En
un territorio fragmentado y de escasa pluviometría era
imposible seguir manteniendo la evolución de la segunda mitad
del siglo XX en lo que se refiere al ritmo de perforación de
nuevas galerías y pozos: en la isla de Gran Canaria con 1.500
km2 habían construido mas de 2.000 pozos o en Tenerife con
2.000 km2 mas de 1.000 galerías. En este marco de evidente
desequilibrio entre recursos naturales disponibles y
sobre-explotación, las limitaciones que impone la naturaleza no
se habían entendido de manera adecuada. Continuando con el
ejemplo Gran Canaria, en la misma se habían construido mas de
60 presas con mas de 15 metros de altura y con capacidad para
mas 80 hm3, superando en mucho la capacidad de lo que
proporcionan las precipitaciones medias en sus cumbres, lo que
significa que la capacidad real de dichas presas esta sobre
dimensionado entre un 80 y un 90 %. Esta situación se produce
también en la Gomera, y ha sido gran parte de la problemática
que han generado los mas de 1.500 km de las galerías de
Tenerife que en los últimos 40 años han pasado de una caudal
de mas de 6.000 l/s a unos raquíticos 3.000 l/s en los momentos
actuales. Como vemos este marco físico y económico de nuestros
recursos ha impuesto una nueva situación para Canarias.
En
este contexto, no hay que olvidar la evolución demográfica de
las Islas, pues se ha pasado de 800.000 habitantes en 1960 a
superar los 2.000.000 en esta década, periodo en el que el
abastecimiento de agua corriente ha dejado de ser para uso
exclusivo de minorías urbanas y afortunadamente llega a mas 98%
de los hogares de las Islas. Ademas, el turismo ha pasado a ser
el tercer gran demandante de agua en Canarias, tras la demanda
agraria y de la población residente. Por tanto, es en este
plano en el que se debe situar las variables agua, población y
actividades económicas.
Desde
el siglo XVI hasta mediados del XX el agua había tenido una
relación directa con la agricultura, mientras los usos urbanos
habían sido minoritarios, pues la mayoría de la población
carecía de agua corriente y, en consecuencia, si bien la
población se había concentrado en torno a los manantiales
naturales, demandaba unos caudales muy limitados: en 1940 el
consumo urbano estimado no superaba los 30 hm3 al año, mientras
que para 2010 el consumo urbano turístico supera los 260 hm3.
En resumen, agua, turismo, agricultura y población son
referencias claves para entender la geografía actual de
Canarias, si bien el recurso natural agua era escaso en un
archipiélago situado frente al desierto del Sahara, han sido la
espontaneidad y los beneficios a corto plazo los que se han
impuesto sobre la sostenibilidad de los recursos naturales
insulares.
2.
EL AGUA Y LA AGRICULTURA EN CANARIAS
Desde
el siglo XVI a la primera década del XX los manantiales habían
estado muy vinculados no solo con el poblamiento sino, sobre
todo, con la agricultura de regadío de exportación, desde la
cana de azúcar hasta los plátanos y los tomates. En el
transcurso de esos cuatro siglos los caudales alumbrados no
superaban los 100 hm3, hasta que los nuevos elementos tecnológicos
que aporto la revolución industrial permitieron la perforación
de pozos y galerías para la extracción de la creciente demanda
de caudales. Es en este plano en el que queremos tratar uno de
los sectores económicos que mas ha sufrido la problemática de
los acuíferos canarios: la agricultura. Sector productivo en el
que las desalanizadoras y las depuradoras de aguas residuales
pueden ser una alternativa para la potenciación del mismo.
Tomemos
como referencia la relación de los precios entre un kilo de plátanos
y una pipa de agua en el sur de Tenerife en los últimos años.
Así, en 1969 el precio al agricultor de un kilo de plátanos
era de 9,14 pesetas/kilo, mientras que el coste de una pipa de
agua estaba en 0,8 pesetas, por lo tanto con un kilo de plátanos
se compraban 11,5 pipas de agua. Trece años después, con el
comienzo del proceso inmobiliario-turístico en la costa, los
precios que obtenía un agricultor por un kilo de plátanos se
situaban en 37 pesetas y la pipa de agua en 17 pesetas; por lo
tanto, ya solo compraba 2,17 pipas de agua con un kilo de plátanos.
En estos momentos, en 2012, el precio medio cobrado por un
agricultor en Las Galletas (principal zona platanera del Sur de
Tenerife) esta en torno a 34 céntimos de euro el kilo de plátanos,
mientras una pipa de agua (sin ser de gran calidad, 1.000 de
conductividad) esta en 34 céntimos y la desalinizada esta en
torno a 50 céntimos. Este ultimo dato quiere decir que sin
incluir la subvención que aporta la Unión Europea por la OCM
del plátano, el precio de un kilo de plátanos no paga el coste
de una pipa de agua. Se debe tener en cuenta que el precio medio
del agua desalinizada del mar se encuentra a 0,91 €/m3 o el de
las llamadas aguas blancas (galerías y pozos) a 0,60 €/m3.
Son
estos hechos los que permiten situar gran parte de la problemática de la
agricultura en las Islas. No quedan en mejor lugar los cultivos de tomate, o
los cultivos de papas que han pasado en un corto periodo de tiempo de auto
abastecernos y exportar, a importar el pasado año 80.000 toneladas para el
consumo interior, reduciéndose la superficie cultivada de este tubérculo de
15.000 a 4.000 hectáreas. En el caso de la platanera aun se mantienen las
10.000 hectáreas de regadío y unas 400.000 toneladas de producción, gracias
entre otras cosas a los 140 millones de euros que en concepto de ayuda llegan
de la Unión Europea, y también a que la problemática del agua de islas como
La Palma es menos grave que lo que ocurre en Tenerife o Gran Canaria. En
resumen, en una lectura del paisaje agrario de Canarias, los costes crecientes
del agua y la expansión de los servicios están en el origen de que mas de
40.000 hectáreas de regadío que tenia el Archipiélago en los años setenta
se reduzcan en un 50% en los momentos actuales.
3.
EL AGUA EN LAS PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XXI
Una
nueva época se inicia para el recurso agua en las primeras décadas del siglo
XXI, pues ahora hablar de agua es también hablar de energía y de unas nuevas
relaciones con el medio físico. Efectivamente, las nuevas tecnologías en
desalinización y depuración de agua han dado un salto importante en los últimos
30 años, pues hemos pasado de mas de 20 kw/h para producir un metro cubico de
agua a la desalinización de agua con menos de 4 e incluso 3 kw/h por metro
cubico. Los sistemas de ósmosis inversa y la sencillez en las plantas de
desalinización hacen que hoy en Canarias funcionen mas de 300 plantas y se
este desalinizando mas del 30% de las demandas actuales superando los 150 hm3
al año, situándose las islas como verdadera plataforma en tecnología
relacionada con la desalinización. Y, lo que es mas importante, no solo se
esta atendiendo la demanda de zonas pobladas con condiciones naturales
semi-aridas a lo largo de la historia de las islas como son el caso de
Lanzarote y Fuerteventura, sino lo que no es menos importante, ayudando a
darle sostenibilidad al acuífero de islas como Gran Canaria en la que estaba
descendiendo el acuífero de la isla 10 metros por año, para mantener
situaciones estables en estos momentos, o lo que significa que la isla de
Tenerife este desalinizando mas 20 hm3/año y en consecuencia ha bajado la
tensión entre agua para la agricultura y agua para el turismo.
Por
ello, la desalinización se ha convertido en un capitulo importante que ya
tiene implantación en seis islas, quedando solo La Palma sin desalinizadora.
Sin embargo, si bien las desalanizadoras juegan un papel importante en el
abastecimiento de la población y la actividad turística, pues es posible que
beban agua desalinizada en Canarias mas de un millón de personas, queda mucho
por hacer en la gestión de dichas plantas desalanizadoras, sobre todo en el
control de vertidos de salmuera y en una gestión mas coordinada entre la
iniciativa privada y los consorcios insulares tanto en la gestión de
instalaciones de desalinización como su distribución e implantación en los
territorios insulares. En consecuencia, la dependencia que tenemos en estos
momentos de las desalanizadoras también tiene que ver, no solo con una
planificación en el marco insular sino también con la política energética,
los precios internacionales de los combustibles, así como las energías
alternativas y su implantación. Existen casos de producción agrícola con
aguas desalinizadas del mar y con energías alternativas, y este sera un tema
básico y primordial para los próximos años, tanto por su significación en
los costes del agua, como por la necesidad de una producción de energía mas
sostenible y menos dependiente del exterior en nuestro territorio.
Es
en este mismo plano en el que la reutilización de las aguas urbanas es todavía
una asignatura pendiente, pues no debe olvidarse que de los mas de 250 hm3 de
consumo urbano-turístico, apenas se están reutilizando algo menos de 30
hm3/año.
Este
capitulo representa, pues, uno de los polos mas importantes para la
supervivencia, y aun expansión, de la actividad agraria en Canarias para los
próximos años, pues la reutilización de las aguas urbanas no solo es la
optimización de unos recursos que mayoritariamente están contaminando
nuestras costas o degradando las aguas subterráneas, sino que reúnen toda
una serie de aspectos beneficiosos que pudieran contribuir a reactivar la
economía productiva de la maltratada agricultura de las Islas. Valga como
referencia que en estos momentos apenas han cambiado los datos de hace 15 años
en la reutilización de aguas, donde Canarias era pionera, mientras que hoy
nos situamos detrás de la Región de Murcia y la Comunidad Valenciana. Por
ello, en la desalinización, la reutilización y en el mantenimiento de los
equilibrios en los acuíferos de las islas esta parte del futuro no solo de
una economía mas sostenible sino de un menor deterioro ambiental en nuestro
territorio.
4.
PROBLEMÁTICA DEL AGUA EN LAS ISLAS CANARIAS
La
diversidad económica, social y ecológica del Archipiélago hace necesario el
análisis pormenorizado de la problemática del agua en cada una de las islas
que lo conforman.
4.1.
Lanzarote y Fuerteventura
Como
sabemos las diferencias en pluviometría y la geología unido a la topografía
y proximidad al continente africano hace que las islas orientales hayan sido
menos favorecidas por la naturaleza que las occidentales. Así, Lanzarote ha
carecido prácticamente de manantiales y, ademas, los pozos y las galerías
apenas han jugado un papel en dichas islas. Por ello las desalinizadoras y la
depuración de aguas residuales constituyen parte básica tanto para el
abastecimiento de la población como para el riego de cultivos, zonas verdes,
etc. En Lanzarote se estableció en 1964 la primera desalinizadora que se
implanto en suelo español, siendo en este marco en el que la desalinización
de agua de mar potencio la actividad turística, una de las mas dinámicas de
las islas, reactivando la demografía conejera, ya que en un corto periodo de
tiempo ha triplicado la población. Por ello, las desalinizadoras de agua de
mar son las referencias tanto económicas como sociales de esta isla, pues no
olvidemos que están desalinizando en torno a 25 hm3/año y atendiendo la
demanda de varios millones de turistas. Afortunadamente el agua desalinizada
ha sustituido la escasez, el aljibe y las maretas siempre pendientes de la
lluvia, por un sistema que redistribuye agua desalinizada por todas las
localidades de la isla, con una red complementarias de aguas depuradas menos
extendidas y con una implantación parcial en el territorio lanzaroteño. En
conclusión, las desalinizadoras han generado un cambio importante tanto en el
bienestar de los vecinos como en la economía y en la demografía de
Lanzarote. Son, sin duda, esta isla y la de Fuerteventura las que han tenido
mayores cambios en los últimos 40 años en Canarias, gracias en primer lugar
a las desalinizadoras y las mejoras tecnológicas de que se dispone en la
desnacionaliza de aguas.
Fuerteventura,
la segunda isla en extensión del Archipiélago, desafortunadamente también
en cuanto a escasez pluviómetro, ha dado un cambio significativo pues ha
pasado de un sistema de aprovechamiento de las aguas primitivo, basado en la
proliferación de varios cientos de pozos con aeromotores que obtenían agua
salobre con las que se atendían tanto las demandas de la población como los
cultivos de alfalfa y tomate (unido a los sistemas de riego eventual en gavias
y nateros, a alcanzar una expansión urbano-turística similar a Lanzarote,
gracias a las desalinizadoras. Al igual que Lanzarote, presenta una pobre
implantación de las depuradoras de aguas residuales que deberían jugar un
papel clave en estos momentos para cultivos, sobre todo de plantas forrajeras
y frutales en los suelos de la isla. Por ello, Fuerteventura ha alcanzado una
gran expansión turística y demográfica, pero donde las aguas desalinizadas
y depuradas no han generado una reactivación de la agricultura tradicional de
antaño en el campo majorero.
La
isla de Gran Canaria, que hasta el comienzo del siglo XX había sido la mas
afortunada en manantiales del archipiélago con mas del 50% de los aportes hídricos
de las Islas, inicia el siglo XX implantando una agricultura de exportación
agresiva, sobre todo plátanos y tomates, con una expansión económico demográfica
en torno al Puerto de la Luz y de Las Palmas y una legislación en materias de
agua del siglo XIX que apenas tenia en cuenta la geología, la pluviometría y
las relaciones entre lo que aportaba la naturaleza y lo que extraían los
hombres en los mas de 1.000 pozos y 400 galerías construidos en una isla de
1.500 km2. Esto hizo que Gran Canaria no solo fuera la isla mas poblada sino
también la que producía mas tomates y plátanos de las siete islas. Este
sistema agro-exportador alcanzo su techo en la década de los años sesenta
del pasado siglo, pues a partir de entonces los pozos en Gran Canaria hacían
descender el acuífero hasta 10 m/año y en las zonas litorales avanzaron las
intrusiones de agua marina hacia el interior de la isla. En consecuencia las
primeras desalinizadoras fueron un auxilio básico, al menos para aportar agua
potable a la población, instalándose la primera en 1967. Afortunadamente en
los últimos años la información y el compromiso político en la isla ha
generado otra cultura del agua, pues tanto los estudios SPA-15 como los de
MAC-21 (estudios sobre el agua en Canarias financiados por la UNESCO) dieron
una lección de lo que había que hacer, ya que no se podían continuar
extrayendo las escasas reservas que quedaban en el subsuelo de la isla,
situación a la que había empujado tanto las demandas urbanas como agrícolas
y un marco legal que había permitido tal situación. Ademas, tampoco el
sistema de construcción de presas como alternativa había dado resultados
positivos, puesto que se habían construido infraestructuras hidráulicas de
este tipo que podían recoger mas del 600% de lo que aportaba la pluviometría
total en las cumbres de esta isla. Pero con la nueva legislación, a partir de
los años noventa, y con una cultura que había entendido por los hechos que
el anterior proceso era inviable no solo en el plano ambiental sino incluso
económico (pues gran parte de los pozos y galerías dejaban de ser rentables
dado el descenso de los acuíferos), surgió una nueva lectura en la gestión
del agua gracias en gran parte a las desalinizadoras. Ahora estas no solo
juegan un papel importante para atender a la población de la ciudad de Las
Palmas, sino que hay una red de distribución de aguas desalinizadas a mas del
80% de las personas que viven en cotas superiores a los 300 metros. En este
plano Gran Canaria no solo abastece con agua del mar desalinizada a mas del
50% de la población y al 80% del turismo sino que incluso utiliza un
porcentaje no despreciable para riego de cultivos. Por ello, constituye Gran
Canaria sin duda la isla que en estos momentos ha realizado unos cambios mas
significativos en la cultura del agua, pues ha frenado la sobre-explotación
(los datos de un pozo instalado en el interior de la isla -Cuevas Blancas-
muestran que el nivel de los acuíferos están mantenidos en gran parte del
interior, es decir, se extrae un volumen similar al que aporta la naturaleza,
en torno 60 hm3/año), mientras los aportes de las presas se sitúan en algo
mas de 10 hm3/año, desalinizando algo mas de 70 hm3/año y depurando unos 20
hm3/año. Gran Canaria mantiene bajo riego unas 9.000 hectáreas de cultivo,
de las que una parte importante se riega con aguas depuradas, haciéndolo el
resto con aguas de las presas o desalinizadas. Esto ha permitido que la
situación económica y social de esta isla se vaya re-equilibrando con
respecto a los recursos hídricos, sobre todo después del deterioro ambiental
que sufría en las ultimas décadas del siglo XX en la que los cultivos y las
demandas urbano-turísticas sufrieron numerosos cortes y problemas por la
carencia de liquido elemento.
La
isla mas afortunada por los caudales que aportaban sus galerías y pozos,
tiene en estos momentos numerosos problemas, ya que estas infraestructuras
hidráulicas han mermado su rendimiento de manera importante. La cultura del
agua y los regadíos en Tenerife nacen en el siglo XX, ya que los manantiales
naturales en esta isla habían estado enclavados en espacios muy reducidos (La
Orotava, Garachico, Adeje y Güimar). Dominaba la cultura agraria de los
cereales y la viña, ya que los aportes hídricos eran poco significativos con
relación al extenso territorio insular. Sin embargo, el siglo XX potencio la
búsqueda del agua para los cultivos de exportación y se construyeron en esta
isla mas de 1.000 galerías con mas de 1.600 km de túneles (el coste de un
metro de galería en estos momentos es de 2.000 euros). Con esta ingente
inversión en la extracción de agua la isla de Tenerife paso a ser la mas
rica en este recurso de Canarias, superando en los años setenta y solo las
galerías una producción de mas de 6.000 l/s, siendo también importante los
pozos. Como consecuencia la isla supero los 200 hm3/año de agua y, en el
ultimo tercio del siglo XX, alcanzo la mayor superficie regada de Canarias;
pero también permitió una expansión urbano-turística que hace que, hoy,
Tenerife sea la isla mas poblada y en la que el numero de visitantes supera
los 5 millones de los 12 que visitan Canarias anualmente. Es en este marco en
el que hay que situar la red de canales y tuberías que redistribuyen agua a
lo largo de toda la isla, y donde la expansión de los regadíos genero un
nuevo paisaje agrario, sobre todo en el sotavento de la isla. Y lo que es mas
importante, abasteció de agua corriente a la mayor parte de la población que
hasta los años setenta carecían de agua en las viviendas. Por ello, las
galerías y pozos en Tenerife potenciaron una actividad agraria, urbana y turística
en una isla que si bien había sido afortunada por los aportes que da la
naturaleza, por los cultivos de secano en la cara norte, el resto del
sotavento de la isla y las zonas bajas habían carecido del liquido elemento
(incluso Santa Cruz de Tenerife que hasta los años treinta tenia carencias en
el abastecimiento urbano).
El
caso de Tenerife, es un ejemplo de una cultura agraria de regadío que había
tenido que ver con la perforación de las galerías, con aportes también de
ahorro urbano (la llamada bolsa de agua de la Plaza Weyler ), pero que la
segunda y tercera generación que sucede a esos iniciales inversores
convierten el agua en una mercancía que se vende a las zonas turísticas y
urbanas, desvinculándose de la cultura de la tierra. Decimos esto para
entender que el descenso significativo de los caudales de agua subterránea en
la isla de Tenerife se debe a que en muchos casos no hay mantenimiento de
galerías por parte de las comunidades de aguas, pues se ha roto el lazo que
unía la generación que perforo las galerías y la actual cultura en la gestión
del agua. Por ello, creemos que hablar del agua en Tenerife, en Canarias y
seguramente en otros puntos del planeta, no solo es un tema de recursos sino
también de la relación del hombre y la naturaleza. Por tanto, que la isla de
Tenerife haya pasado de mas 200 hm3 a unos raquíticos 160 hm3 en estos
momentos, creemos que no solo es un problema de la naturaleza, sino que tiene
que ver mucho la cultura en la gestión de los recursos, en la que sin lugar a
duda intervienen las leyes que se han aprobado en Canarias sobre los espacios
protegidos, la “mala prensa” sobre los que han puesto sus ahorros en la
obtención del agua y la orfandad por parte de la Administración central.
En
un capitulo sobre el agua en las islas parece claro, entonces, que gran parte
de los problemas que comentamos se remitan menos a una naturaleza deficitaria
que a la actitud de los hombres en la gestión del recurso. Por ello, el
debate de las desalinizadoras y depuradoras que parecía que era propio de las
Islas orientales, son hoy una asignatura importante para resolver los
problemas del agua en Tenerife, una isla que debe estar desalinizando mas de
25 hm3/año y reutilizando unos 15 hm3/año. Es en este nuevo marco, en el que
se entiende que en el abastecimiento de la población y la supervivencia de la
agricultura en esta isla, tiene mucho que aportar el cuidado en la gestión de
todos los recursos hídricos, incluidos las galerías, pozos y canalizaciones,
que en muchos casos tienen mas de 60 años. Por supuesto la reutilización de
ese cuantioso volumen de aguas residuales que tienen problemas no solo por la
salinidad de alguna de nuestras aguas y por los prejuicios que tiene nuestra
población de regar con aguas depuradas, sino también porque en muchos casos
hay desalinizadoras de agua de mar individuales que vierten la salmuera a la
red de alcantarillado. En una palabra, la isla mas rica en agua tiene algunos
problemas que no son solo geológicos (sales disueltas en las aguas: flúor,
sodio…) sino sobre todo humanos, ya que, entre otras cosas, se están
produciendo vertidos de salmuera de desalinizadora seguramente no controladas
a la red, con la consiguiente complicación para la depuración y uso de estas
aguas, que en algunos casos las hacen aun mas problemáticas para el uso en
nuestra agricultura. Es en este plano hemos de alentar y felicitar el trabajo
que realizo el Cabildo en su día en la red de aguas depuradas de Santa
Cruz-La Laguna con la canalización hasta la costa de Arona, permitiendo el
riego de mas de 1.000 hectáreas, con los aportes de 500 m3/h de aguas
residuales de dicha zona. Y es que hoy sin esa infraestructura seria imposible
la actividad agraria de esta comarca, debido a la competencia abierta con el
turismo en esta zona del sur y sureste de Tenerife. Como muestra, decir que
una desalinizadora para riego directo propiedad de una comunidad de regantes
de la zona produce agua con costes que superan los 0,90 €/m3, lo que haría
imposible la sostenibilidad de los cultivos, máxime en la actual situación
internacional en la que se debe competir tanto con los plátanos como con los
tomates.
De
ahí que el futuro de la agricultura en gran parte de Canarias depende en gran
medida de una reutilización de las aguas depuradas y de una política energética
que facilite la instalación de energías alternativas para la desnacionaliza
de aguas. Sirva de ejemplo el funcionamiento de una explotación agrícola en
la Punta de Teno (en el Noroeste de Tenerife), en la que la producción de
tomate se mantiene con el agua desalinizada producida por un aerogenerador,
que bien puede ser un modelo alternativo para una agricultura mas sostenible
en las Islas.
Los
recursos hídricos en esta isla de La Gomera se mantienen como antaño en
cuanto a los manantiales, ya que no se han hecho galerías ni pozos sobre las
principales cuencas y, en consecuencia, los caudales de los manantiales de la
isla se mantienen con relativa estabilidad. Por otra parte las inversiones
publicas han mejorado de manera importante los aprovechamientos de aguas
pluviales con la construcción de numerosas presas que hacen que esta isla sea
la segunda en importancia por aguas embalsadas tras Gran Canaria.
Recientemente se han se han perforado numerosos pozos, lo que significa que La
Gomera tiene unos 13-14 hm3 de agua:
Este
cuadro permite concluir que esta isla es de la mejor dotada en Canarias con
relación a su población. Sin embargo, la agricultura de la isla no ha tenido
la misma suerte, siendo posiblemente la isla con un estado mas avanzado de
desagrarización, ya que los cultivos se han reducido de manera importante
incluidos los regadíos. La isla ha pasado de producir entre 14.000-16.000
tm/año de plátanos, a situarse en unas 5.000 toneladas en el año 2012, no
teniendo mejor suerte el resto de cultivos de regadío y entrando en una
profunda crisis los secanos en la que sobreviven solo unos cultivos de viñedo.
La economía de servicios que se ha implantado en La Gomera ha dejado de mirar
para el campo como referencia social y económica, y en ella, el agua no ha
sido el cortocircuito que ha frenado el desarrollo de su agro. Por ello, con
toda seguridad en los próximos años tendrán que reactivar al sector
primario tanto como actividad económica como para frenar los procesos de
erosión y crisis que tiene gran parte del paisaje agrario levantados con
cientos de kilómetros de paredes en la dura topografía gomera. En este
estado de cosas, agua, agricultura y turismo han de ser complementarios en el
futuro de esta isla.
Esta
isla que ha sido la menos afortunada en manantiales de toda Canarias, solo
comparable a Lanzarote, mas por razones geológicas que pluviométricas, ha
tenido en los últimos años un despertar gracias a los pozos perforados sobre
todo en el Valle del Golfo, pozos que han permitido un uso de agua potable
para la población y el inicio de los cultivos de regadío en una isla que había
sufrido los problemas de la sequía y que dependía para su campo unicamente
de las lluvias. En los últimos años se ha iniciado una experiencia
interesante con un sistema de producción de energía alternativa para atender
la demanda de esta isla, combinando para ello la energía eólica y la elevación
de aguas desde la zona costera a un deposito a la altura de Valverde,
infraestructura esta que en teoría genera el auto abastecimiento insular sin
recurrir a recursos fósiles. En estos momentos presenta, no obstante, algunos
interrogantes sobre su gestión o si la misma va a depender de alguna
multinacional energética que hace que la supuesta autonomía energética de
la isla sea mas un aspecto teórico que real. De cualquier manera el
planteamiento del aprovechamiento de la energía eólica para la elevación de
agua y la energía generada por esta en su caída para el consumo insular es
un tema que creemos de gran interés tanto para los herreños como para un
modelo alternativo donde la energía eólica o solar tienen mucho que hacer en
Canarias, mas allá que la gestión se haga de una u otra forma.
En
esta isla, la mas afortunada en cuanto a recursos hídricos, convergen varios
aspectos -geológicos, pluviométricos y culturales- en estos momentos, que
hacen que sea la única isla del archipiélago en donde aun no se ha instalado
la primera desalinizadora de agua de mar; hemos de destacar también que de
los 62 hm3 que dispone la isla solo 10 de ellos, se extrae de pozos y el resto
fluye de manantiales y galerías y en consecuencia no existe una dependencia
energética como ocurre en el resto de las islas.
En
el presente caso de La Palma hay otra serie de factores muy a tener en cuenta,
como son que la demografía de la Isla y el turismo no han tenido la expansión
de las islas orientales y en consecuencia las demandas urbano turísticas son
limitadas, quedando gran parte del caudal para la agricultura. Este tema es de
gran interés porque hace que la gestión del agua este muy relacionada con la
actividad agraria y, en consecuencia, las comunidades para el alumbramiento de
agua y las comunidades de regantes suelen estar en las mismas manos, siendo
este uno de los factores que entendemos que ha jugado un papel mas positivo en
el mantenimiento y explotación de los acuíferos, es decir, el agua no es
mayoritariamente una mercancía como desgraciadamente ha ocurrido en otras
islas en la que hay una desvinculación entre las comunidades de agua y la
actividad agraria. Así, podemos entender como con solo el 15% de las
perforaciones de galerías que tiene la isla de Tenerife, La Palma mantenga próximo
al 40% del caudal de que dispone Tenerife, ya que ha habido una preocupación
directa por parte de los agricultores en la gestión de los recursos hídricos
en La Palma.
En
otro estado de cosas, los pozos en Valle Aridane donde había una mayor
actividad mercantil con el agua para los agricultores que carecen del liquido
elemento, han realizado en los últimos años una importante agrupación
generando una mancomunidad de gestión de los pozos y, de esta manera, han
frenado el deterioro que se generaba en la sobre-explotación del acuífero en
los años 70.
Al
respecto, son una referencia los precios del agua en la isla que oscilan entre
0,14-0,19 euros la pipa, según estemos en la zona norte o en el Valle
Aridane, disponiendo la agricultura de la isla de agua de buena calidad y, por
lo tanto, ello ha contribuido a que se mantenga la producción del plátano en
torno 34-36% de la producción del archipiélago, siendo significativo otros
cultivos como aguacates, hortalizas, etc.
Por
ultimo, destacar que el que no se haya expansionado el turismo a los niveles
del resto de las islas, exceptuando El Hierro, hace que la demanda urbano-turística
no haya entrado en conflicto con la actividad agraria y, por supuesto, que no
haya provocado la sobre-explotación de los acuíferos, como ha ocurrido en
Tenerife y Gran Canaria. Por ello el modelo de gestión de agua en esta isla
pudiera ser un buen ejemplo en el que los aspectos ambientales, agrarios y
sociales mantienen un mayor equilibrio. Pero este equilibrio se esta poniendo
en cuestión porque los defensores del actual modelo de sociedad de servicios
entienden que no es el adecuado para el futuro de La Palma, ya que en la isla
hay unos indices de paro que indican que la actividad agraria no es el marco
teórico ideal para el futuro de los palmeros.
5.
¿EL QUE CONTAMINA PAGA?
La
problemática del agua en Canarias es también un tema de costes sociales,
ambientales y por supuesto económicos; hasta ahora hemos tratado la producción
de aguas en las islas y no hemos entrado en el tema de los usos, de la
competencia entre agricultura y turismo, de los costes ambientales y sobre
todo la relación del agua con la población y el futuro de esta tierra, eso
que ahora en el argot político llaman costes colaterales. Pues si bien hemos
hablado de la desalinización, la depuración y reutilización de aguas
depuradas, apenas hemos dedicado unas lineas a los costes ambientales de una
actividad como la producción de agua desalinizada del mar, los vertidos de la
salmuera o la reutilización de mas de 250 hm3 de agua que utilizamos en la
zona urbana y turística. .Son las aguas urbanas un subproducto o son un bien
re-utilizable? Parece claro en los momentos actuales que la reutilización de
las aguas es un hecho básico no solo en Canarias sino en todo el planeta. Por
ello los costes de la depuración y tratamiento terciario de las aguas urbanas
es un tema clave en el presente y futuro, sin embargo los sistemas de
tratamiento de aguas residuales todavía distan mucho de lo que la ciencia y
la tecnología nos ofrece y en la que los aspectos sociales y ambientales
demandan para que estos valiosos caudales no se viertan en el mar o en el
subsuelo de las islas sino que sean un bien de uso básico para regar parte de
nuestros campos y, por tanto, las aguas depuradas jueguen un papel en nuestro
paisaje y actividad productiva. De ahí que entendemos que la actual situación
en la que en muchos casos apenas se reutilizan las aguas depuradas como ocurre
en Lanzarote y Fuerteventura o importantes zonas de Tenerife y Gran Canaria,
son temas que requieren inversión y también cambio de mentalidad hacia el
uso de estos valiosos recursos. Pero es mas, entendemos que el turismo y la
ciudad no esta siendo solidaria en muchos casos con nuestra naturaleza y con
el mundo rural, es decir, el que contamina no siempre paga; es en este plano
en el que planteamos que el precio que pagan los agricultores en Tenerife por
1 m3 de agua depurada, no es el adecuado ya que los consumidores urbanos y turísticos
deberían pagar los costes de depuración para que no sea la actividad agraria
la que pague 0,45 €/m3 depurado. Tema este que en la isla de Gran Canaria,
posiblemente gracias a una mayor presión del sector rural, se ha logrado una
mayor red de distribución de aguas depuradas y unos precios mas tolerables
que los que pagan los agricultores en Tenerife. Esta situación se debe
mejorar en todas las islas, incluida La Palma, tanto en instalaciones de
alcantarillado y depuradoras, como la reutilización de las aguas urbanas. La
cultura y la economía del agua no deben ser antagónicas con las demandas
urbanas y turísticas, pero precisamente en ese tema de mayor solidaridad, los
agricultores no pueden pagar los costes de la depuración como de alguna
manera ocurre en algunos puntos de las islas. En este campo es el que creemos
que se debe avanzar para los próximos años.
6.
CULTURA Y GESTIÓN DEL AGUA
Entendemos
que la problemática del agua en los tiempos y en los territorios insulares no
solo tenemos que plantearla en razón a la cantidad y calidad que se dispone,
sino como la cultura de la gestión fortalece los usos mas adecuados tanto en
aspectos ambientales como sociales. El agua entre otras cosas es un bien
limitado en todo el planeta y gran parte del bienestar de los pueblos no
depende de la cantidad y la calidad del agua sino de la mentalidad de un buen
uso de dichos recursos. Así, en un corto periodo de tiempo hemos pasado en
Canarias del aljibe y de lo que manaban unas fuentes relativamente cortas en
el archipiélago a disponer de mas de 300 desalinizadoras que como sabemos en
algunos casos aportan hasta 100.000 m3/día. Sin embargo, estos hechos pueden
generar espejismos sobre la modernidad y progreso en las islas. Entendemos que
hablar del agua en el presente y futuro en esta tierra es volver a una cultura
que armonice la gestión de lo pequeño, de lo local, de lo individual, con lo
publico y el interés colectivo, pues de todos es sabido que la Administración
estatal ha intervenido tarde y mal en la problemática de agua en Canarias;
fue en una era de orfandad con una legislación del siglo XIX, en la que se
construyeron en Canarias miles de galerías y pozos y otras obras que hoy
apenas aportan alternativas a la problemática del agua. Sin embargo, la
cultura individual que construyo en la piel de las islas mas de 4.000 pozos y
algo mas de 1.000 galerías tiene mucho que aportarnos ante la situación
actual, pues los hijos y los nietos de dicha generación desconocen gran parte
de la cultura del ahorro, esfuerzo y complejidad para la búsqueda del agua en
el interior de las Islas. Y es aquí donde entendemos que la administración
ha de animar y facilitar para que las antiguas comunidades de agua se vuelvan
a restaurar para gestionar, al menos en una gran parte de los casos, galerías
y pozos que hoy están en abandono o con un deplorable mantenimiento. Así por
ejemplo, el descenso de las galerías de Tenerife en muchos casos tiene que
ver con una falta de mantenimiento a la que se unen la burocracia de papeles
que pide la Administración para hacer pequeñas obras en las cumbres de la
isla, situación que se ha judicializado en otros casos con responsabilidades
penales para los directivos de las galerías después del desgraciado
accidente de Piedra de los Cochinos. Por ello en la compleja situación de la
lucha por mejorar nuestros recursos, tenemos que potenciar parte de una ilusión
y sabiduría que ha estado en los gestores de las galerías y pozos de las
islas. En otro estado de cosas, las comunidades de regantes, como gestoras
para optimizar los recursos hídricos con costes soportables, deberían ser
potenciadas, sin que esto signifique entrar en tensión con las
Administraciones que tienen que ver con el agua, ya que en los últimos años
hemos tenido un alejamiento entre los demandante del agua y la gestión de
esta. Se entiende que no hay una manera de optimizar nuestros recursos si no
conseguimos una mayor participación en la que el conocimiento y el interés
publico e individual confluyan para hacer de este recurso el mejor servicio
posible a la comunidad. En este mismo plano, entendemos que la relación entre
energía y agua ha de cambiar en Canarias ya que el marco legal en las islas
no distingue entre energías eólica o fotovoltaica para usos industriales o
bien para la desalinización de aguas. Tema este que creemos de primer orden
dada las tecnologías actuales y las posibilidades que dichas energías
aportan como alternativas al petroleo para hacernos menos dependientes de las
300 desalinizadoras que tenemos en las islas; por ello la lectura que hacemos
de las plantas de desalinización en la que confluyen instalaciones privadas y
públicas entendemos que han de ser complementarias no solo en el plano económico
sino sobre todo han de cumplir unas mismas reglas en cuanto a vertidos de
salmuera o en la utilización de canales bien sean públicos o privados para
la utilización del agua en los territorios insulares.
Debe
quedar claro que no hay varitas mágicas para resolver los problemas que la
naturaleza no nos ha dado, las desalinizadoras han sido y son una herramienta
importante y diríamos básica para nuestra población y economía, pero sobre
todo hemos de insistir en la racionalidad, el sentido común y más aún la
solidaridad entre los recursos naturales y los habitantes de esta tierra.
Afortunadamente ya es historia la época en que para obtener importantes
caudales de agua perforábamos hasta 30 km/año solo en la isla de Tenerife y
en la que nuestros acuíferos descendían 8-10 m/año en las cumbres de Gran
Canaria. Hoy se impone una gestión ambientalmente sostenible y socialmente
equilibrada que nos permita las actividades económicas y la convivencia
social y ambiental en estas islas, y es en este marco en el que entendemos que
se han de plantear las cosas para los próximos años y para ello necesitamos
compromiso político, social y ambiental en el que los problemas del agua no
solo sean abstracciones intelectuales o simples datos económicos sino que la
cultura del agua entre en nuestros colegios, en nuestras universidad y en una
sociedad que participe en un modelo solidario en lo ambiental y en lo social.
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Estudios
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(El Hierro), 2009; EGDHL (Lanzarote), 2009.
Entrevistas
a los agentes vinculados al agua en Canarias
*
DOCTOR
EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
Otros
artículos de Wladimiro Rodríguez Brito publicados en El Canario
wladimirorodiguezbrito.blogspot.com.es