Comienza el baile

 

Roger *

La proximidad de las elecciones da lugar a una curiosa cuenta atrás que ha perturbado la Semana Santa. Acabada la Pasión empieza la pasión. Comienza el baile. Es decir, los partidos se encaminan a la recta final de una campaña soterrada, que ya no lo será. Todos los recursos disponibles se pondrán en solfa para intentar arrancar los últimos votos a un electorado cada vez más despistado y cada vez más desencantado.

Ahora viene lo bueno, la hora de la verdad está cerca y ya se limpian las urnas que van a recoger los deseos de papel de los ciudadanos. No es una buena época para los políticos, sumidos más bien en el descrédito. Demasiado tiempo creyendo que la gente es boba para ahora pedirle el voto con argumentos válidos. Está clara una cosa: que la izquierda que nos gobierna, la izquierda sectaria y abusadora, no nos conviene. Y en cuanto a la derecha, o al centro derecha, va montada en una ola, pero no sabemos si será capaz de darnos a los canarios lo que queremos.

¿Y el nacionalismo? Hasta que no se una para lo único que tiene que unirse -para lograr la independencia de Canarias-, tampoco nos vale. Demasiadas promesas sin cumplir, demasiados intentos vanos y mucha cobardía. El llamado día "D", el 22 de mayo, pueden hacerse realidad los más tristes augurios: una abstención terrible, un desinterés inmenso y un pasotismo brutal. Sería muy malo para la democracia que esto ocurriera, pero todo indica que será así.

Canarias sigue abandonada por el poder central. Podemos valernos por nosotros mismos si logramos abrir los caminos de futuro que nuestra sociedad demanda. Hay veces que nos desencantamos con los nacionalistas/españolistas que no saben dónde están, ni lo que quieren. Los partidos estatalistas no se acuerdan de Canarias en las cámaras. Parecemos mendigos ante el poder central cuando estas islas son, de por sí, un poder. Pero un poder que hay que poner sobre la mesa y no esconderlo como si fuera un conejo.

Nuestra patria es un almendro y un volcán, ya lo sabemos, pero también un país, con todas sus virtudes y con todos sus defectos: una nación. Distinta a la española, con la que podemos compartir algunos afanes, pero no nuestra personalidad, ni nuestro destino, ni nuestras necesidades. Entre otras cosas porque España masacró a nuestro pueblo y nos ha tutelado como una colonia. Ya es hora de romper esas ataduras y de iniciar una andadura de esperanza. Con los pies en el suelo y con el alma en el cielo. Seguros de que conquistaremos el futuro todos juntos. Con generosidad y con sentido común. Sin violencia y con fe. A ver para quiénes es el plebiscito del día 22 de mayo.

* Publicado en el periódico El Día, 25-04-2011