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las empresas chinas compran por más de 4.000 millones de dólares el mayor
negocio cochinero de USA. Mientras, nosotros en Canarias no sólo no miramos
para el campo, sembrando ilusión y recursos económicos que optimicen el sector
primario, sino, lo que es peor, continuamos sin mover una coma de un marco de
leyes que se hicieron a espaldas del sector agrario, que prohíben y limitan las
actividades primarias en gran parte de nuestro agro… En estas islas vivimos
cincuenta personas por hectárea cultivada, mientras que en China son unas diez
personas por hectárea cultivada; allí siembran más del 12% de la superficie
china, mientras que en Canarias sólo cultivamos un raquítico 6%.]
Los acontecimientos nos sorprenden cada
día; los hechos cotidianos superan incluso la ficción. Parecería de ciencia
ficción lo que está ocurriendo en estos momentos en cuanto al comercio y a las
relaciones internacionales. No sólo cayó el muro de Berlín, sino que se están
levantando con frecuencia otros muros. Muchas teorías las hemos tenido que
dejar en la papelera de la historia. Hace unos años era impensable que una
empresa china compre la mayor compañía productora de carne de cerdo de EE.UU.;
hasta hace bien poco la producción de alimentos en EE.UU. era un tema
estratégico, igual que la industria bélica. ¿Cómo podemos entender que el país
más rico del mundo venda a los chinos una actividad de esas características?
Mientras bloquea a Cuba por el peligro rojo, vende a la empresa china Shuanghui la americana Smithfield
Foods, en la que está incluida el 37% de la ibérica Campofrío.
La globalización y el dominio del capital
multinacional se imponen. En este nuevo marco de relaciones, China no sólo
compra petróleo y materias primas, y vende productos exigentes en mano de obra
barata y poco cualificada, sino que ahora entra en el mundo de la electrónica y
los productos de alta tecnología. Lo que nos sorprende es que el sector
agrario, básico en la historia de la economía china, con varios miles de años a
sus espaldas, no es capaz de abastecer las nuevas demandas en carne de cerdo,
en un país en el que se cuidan los cerdos desde hace más de seis mil años. El
mundo rural tan cuidado y mimado desde la época de Mao no cubre las necesidades
básicas; por ello, recurren a una ganadería industrial alimentada con soja y
maíz norteamericanos, en un mercado internacional en el que los precios de los
cereales y de otros alimentos básicos están en alza. La empresa china Shuanghui, que sacrifica más de treinta millones de cerdos
el año pasado, no cubre las demandas de la nueva clase media china.
En este plano de nuevas relaciones
económicas, las empresas chinas compran por más de 4.000 millones de dólares el
mayor negocio cochinero de USA. Mientras, nosotros en Canarias no sólo no
miramos para el campo, sembrando ilusión y recursos económicos que optimicen el
sector primario, sino, lo que es peor, continuamos sin mover una coma de un
marco de leyes que se hicieron a espaldas del sector agrario, que prohíben y
limitan las actividades primarias en gran parte de nuestro agro. Aquí se dan
situaciones en algunos municipios de las islas en las que no se encuentra un
metro cuadrado de suelo habilitado para actividades ganaderas; en otros casos,
se proponen polígonos ganaderos separados de los lugares de residencia de los
ganaderos, como si se tratase de poner fábricas de tornillos en polígonos
industriales. ¿Cómo se puede plantear separar las explotaciones ganaderas
familiares de las viviendas de los ganaderos? Por otro lado, los usos
tradicionales en la cría y sacrificio de cerdos en las viviendas del mundo
rural también están limitados por nuestras leyes. En esa supuesta planificación
del territorio, que ha puesto límites y declaraciones de uso en cada metro
cuadrado de nuestro territorio, el campo se deja sin campesinos, y se convierte
nuestro medio rural en algo para la contemplación o para el cuidado de las
especies autóctonas. La historia y la tradición del mundo rural la dejamos como
algo del pasado sin darle espacio alguno para que sobreviva. Estos surcos
aprovechan la coyuntura anteriormente comentada para hacer una reflexión en la
que nuestro campo y nuestra geografía tienen mucho que decir para el futuro de
esta tierra. No sólo tenemos que atender las necesidades básicas de nuestro
pueblo y cuidar nuestro entorno. Hablar de China es hablar de un territorio
superpoblado y, como consecuencia, de una naturaleza muy alterada por el hombre.
Estamos viendo cómo la historia y la tradición de un país milenario es capaz de
dar un giro tan brusco como el que estamos comentando en temas como la
alimentación, el trabajo y el uso y las gestión de los recursos que en teoría
han estado tan arraigados en el pueblo chino.
Canarias, que en teoría es una sociedad
más abierta, ahora es incapaz de plantear soluciones posibles y reales para los
problemas de las islas. Los problemas ambientales hemos de asociarlos con los
sociales; el paro, la lucha contra los incendios, el autoabastecimiento y los
aspectos ambientales son referencias clave.
En estas islas vivimos cincuenta personas
por hectárea cultivada, mientras que en China son unas diez personas por
hectárea cultivada; allí siembran más del 12% de la superficie china, mientras
que en Canarias sólo cultivamos un raquítico 6%. Hagamos surcos de compromisos
con otra manera de gestionar los aspectos ambientales, unido a la manera de
producir alimentos y generar puestos de trabajo en esta tierra.
Estamos ante un cambio de modelo, tanto en el plano económico como en el
social; una de las civilizaciones más antiguas del planeta se transforma y se
prepara para nuevos retos, y es capaz de tender puentes de entendimiento con
una civilización con la que ha estado en conflicto, incluso armado, hasta hace
poco. Nosotros estamos en la obligación de buscar salidas posibles a los limitados
recursos de esta tierra. Hay mucho por hacer, tanto en nuestro entorno como
para potenciar los factores humanos que han de desarrollarse en convivencia con
nuestra cultura del ayer y nuestro medio natural, con un modelo sostenible para
el futuro de esta tierra.
*DOCTOR EN GEOGRAFÍA
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Rodríguez Brito publicados en El Canario