Francisco Espinosa Maestre *
Fue en un artículo
publicado el año pasado en El Plural cuando Gerardo Rivas, periodista
y economista, recordando el juicio contra el juez Garzón, se refirió de pasada
a Falange como una organización “con un amplio historial de crímenes contra
la humanidad”. La reacción de Falange Española de las JONS no tardó en
llegar, de modo que, tras un fallido acto de conciliación, FE-JONS presentó una
querella en enero de 2013. Contra toda previsión esta fue aceptada a trámite
por la magistrada-juez del Jugado nº 37 de Madrid,
Purificación Elisa Romero Paredes. Los procuradores que representan a la
organización falangista son Pablo Domínguez Maestro y Jorge Garrido San Román.
Google nos permite saber que la juez
Romero Paredes fue la que en abril de 1997 desestimó la querella de SOS Racismo
–antes lo habían denunciado sus propios alumnos– y
justificó las palabras del profesor de Psicología de la Universidad Complutense
Guillermo Quintana, quien había llegado a escribir en la obra
que se utilizaba como libro de texto que los negros, los orientales y las
mujeres son seres inferiores.
En cuanto a los procuradores, de Pablo
Domínguez Maestro sabemos que representó a FE-JONS en la querella por
prevaricación que esta presentó contra el juez Garzón en 2009, y de Jorge
Garrido San Román es la propia Wikipedia la que nos informa de que, además de
ser militar en excedencia y abogado, preside desde 2008 el sindicato
nacionalsindicalista Unión Nacional de Trabajadores y es vicesecretario general
de FE-JONS.
Los querellantes solicitan el pago de
15.000 euros, la divulgación de la sentencia y que Rivas cargue con las costas.
En la querella se lee que este publicó la frase antes aludida “con temerario
desprecio hacia la verdad” y “con la intención de menospreciar y menoscabar
públicamente la fama y el honor de dicha organización política, ya que el autor
no aporta ni hace referencia a ningún hecho concreto ni a ninguna sentencia
judicial condenatoria de FE-JONS por ninguno de los hechos criminales aludidos
que pudieran avalar sus temerarias y graves afirmaciones gratuitas”.
Y sigue: “… imputar a FE-JONS un amplio
historial de crímenes contra la humanidad constituye una afirmación
indudablemente injuriosa como mínimo, pues hace desmerecer a su destinatario de
la consideración ajena al hacerlo pasar directamente (ella misma pues y no
alguno de sus miembros –aunque aunque tampoco haya
sido condenado jamás por ninguno de esos presuntos crímenes), por una
organización criminal que ha causado directamente crímenes contra la humanidad”.
Por lo demás, los querellantes afirman que
la libertad de expresión “no puede acoger ningún motivo o excusa que
justificara el escarnio, la humillación y la denigración de FE-JONS que hizo el
querellado”.
Resulta sorprendente leer a estas alturas
afirmaciones como estas y carece de sentido alguno que la juez haya aceptado a
trámite una querella semejante. Me explico. Hace ya varias décadas que la
investigación histórica ha expuesto rigurosamente el papel jugado por Falange
en el golpe militar de julio de 1936. Hay decenas de libros que lo explican con
detalle. Estas investigaciones a pie de archivo nos han enseñado que Falange
formó parte importante de la estructura represiva que segó miles de vidas en
las regiones donde triunfó el golpe militar. En este sentido, ya que contamos
con abundantes y variadas pruebas, no es temerario ni gratuito hablar del
“historial de crímenes” de un partido que se reconocía fascista y que acató
disciplinadamente las exigencias de la gran tarea.
Dicen los querellantes que no existe “ninguna
sentencia judicial condenatoria de FE-JONS por ninguno de los hechos criminales
aludidos” y que “jamás” ninguno de sus miembros ha sido condenado
por esos “presuntos crímenes”. Se equivocan. A pesar de que lo lógico es
que no las hubiera –¿cómo iban a juzgar los golpistas
a los componentes del principal grupo paramilitar que estaba a su servicio?–,
existen sentencias contra falangistas por hechos criminales. La causa es
simple: los falangistas constituían el principal brazo ejecutor de los
designios de los militares y de los sectores que propiciaron la sublevación.
Tenían permiso para asesinar a quienes se les indicaba y a su vez formaban
parte de la cúpula decisora. Sin embargo, fueron las
extralimitaciones las que los llevaron en ocasiones ante un consejo de guerra y
las que incluso acabaron con alguno en el paredón.
La historiografía es amplia. El acceso a
los archivos judiciales militares, antiguas Auditorías de Guerra, nos ha
permitido conocer numerosos expedientes relativos a falangistas por asesinatos,
violaciones, robos, desfalcos y delitos de todo tipo. Los sumarios están a
disposición de quien quiera verlos y los historiadores llevamos ya más de una
década utilizándolos en nuestros trabajos. La huella de violencia que fue
dejando Falange cabe seguirla en Andalucía, Extremadura, Castilla-León,
Galicia, etc. Se trata del mapa de la España en la que triunfa el golpe militar
y donde Falange se convierte en el rostro visible del “movimiento depurador”.
Estas historias terribles no son ya cuestión de opiniones, sino hechos probados
de los que nos informa hasta en sus detalles más escabrosos la propia
documentación generada por los vencedores.
Me refería antes al hecho insólito de que
la juez haya aceptado a trámite la querella. Tiene su explicación. Importantes
sectores del mundo político y judicial no aceptan en modo alguno que el
franquismo pueda ser enjuiciado y sus víctimas reconocidas plenamente y
recompensadas. La defenestración del juez Garzón muestra hasta dónde han sido
capaces de llegar para que todo siga en su sitio. Pero si puede caer un juez de
la Audiencia Nacional, ¿por qué no ir contra un periodista? Es cuestión de
probar. Las posibilidades son amplias.
Cuesta trabajo creer que un hecho como
este ocurra treinta y cinco años después de la aprobación de la Constitución.
Si un grupo de extrema derecha, asociado al golpe y a la dictadura, presenta
una querella contra un periodista que dice algo ya establecido por la historia
y hay una juez que la acepta a trámite, es que algo falla. Lo cierto es que el
25 de este mes tendrá lugar el juicio contra Gerardo Rivas. ¿Será posible poner
fin a este despropósito?
* Historiador
*Artículo publicado originariamente en todoslosnombres.org