Carta de un médico
al Señor Rivero
Sr. Rivero:
Soy un profesional de la Sanidad Pública
Canaria y me ha dejado Vd. impresionado con sus declaraciones en las que
argumentaba las diferencias salariales que puedan existir entre Vd. y algunos profesionales
médicos entre los que me incluyo.
Según mis informaciones, Vd. Sr. Presidente no tiene en su curriculum académico
más que en una diplomatura en Magisterio (ahora llamada ciencias de la
educación), a la que antes se accedía con 4º curso de Bachiller, sin necesidad
del Bachiller Superior y el PRE Universitario, COU, Acceso...
Los médicos a los que hace referencia, hemos pasado por un Bachiller con dos
reválidas, un PRE universitario o similar, 6 cursos de medicina en una facultad
de española, un examen MIR, 4 o 5 años de especialidad, múltiples cursos
de especialización duros, actualizaciones constantes, feroces concursos
oposición, largas horas de guardia, festivos y domingos incluidos; dedicando
nuestra juventud y ahora nuestros años maduros al servicio de la profesión.
Pero, lo más importante es comparar la responsabilidad, los esfuerzos para
sacar a un enfermo que se nos escapa, a veces con pocos medios y menos tiempo
del deseable para estabilizarle, educarle, promocionar la calidad de vida,
adentro de su maltrecha salud. Algunas veces se consigue otras no, me puede
argumentar, también aplicable a su gestión. Todo esto dentro de un sistema
sanitario que controla su partido desde hace más de 20 años, mal planificado,
burocratizado y con frecuencia corrupto. Aunque cuando acude Ud. le atienden
inmediatamente, tenga a todos los jefes a sus pies y pueda llegar a creerse que
a todos se les trata igual, que no hay listas de espera, o que a otros
pacientes también les traen especialistas de la Clínica Universitaria de
Navarra, con cargo a los presupuestos canarios, para una segunda opinión.
Pero tenga Vd. por seguro que a pesar de nuestro esfuerzo, conocimiento y horas
sin dormir... Nosotros no vamos en coche oficial, con chofer y cristales
blindados, que por cierto pagamos todos.
Nosotros vivimos en una casa que nos hemos ido pagando mes a mes con nuestra
nómina, tenemos un teléfono móvil con cargo a nuestra cuenta, usamos el coche
que nos hemos comprado, y algunos un plan de pensiones que vamos pagando
también de lo que nos queda en la nómina después del descuento de IRPF que
tenga Vd. por seguro que es muy superior a lo que Vd. tributa a la Hacienda
Pública. No tenemos dietas de miles de euros mensuales para comprar corbatas o
regalos, ni 9.000 euros mensuales para la seguridad de mi domicilio, ni nos
desplazamos en helicóptero con cargo a los presupuestos canarios cuando vamos a
un funeral.
Y cuando llegue la hora de la jubilación,
después de muchos años de trabajo nosotros tendremos un tope máximo de pensión
y Vd. tendrá una gran pensión vitalicia de muchos miles de € (muchos más que
los nuestros), desproporcionados a los pocos, muy pocos años de “trabajo” por
lo que llaman los políticos “servicio” a la sociedad, además, aunque lo haya
hecho mal, rematadamente mal, la probabilidad de que vaya a la cárcel es baja y
los privilegios y oportunidades de “negocios” incontables.
Sr. Rivero, asómbrese, sí... de que Vd. perciba un sueldo tan alto como el de
algunos médicos, siendo que tiene mucha menor capacidad, ha hecho un esfuerzo
mucho menor, le ha dedicado mucho menos tiempo y disfruta de infinitos
privilegios de por vida. Nuestros salarios se fijan por ley, no nos los ponemos
nosotros, en función de nuestra cualificación y responsabilidad, eso solo
pueden hacerlo Uds., los políticos. No olvide que vive, muy bien y se pone
medallas gracias a nuestros esfuerzos y que le pagamos por gestionar nuestras
arcas. Admita que le apunte, no es un chollo ser médico... Lo es ser político.
Gracias a su gestión nosotros cada día cobramos menos y trabajamos más.
Le invito a que coja la calculadora y haga las cuentas.
Atentamente.-
PS. Un médico que reitero para su tranquilidad, seguro que soy más pobre que
Vd. ya que cada mes me baja el sueldo, o me sube el IRPF y ahora pretende que
trabaje 18 días más cada año, cuando sus directores de hospitales se han
mostrado hasta la fecha incapaces de controlar no ya la puntualidad, ni
siquiera la asistencia al hospital, y eso hace que algunos estemos mucho más
quemados por el trabajo.