Comprometidos
con el campo
El padre Báez *
[Hay que volver al campo y reconstruir lo
que ya ¡tantos años de protección ha estropeado!, desapareciendo flora y
fauna, trabajo y comida.]
O
hacemos una apuesta fuerte por el campo, o estamos perdidos (entodavía más aún).
El gobierno, tiene que dialogar con los hombres del campo y dejar de consultar a
los técnicos, y consejeros, que son (los tres), los que nos han traído a la
situación calamitosa actual. No podemos seguir dependiendo de comidas de fuera,
que nos las traigan, mientras aquí permanecemos con los brazos cruzados (y no
precisamente rezando), sin dar un golpe a la tierra para sacudiéndola, ésta
con cariño de madre, nos dé comida hasta la hartura.
De
seguir así, vamos a caer todos muertos de hambre. La comida viene del campo y
de manos de los campesinos. Si volvemos (si nos dejan volver al campo [antes
desapareciendo al cabildo con su seprona y su miedoambiente]), tendremos comida
y de paso trabajo, y se acabó la crisis, y volveremos a comer como antes.
Hay
que volver al campo, y reconstruir lo que ya ¡tantos años de protección ha
estropeado!, desapareciendo flora y fauna, trabajo y comida. Toda la isla se
volcaría en el campo si nos dejaran trabajar en él. Estamos en un momento que
es histórico, pues nunca antes en la Historia se dio un caso igual, que
teniendo tierra -la mejor del mundo- estemos pasando hambre porque las
autoridades no nos dejan trabajar en ella para primar y ayudar a agriculturas
extrañas, a las que subvencionan y ayudan y cierran toda posibilidad de cultivo
a los nativos y residentes en estas islas reservadas para la tabaiba, y en lugar
de un cercado de reserva de esa planta -si es que tiene alguna virtud- libere el
resto de la isla por donde la maléfica y dañina planta se enseñorea copándolo
todo e invadiendo todo terreno, sea el que sea y esté donde esté; ella
trepadora es dueña y señora de la isla, sin que se la pueda ni tocar, al
margen del daño físico para la piel, ojos, etc., el que te puede caer encima
como multa elevadísima e inconsiderada por el simple hecho de quitarle un gajo
o rama.
Si
en el tabaibal hay algo, eso es tierra para cultivar -eso sí, arrancando cuanta
basura se ha plantado o se ha nacido en ella, como retamas, entre otras miles de
basuras-. Falta que el común, es decir cuanto más mejor y ojalá todos pidamos
la vuelta al campo, hasta hacer doblegar en un sí a las autoridades que lo
impiden y castigan. Pues, lo primero es la comida, y sin ella no hay salud, ni
paz, sino la eterna (por la muerte). Llevamos medio siglo de Historia, con una
progresiva escalada de paro, y de hambre, y hemos llegado a cotas muy altas, y
esto no puede, ni debe seguir así, en esa escala ascendente. Hay que frenar
cuanto antes este dilate, y evitar más muertes, y más huidas a lo urbano o
como emigrantes. Hoy ser hombre del campo es ser una víctima. El gran problema
es que ni siquiera este tema ha sido discutido. Nada se dice en los medios de
comunicación, y menos la clase política, que han borrado de sus lenguajes el término
“campo”. Si tuviéramos políticos serios, esto del hambre -que crece
y va en aumento- ya se hubiera cortado desde hace tiempo, pues tenemos la mejor
tierra del mundo, y clima mejor que el nuestro no lo hay tampoco en el mundo,
donde hasta tres cosechas se pueden tener en un mismo año, cuando esto es único
en el mundo, y ¿pasando hambre?
Pero,
¿quién nos gobierna? El auténtico político busca trabajo y comida para sus
gobernados, y la tenemos ahí, a las puertas, en la tierra toda de la isla. El
bien que el común necesita es trabajar y comer. Comer y trabajar: ambas cosas
las da con creces el campo. Estamos pues obligados a exigir a los que gobiernan
que abran las puertas del campo al trabajo, y éste, en breve, nos dará de
comer hasta de sobra y para exportar.
Es
esta, una guerra que debemos ganar contra un enemigo (la clase política), que
impide se cultive la tierra, se cuide de animales. De hecho da uno la vuelta a
la isla -a la redonda- y no ve una sola cabra y ni un solo cercado de papas, y sí
la tierra toda llena con restos de acequias, surcos, tajos, canteros, etc., de
cultivos de hace cuarenta y más años, y ello desde las orillas de la mar hasta
las cumbres, sin dejar barranco alguno sin cultivo y ganadería; ahora nada,
solo cultivan turistas, pero no dan fruto, se secan porque se marchan, o porque
ya no vienen, y ni ellos, ni lo otro.
Todo esto estimula el robo para poder comer. Da la impresión, y así debe ser, nuestros políticos no piensan en el futuro. No tendremos nada que comer, a no ser carne de perros, (sin señalar…)
* Fernando Báez Santana, Pbtero.
Artículos del Padre Báez publicados en El Canario y en El Guanche