«» Wladimiro Rodríguez Brito *
Chaurera (según parece, era la que distribuía los pastos entre guanches).
[...Ahora aquí tenemos barreras a las labores por supuesta protección ambiental. Pero lo más grave son las importaciones sin arancel, alegando el abaratamiento de la cesta de la compra, y lo peor es que en los pueblos predominen las grandes superficies con productos importados. Por no tener, no tenemos ni gangocheros, papas a 0,40/kilo o las vendemos sin precio para el agricultor, agravada la situación por la polilla guatemalteca... Necesitamos otras lecturas del campo, que dignifique tanto en lo económico como en lo social el trabajo y la defensa de lo rural, lo nuestro...]
Estos días se ha abierto un debate político sobre las declaraciones de Pedro Sánchez y supuestos cambios en la economía española. Aunque Canadá significa el 0,25 del PIB en el comercio con España, aquí y ahora las importaciones han estrangulado una parte significativa de la economía... Así, las importaciones de productos cárnicos y lácteos sin arancel han creado serios problemas a los ganaderos y de manera colateral al medio rural, al poblamiento y, por supuesto, a la seguridad de nuestros pueblos (campos cubiertos de pastos y maleza -una vaca come entre 30 y 50 kilos y una cabra en torno a los 8 o 10 kilos-).
Vacunos: las importaciones de productos cárnicos significan solo en vacuno más de cien mil reses al año. Si relacionamos los pastos que demanda cada vacuno, significa entre 15 y 20 tm3. Podemos leer el impacto en la piel del territorio: no digamos las tres o cuatro toneladas que demanda una cabra al año, tema básico en la limpieza de nuestro campos, lo cual supone la creación de puestos de trabajo y menor dependencia del exterior, generando también seguridad en los caseríos y menor peligro para nuestros montes.
De las chaureras a los helicópteros .- En la toponimia de Tenerife está el barranco de la Chaurera (según parece, era la que distribuía los pastos entre guanches). El barranco está situado al borde de las lavas del Teide -Pico Viejo-; hacia el naciente están las tierras sin apenas piedras, lo que ahora llamamos tierras de pan de sembrar (Tierras de Mesa en Icod de los Trigos) y hacia el poniente los malpaíses donde dominaba la zona de pasta. Ahora nos hablan de cambio climático, de peligro de incendios, de problemas con el agua... Olvidamos una cultura que gestionó el territorio en la que el pasto era para el ganado; ahora es combustible para el fuego, con el consiguiente riesgo para la población. Nos decía D. Benito Fraga, guarda forestal de los años cincuenta, cómo entraban en Las Cañadas desde Los Realejos (Casa del Queso) más de 5.000 cabras en los veranos o cómo funcionó una era en Boca Tauce, próxima a la casa de D. Juan Évora...
El hambre no es buen aliado del medio ambiente..., pero ahora hemos olvidado otra lectura: la que hacía el veterinario de la Isla Baja D. Pedro López Sumer, o la que hacía D. Domingo Romero sobre el Valle del Palmar o D. Antonio Mesa (marchante).
D. Pedro daba solo para la Isla Baja 4.600 vacas de raza basta; el señor Romero y Antonio Mesa situaban en el Valle del Palmar más de 1.000 vacas, que eran complementarias de la agricultura y que demandaban no solo pasto, sino cama y, en consecuencia, retiraban la pinocha de los montes... Qué decir de los campos sembrados, con cultivos, con rotación, bien a dos o tres hojas... Cereal, legumbres, manchón, papas...
Ahora aquí tenemos barreras a las labores por supuesta protección ambiental. Pero lo más grave son las importaciones sin arancel, alegando el abaratamiento de la cesta de la compra, y lo peor es que en los pueblos predominen las grandes superficies con productos importados. Por no tener, no tenemos ni gangocheros, papas a 0,40/kilo o las vendemos sin precio para el agricultor, agravada la situación por la polilla guatemalteca.
La lucha contra el fuego no la resolvemos con medios solo mecánicos, necesitamos estímulos para labrar y cultivar el campo; los temas ambientales no pueden estar separados de los agrarios y los sociales. El pastoreo, la actividad agraria y ganadera puede y debe tener estímulos sociales y económicos, con precios mínimos garantizados y con freno a las importaciones. El supuesto (CETA) para Canarias puede ser una herramienta básica y necesaria para esta tierra. Hay que penalizar las tierras de cultivo sin surcos, sin campesinos, creando estímulos para que rompan con la alergia al sacho. Necesitamos otras lecturas del campo, que dignifique tanto en lo económico como en lo social el trabajo y la defensa de lo rural, lo nuestro...
Las importaciones han de contar con los productores en una sociedad más solidaria, en la que la chaurera de ahora debe controlar las importaciones, pero también estimulando a los que hacen surcos aquí y ahora.
* DOCTOR EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
Otros artículos de Wladimiro Rodríguez Brito publicados en El Canario