Cataluña,
Escocia y Canarias
José Carlos Mauricio
Entre este
abril y el del año que viene, los problemas regionales europeos se
precipitarán. Los canarios de hoy podemos aportar
soluciones al proceso de construcción de España en la nueva Europa.
Mientras esta semana seguía por televisión el debate en el
Congreso de Diputados sobre "el derecho a decidir" de Cataluña,
recordé un artículo publicado hace unos quince años en el Financial
Times, uno de los más importantes periódicos del mundo. El diario inglés
publicaba de forma muy destacada un extenso reportaje sobre lo que llamaba
"el problema regional europeo". El motivo era la decisión del
Parlamento británico de conceder la autonomía a Escocia y Gales, con
parlamentos propios dentro del Reino Unido. Este proceso coincidía con
importantes avances en la construcción europea, el Tratado de Maastricht y la
decisión de una moneda común, el euro. En este contexto, se analizaban un
conjunto de territorios que por su carácter singular no encajaban bien en sus
estados nacionales y exigían, por tanto, soluciones específicas y
diferenciadas.
El artículo sugería la necesidad de dotar de importantes
competencias a los nuevos parlamentos de Escocia y Gales y ponía como ejemplo
los casos de Cataluña y Euskadi. Se recomendaba también la federalización de
Bélgica, que ayudaría a superar el conflicto de flamencos y valones.
Regionalizar a fondo toda la estructura institucional de Italia para evitar que
Lombardía no siguiera por el delirio de "la Padania", que se había
inventado la Liga Norte, partido mayoritario de esta región. Se hacía también
un paralelismo entre el País Vasco y el Ulster, afectados al mismo tiempo no
solo por un problema nacional sino también por un fenómeno terrorista.
El periodista inglés analizaba estos fenómenos europeos a
la luz de la experiencia de Canadá, donde una región muy importante: Québec,
francófona, había planteado un referéndum de autodeterminación para separarse
del resto de Canadá, anglófilo.
Pero lo que más llamaba la atención de este sorprendente
artículo era la gran importancia que le daba a "la solución canaria",
como ejemplo a seguir por el resto de las regiones europeas en conflicto. No sé
cómo este periodista se informó, pero explicaba con toda clase de detalles y
gran rigor las características del problema canario. Y concluía que la
capacidad de los canarios para construir su autonomía, completada con "un
original" Régimen Económico y Fiscal, incorporando su hecho diferencial a
los tratados europeos como región ultraperiférica. Eran ejemplos de "la
creatividad" de Canarias, según el Financial
Times para encajarse en la nueva Europa.
Casualmente, en esa época, tuve una entrevista con Aznar en
Moncloa. Era el tiempo que se discutía la reforma del Estatuto de Autonomía de
Canarias y la ratificación del REF de 1994 ante la Unión Europea. El presidente
preguntó: "¿Por qué esa obsesión de definir a Canarias como nacionalidad
en el nuevo Estatuto?". Intenté explicarle: en primer lugar, porque
justifica las competencias que pedimos. Y, además, la Constitución establece
que España está integrada por nacionalidades y regiones, con tres hechos
singulares que son Cataluña, Euskadi y Canarias.
Aunque en sus disposiciones finales están recogidas las dos
últimas y no Cataluña. La respuesta no convenció del todo a Aznar, se le notaba
en su expresión seria y preocupada. Aproveché para sacar del bolsillo el
artículo y le pregunté: "Por cierto, seguro que no ha leído el artículo del
Financial Times..." Me interrumpió: "Claro
que lo leí. Tengo un servicio excepcional de prensa e información en Moncloa,
que sigo a diario".
"Pues, entonces, basta con leerlo para comprender el
problema canario y las soluciones que aporta". Su actitud cambió y, al
final, terminó por aceptar. Creo que Aznar debió pensar: "Si lo entiende
el "FT" cómo no lo voy a entender yo".
En ese mismo tiempo tuve una reunión con Pujol en
Barcelona, a petición suya. En medio de la reunión, de forma desabrida,
preguntó lo mismo: "¿Por qué se empeña usted en definir a Canarias como
una nacionalidad? El artículo 2 de la Constitución es producto del pacto
constitucional con el nacionalismo catalán. Y en él se acordó que España
tendrían tres hechos singulares: los llamados nacionalismos históricos de
Cataluña, Euskadi y Galicia.
Pero quedó claro también que no para Canarias ni para
Andalucía -continuó Pujol-. Porque si todos lo tienen, no lo tiene
ninguno". Intenté explicarle, pero creo que apenas me escuchaba. Recuerdo
que le dije algo que repetía mucho en esa época: "Canarias es distinta
porque está distante y, como dice Mitterrand, la historia y la política siguen
siempre a la geografía".
Pujol siguió mirando al suelo, no se molestó ni en mirarme
y lanzó uno de sus ácidos sarcasmos, "estilo Pujol": "Ah, por
cierto, Canarias está situada cerca de la isla Reunión, ¿no?".
Naturalmente, días después el grupo catalán no apoyó la votación en el Congreso
a favor del Estatuto canario.
15 años después
Los problemas regionales europeos, a que se refería el Financial Times, han evolucionado. Unos para suavizarse y
otros para enconarse. La Padania, por ejemplo, ha
quedado solo en el folclore de una celebración medieval; los flamencos y valones, con muchas dificultades, al final se han puesto de
acuerdo. Los corsos han terminado por bajar de la montaña. Gales tiene su
selección. Baviera se encuentra fuerte y cómoda en el Estado Federal alemán. En
el Ulster y Euskadi se acabó el terrorismo. Pero Escocia, Cataluña y, en
situación de espera Euskadi, siguen siendo conflictos europeos sin resolver.
Los tres califican el bienio 2014-2015 como años decisivos.
En septiembre, Escocia tiene un referéndum legal de autodeterminación, aceptado
por el Gobierno inglés porque cree que lo va a ganar. El factor desencadenante
ha sido el petróleo del Mar del Norte y la justificación de un acuerdo
voluntario de integración en Gran Bretaña hace tres siglos. El resultado de
esta consulta influirá, sin duda, en el proceso catalán y, posteriormente, en
el vasco. Como está influyendo ya la gran derrota del Partido Independentista
de Québec, hace pocos días, en las elecciones.
En cualquier caso, el debate de esta semana en el Congreso
de los Diputados solo ha servido para dejar claro dos cosas incompatibles entre
sí: la primera, la mayoría del Parlamento español no va a permitir que se
celebre la consulta en Cataluña.
Y la segunda, la mayoría del Parlamento catalán está
decidido a forzar que esa consulta se celebre. Y esto, ¿cómo se resuelve? El
diálogo y la negociación que todos proponen no parece
posible, por lo menos por ahora.
No hay punto de encuentro, aunque Durán i Lleida y el PSOE preparan un punto de convergencia para el
futuro: una nueva disposición adicional de la Constitución, junto a la que ya
tienen los vascos y los canarios. Que reconozca el hecho singular de Cataluña,
que a Pujol se le quedó atrás.
De momento, las espadas siguen en alto, la partida
continúa, las amenazas crecen, pero la rebelión no parece posible y un acuerdo
tampoco.
Todo lleva a la convocatoria de unas elecciones
plebiscitarias, con lista única, al Parlamento de Cataluña si el referéndum no
es posible. Y la amenaza de una declaración unilateral de independencia.
Mientras los catalanes y los vascos buscan caminos fuera de
la Constitución, los canarios ya los tenemos abiertos, dentro. Ahora ya no es
necesario que un periodista del Financial Times venga
a explicárnoslo. Ya sabemos que la historia abre a veces coyunturas favorables,
ventanas de oportunidad, para hacer frente a grandes retos históricos. Y los
canarios estamos viviendo uno de ellos.
Necesitamos actualizar nuestra relación con España y
Europa. El mundo está sufriendo cambios profundos en las dos últimas décadas.
El mundo cambia y nosotros debemos cambiar también.
El Régimen Económico y Fiscal y el Estatuto de Autonomía
necesitan profundas reformas y actualización. Y éste es el momento.
Entre el abril de hoy y el del año que viene, los problemas
regionales europeos se precipitarán: Cataluña, Escocia y Euskadi plantearán
soluciones que en la Europa de hoy no parecen posibles.
Pero el Parlamento de Canarias tiene la posibilidad, sin
que nadie se lo pueda impedir, de aprobar y enviar al Congreso de Diputados una
nueva ley del Régimen Económico y Fiscal de Canarias que actualice la que hizo
la generación anterior. Y nos abra un nuevo marco de modernización y desarrollo
económico y social.
Esto es lo que el periodista inglés dijo que los canarios
habíamos ofrecido hace 20 años, soluciones imaginativas y creativas. Y es lo que
los canarios de hoy debemos aportar al proceso de construcción de España en la
nueva Europa.
Fuente: laprovincia.es/canarias/2014/04/13