Una casta política
envilecida
Patético
resulta ver a Don Rivero (era una costumbre medieval poner el Don al apellido)
tratando de amordazar a la prensa de la colonia con lo tribunales del reino
colonialista de España en la figura de Don José Rodríguez, director del
rotativo “El Día”, lo que viene a confirmar una vez más que cuanto más débil
es un gobierno más autoritario se vuelve.
El
24 de Septiembre de 2008 Coalición
Canaria, Partido Popular y Partido Socialista Obrero Español, componentes del
parlamento títere de Madrid y nada de Canarias, se ponían de acuerdo unánimemente
(sólo lo habían hecho hasta ese momento para subirse los sueldos) para
condenar a un medio de comunicación cuyo “delito” consistió en afearles la
conducta a sus señorías, que entran en la citada institución mediante una ley
electoral diseñada a medida por ellos mismos o sus predecesores, que exige
obtener un 30 por ciento de los votos (aunque sólo voten 3 electores) en cada
isla o un insignificante 6 por ciento (al ser determinante el porcentaje
insular) en toda la colonia para obtener representación parlamentaria.
El
ensañamiento, tanto del colonialismo (corrió el rumor de que hasta el mismísimo
jefe del reino medieval español le dijo a una representante de la “Colisión”:
“tenemos que acabar con esos editoriales”) como de los lacayos (recuerden:
empleados de librea) a su servicio, el ensañamiento, reiteramos, con un medio
de comunicación, por cierto el más leído de Canarias, y, por extensión, a un
derecho fundamental, como es la libertad de expresión, reconocido por todos los
regímenes democráticos y por las instituciones internacionales, no tiene
parangón en un estado de derecho, lo que en definitiva viene a demostrar que el
tal estado no existe en el reino de España.
A
día de hoy (y hace cinco años de los hechos) aún no se ha producido una
rectificación de tan deleznable acuerdo.
Según
ha trascendido, pues sus señorías lo ocultaron mientras pudieron, los
emolumentos percibidos por cada uno de ellos en concepto de dietas superan los
veinte mil euros anuales, que además no tienen que declarar, según la ley
elaborada por ellos mismos, que los ampara, superando sólo con las dietas el
salario de un funcionario de tipo A.
No
son, lamentablemente, las únicas pruebas del envilecimiento de la casta.
Tenemos otro ejemplo reciente en el trágico accidente que tuvo lugar en el
muelle de Tedote (antes Santa Cruz de La Palma) la víspera de la fiesta
carnavalera de los Indianos y que le costó la vida a cinco tripulantes del
crucero Thomson Majesty que
visitaba la Isla. No sólo no se declaró ni un solo día de luto, ni se les
rindió un pequeño homenaje, sino que tanto el Cabildo Insular como el
Ayuntamiento no aplazaron ni suspendieron la fiesta y sacaron a la calle a miles
y miles de personas en un ambiente festivo para vergüenza y oprobio de todos
nosotros, y esto hay que tener el coraje de denunciarlo siquiera sea ante la
opinión pública.
Lo mismo ocurrió con el último temporal que segó
la vida de una jovencísima turista alemana que visitaba la Gomera. El consejero
de presidencia, responsable de seguridad, se limitó a decir que habían
distribuido las normas a tener en cuenta en estos casos, sin ni siquiera tener
la consideración de que nuestros visitantes, afortunadamente para ellos, no
tienen obligación, como nosotros, de hablar español.
No menos viles fueron las declaraciones del consejero
de educación ufanándose de haber conseguido disminuir en tres puntos el
abandono escolar temprano. Y esto es cierto, pues es la casta la única
responsable de la agudización de la crisis crónica que padece Canarias desde
la colonización española, lo que ha ocasionado el regreso a las aulas de
algunos parados, aulas que habían abandonado por un penoso trabajo en la
construcción, pero no parece razón suficiente para ufanarse de ello ¿O sí?
El Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario
(Movimiento UPC) hace un llamamiento a todas las canarias y canarios para acabar
con este insostenible envilecimiento y advierte recordando que son ilegítimas
todas las administraciones coloniales, pues son consecuencia del vil (de ahí
viene envilecimiento) e injusto sometimiento armado de nuestra Nación, viles
imprescindibles para mantener el dominio colonial. El Movimiento UPC tampoco
reconoce legitimidad a esas instituciones coloniales.
Movimiento por la Unidad del
Pueblo Canario
Movimiento
UPC