¿Quién asumió competencias impropias en el incendio de La Gomera?
Francisco
Ayala *
Parece que alguien con
influencia en el infierno y en esos sitios malévolos ha echado una maldición,
que dice el pueblo, a La Gomera y a los gomeros. Y como premio que podríamos
llamar de desconsolación, ha advertido a los chicharreros con unos
terremotitos, tres de aviso, para que no se fíen mucho. Los tres solo llegaron
a temblores de tierra de 2,6, 2,9 y 3,8, que asustan pero no mucho, porque no
se derriba ninguna casa, sino, si acaso, una cueva del barranco de Santos
abandonada por sus cuidadores.
A distancia de estos
temblores de suelo, en el pueblo de Vallehermoso, un frente que se calcula de
tres kilómetros sigue quemando todo lo que encuentra en los altos, tanto en el
suelo como en el subsuelo, y se localiza en la zona llamada Los Gallos, que es
de difícil acceso para su extinción, porque además registra deslizamientos de
matorral hacia el fondo del barranco. La mejor noticia es que el fuego se
muestra con poca intensidad y está casi perimetrado
excepto en el frente. Ya han ardido unas cien hectáreas de monte verde del
Parque de Garajonay y se necesitará un siglo para salir de nuevo, tal y como
estaban antes del siniestro del Garajonay, ocupadas con pastos y matorrales que
se calcula tardarán dos años en recuperar su verdor. Las hectáreas quemadas en
el parque se calcula en novecientas.
En otro frente, que no
es el del incendio propiamente dicho, se sigue discutiendo sobre la supuesta
descoordinación de las órdenes que emanan de los responsables de la extinción.
Mientras, la Unidad Militar de Emergencias comienza su retirada de La Gomera al
comprobarse una mejora en las labores de extinción del fuego. Ya los efectivos
comienzan a salir de la Isla, aunque quedan en La Gomera cuarenta soldados, ya
que aún prosigue la estabilización del subsuelo quemado.
Sale a colación en
todos los comentarios la decisión de una autoridad responsable de bajar el
nivel de riesgo del incendio, que dio lugar a una baja en la atención. Se
señala como culpable a Paulino Rivero, quien asumió, por así decirlo, la
dirección de las operaciones, y se mencionan pagos de dinero del Gobierno de
Canarias, aunque no se asegura que es por guardar silencio sobre ciertas
decisiones. Se acusa igualmente al Cabildo de La Gomera. Lo que no parece nada
claro es que el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, quiso
hacer responsables al Estado y al ministro Cañete, pero son cuestiones que hay
que aclarar debidamente. Se sabe que no ha sido detenido ningún pirómano, pero
quedan muchas cosas en el aire que es preciso saber previa comprobación
rigurosa, porque el asunto es muy serio y marcará un borrón inolvidable en la
historia de La Gomera.
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Publicado en el periódico El Día, 22-08-2012