Dilaciones para no exigir la independencia

 

[¿De qué nos sirven unas migajas más de autonomía cuando nuestra legítima aspiración es la independencia?..., el objetivo número uno para estas Islas: constituirse en una nación soberana con su Estado. Cualquier alternativa a esta opción es un callejón sin salida; algo que no conduce a nada salvo a más paro, más miserias, más emigración y hasta más muertes en las listas de espera de la sanidad pública.]

Nos dan ganas de reír cuando la actualidad nos impone publicar noticias como la dada a conocer el miércoles de esta semana a nuestros lectores: "El Gobierno de Canarias empleará los instrumentos que le permite el Estatuto de Autonomía para tratar de devolver a las corporaciones locales las competencias municipales que asumirán como consecuencia de la reforma local".

Lo que tiene que hacer Coalición Canaria, y también el necio político que preside el Gobierno regional si fuese un auténtico nacionalista, es dejarse de tonterías y exigir la independencia sin más demora. En vez de optar por algo a lo que está obligada una formación política que presume de nacionalismo, se enredan Rivero y su comparsa de consejeros autonómicos -tal vez debamos excluir a los socialistas porque el PSOE es un partido españolista- en juegos florales. ¿De qué nos sirven unas migajas más de autonomía cuando nuestra legítima aspiración es la independencia? ¿Es que no se han dado cuenta tanto Paulino Rivero como sus mariachis políticos de que la autonomía es un vil disfraz que nos han puesto los españoles para ocultarle a Europa y al mundo entero nuestra vergonzosa condición colonial?

Rivero, además de un incompetente, es un cobarde político. Es un dirigente sin personalidad que baila al compás de la música que le tocan los colonizadores. Es un negrito que danza en su tribu no en plan ritual, sino para entretenerles la velada a sus amos peninsulares y europeos cuando vienen de safari a las posesiones de ultramar. No nos extraña que Francisco Hernández Spínola, consejero de Presidencia del Gobierno regional y destacado miembro del PSOE, haya subrayado que el Estatuto de Autonomía establece la posibilidad de regular el régimen local, y que la ley de reforma prevé la delegación de las competencias que recaigan sobre las comunidades autónomas. Spínola es un hombre de partido y, como tal, se debe a la disciplina de Las Palmas, que es donde tiene su sede regional el PSOE, y a las directrices que le dan desde Madrid, pues es en la capital de la Metrópoli, a 2.000 kilómetros de nuestro archipiélago -qué disparate- donde se decide lo que han de hacer tanto los socialistas como los populares. En resumidas cuentas, a Spínola el Estatuto de Autonomía le viene bien. Y si no le viene bien, de igual forma ha de guardar silencio porque su militancia exige el respeto a las normas.

Lo que no entendemos es esa miseria política de CC a la hora de exigir tonterías y, al mismo tiempo, pasar de puntillas sobre el objetivo número uno para estas Islas: constituirse en una nación soberana con su Estado. Cualquier alternativa a esta opción es un callejón sin salida; algo que no conduce a nada salvo a más paro, más miserias, más emigración y hasta más muertes en las listas de espera de la sanidad pública.

Dice el PSOE, a través de Spínola, que la reforma de la Administración local es muy perjudicial para Canarias. ¿Y el colonialismo? ¿No es perjudicial, y hasta deleznable, seguir en manos de la Hacienda española porque continuamos siendo la colonia más antigua de Europa? Hernández Spínola es socialista, pero también es canario. ¿No le duele el sufrimiento de sus compatriotas? Un buen canario, un isleño patriota, antepondría siempre el bienestar de su pueblo a la disciplina del partido en el que milita. Aunque poco podemos reprocharle a un socialista su actitud cuando hay tantos nacionalistas que actúan igual; es decir, se desentienden del problema más grave que padecen estas Islas, al margen del mal gobierno de Paulino Rivero que es una auténtica desgracia.

Quizás si en vez de los falsos nacionalistas de CC y los desatinados socialistas del PSOE estuviesen gobernando en Canarias los políticos del PP, que fue el partido ganador de las elecciones, nos encontraríamos en mejor situación. No avanzaríamos más deprisa hacia la independencia, porque el PP también es un partido españolista, pero al menos no habría tanta hambre y tanta miseria. Nuestras principales lacras están ocasionadas porque estamos en manos de auténticos ineptos políticos, Paulino Rivero el primero de todos ellos. Como decíamos en nuestro comentario de ayer, este hombre está seriamente cuestionado dentro de su partido aunque todavía domina a esta formación política. Un partido al que está conduciendo a la ruina, al igual que ha hecho con muchos canarios.

Comentario de El Día, sábado, 3 de agosto de 2013