Volvemos con el cañón "Tigre" y sus falsedades
Antonio
Cubillo Ferreira *
El pasado año, en
fecha del 31 de julio, publiqué en este periódico independiente, EL DÍA, un
artículo contestando a uno escrito del Sr. Monty, sobre el cañón
"Tigre" y el brazo de Nelson, pero parece que los especialistas de
aquella gesta o no lo leyeron, o quieren seguir engañándonos con sus falsas
interpretaciones, o no han leído nunca los centenares de libros que se han
publicado sobre el lord vizconde Horacio Nelson.
Por tercer año, con
motivo del 25 de julio, dirigido por nuestros compatriotas Hermanos Ríos, se ha
vuelto a celebrar una reconstitución de los acontecimientos que significaron la
batalla contra el comodoro H. Nelson cuando vino a Canarias en
Con este motivo han
salido de nuevo en la prensa los consabidos artículos sobre el cañón
"Tigre", un cañón que se ha hecho famoso en la mentalidad de algunos
patrioteros, pero que no tuvo que ver nada con el famoso brazo de Nelson.
En estos momentos de la
emergencia del sentimiento anticolonialista en esta colonia africana, se sacan
los españoles y asimilados el viejo cuento de que al gran almirante inglés un
cañón español de
Reconociendo el heroísmo
de las Milicias Canarias y cuantos participaron en la batalla, agradecería a
los ahora llamados especialistas del 25 de julio que cuando quieran informarse
mejor sobre el desembarco de Nelson se vayan a Londres y rebusquen en las
bibliotecas y archivos de la Marina Británica y allí leerán el informe del
cirujano que atendió a Nelson en los primeros momentos. El cirujano del buque
"Theseus" se llamaba Mr. Thomas Eshelby y consta en el libro de a
bordo del buque donde servía que retiró un trozo de bala de mosquetón que le
había fracturado el brazo por encima del codo y cortado una arteria a Nelson y
no una bala de cañón o metralla, según consta en el libro de a bordo (ver Tom
Pocok, "Horatio Nelson", London 1987).
Los archivos ingleses
dicen que el doctor quiso embalsamar el brazo para llevarlo a Londres, pero el
almirante dijo que no, que lo tirasen al agua para que yaciese allí con los
marinos que habían sucumbido en el combate (v. Oman, Carola Nelson, 1947). Esta
es la verdad histórica documentada en todos los libros (v. Christopher Hibbert,
"Nelson, A personal History", páginas 122/123). Se pueden también
consultar las Crónicas Navales de la Marina "The Nelson Dispatch, the
Journal of the Nelson Society", así como centenares de autores ingleses
cuya lista pasaríamos a los estudiosos canarios interesados. Tras la derrota en
Cuba y Filipinas, en 1898, años después, ya en el siglo XX, es cuando se empezó
a fabricar esta leyenda, que ahora quieren ponerla al día en esta colonia, ya
que todos los días se habla de independencia entre la gente seria como solución
para acabar con la ocupación española de Canarias.
No se dan cuenta de que
todo lo que se refiere a Nelson está muy bien estudiado y examinado, no solo en
Inglaterra sino en los archivos de las principales marinas del mundo y que lo
del cañón "Tigre" no se le toma nadie en serio. Es como cuando la
corona española y sus diferentes gobiernos hablan de Gibraltar y lo reclaman
incluso ante las Naciones Unidas, ignorando el texto del Tratado de Utrech del
13 de julo de 1713, por el cual la corona española cede Gibraltar que dice así
muy claramente: "El Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores,
cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña, la plena y entera
propiedad de la ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto,
defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente
para que la tenga y goce, con entero derecho y para siempre, sin excepción ni
impedimento alguno".
El propio Cabildo y el
ayuntamiento capitalino han continuado mandando a fabricar los cañoncitos
reproducción del "Tigre" para regalarlos a los turistas. La gente de
aquí, que no investiga, va y dice, incluso: ¡Pues yo he visto el cañón y en
los periódicos no se habla sino de esto en los aniversarios de la
batalla!". Fue un teniente artillero español el que derrotó a Nelson y el
lunes dos periódicos de Tenerife hasta se han sacado de la manga su nombre de
oficial; lo dicen incluso en las charlas con los amigos, los nostálgicos del
imperio español y las tertulias del 25 de julio, que han hecho este
descubrimiento.
En las escuelas y
textos españoles se dicen tantos disparates que incluso los alumnos llegan a
creerse lo del caballo de Santiago y la batalla de Clavijo -que nunca existió-,
y lo de Santiago Matamoros, que bajaba del cielo para ayudar a los cristianos a
vencer en su lucha contra los moros; y lo de la Armada Invencible, que cuentan
los libros fue destruida por los elementos naturales, en vez de por las rápidas
y pequeñas cañoneras del insigne y gran almirante inglés, sir William Drake,
que le rompió los timones y los mástiles a los pesados buques hispanos, con
los dos cañones de proa, tirando balas gemelas unidas por cadenas.
Recomiendo a los
lectores que lean la "Relación circunstanciada que hizo la plaza de Santa
Cruz de Tenerife, invadida por una escuadra inglesa", de José Monteverde
Molina, publicada en Madrid en 1798; otro documento que recomiendo es el relato
de don José de Zárate, primer decano del Colegio de Abogados de Santa Cruz de
Tenerife, o cuantos comentaron aquella gesta para ver dónde se habló alguna
vez del cañón "Tigre". Precisamente sacado del relato de Monteverde
y de la carta que este militar lagunero le envió a nuestro historiador Viera y
Clavijo, sabemos por un poema que escribió "que fue precisamente una bala
gala la que le quitó el brazo a Nelson", y no la historia que
posteriormente se inventaron los militares españoles del cañón
"Tigre".
Fueron precisamente
marinos franceses del buque "La Mutine", que combatieron en la noche
del 24 de julio junto con los defensores del castillo de San Carlos, los que
tiraron con sus mosquetes, y una bala gala, por casualidad, le rompió el codo a
Nelson. Esto del cañón "Tigre" fue como la batalla de la Victoria de
Acentejo, aquí en Tenerife, batalla que nunca existió sino en la mente de un
monje español de la época, Espinosa, molesto por la enorme derrota que
sufrieron los españoles en el barranco de Acentejo en 1494.
Insisto, para los que
se quieran enterar bien de todo lo sucedido aquel 25 de julio, lean a don
Francisco María de León en su libro: "Apuntes para la continuación de
las noticias históricas de las Islas Canarias, desde 1776 hasta 1836". Se
trata de tres volúmenes, manuscritos del propio historiador, encuadernados en
media piel marrón, signaturas 10-3-12 y 10-3-13 y 10-2-38, respectivamente, que
de joven había leído en la biblioteca de esta capital. Dicho libro, años más
tarde, fue publicado por el Aula de la Cultura de Tenerife, en 1966, con el
concurso del Instituto de Estudios Canarios, donde aparecía editado por primera
vez el trabajo de D. F. María de León, gracias a la labor del insigne notario
Marcos Guimerá Peraza, con notas de Alejandro Cioranescu, quien reprodujo con
fidelidad el texto manuscrito del autor.
Pero volviendo a lo que
dice F. María de León sobre la batalla contra el almirante Nelson, y que hoy
se puede consultar fácilmente en la edición citada, en las páginas
"En una palabra,
la expedición de Nelson fue uno de aquellos hechos cuya merecida desgracia no
es solo hija de la injusticia misma de la acción, sino también de lo
imprevisto y atropellado de ella".
"Pero si tal es el
aspecto bajo que, con respecto al enemigo, consideramos este hecho, con respecto
a los nuestros, y particularmente con respecto al general Gutiérrez, vemos solo
en él un hombre que venció, porque tan malo fue el plan de sus enemigos que
necesariamente había de estrellarse en su ejecución; mas observamos, no un
general valiente en el combate, pronto en la ejecución de planes, intrépido y
atinado, sino un militar que se sorprende y encierra en el castillo; que no
recorre la línea y anima las tropas; que hace solo una salida al muelle cuando
en él no había peligro; que vuelve, casi desfallecido, y apoyado entre dos
oficiales, a la fortaleza; que, encerrados ya los ingleses en el convento de
Santo Domingo, no reúne al punto sus tropas, y al frente de ellas abate y vence
al enemigo; que se deja cortar, por decirlo así, sin procurar restablecer la
comunicación con las tropas de la derecha de la línea, hasta tanto que, por
casualidad, supo que el batallón permanecía intacto; que no se aprovecha en
suma de la victoria que la fortuna ciega le había deparado; porque, a no ser así,
y a no considerar a Gutiérrez todavía sorprendido y azogado ¿como puede
comprenderse esa capitulación, en qué ni por qué se deja reembarcar a los
enemigos con sus armas y con los honores de la guerra, cuando debieron haberlas
rendido y quedado nuestros prisioneros ? ¿Cómo no haberse aprovechado de los
planes mismos y contraseñas aprendidas, para haber hecho acercar la escuadra,
ya impotente por falta de su tripulación y tropas, y haberla rendido o a lo
menos algún buque de ella, bajo el cañón de nuestros castillos y fortalezas?
¡Cuál no hubiera sido entonces la gloria de Canarias y de su general! Pero
Gutierrez, harto irresoluto y pacato, ni antes dispusiera lo que disponer debía,
ni después supo conseguir todos los laureles que podía, contentándose con los
que ya creyó asegurados".
Investigando sobre el
intento de desembarco de Nelson, no hallé ningún documento de la época ni
posterior que citase al cañón "Tigre". Nos pareció que lo del
"Tigre" fue un montaje de los militares para hacerse propaganda y para
ensalzar su decrépita y anticuada artillería, así como para que no se hablase
a principios del siglo XX de las derrotas de Cuba y Filipinas.
Como de pequeño
aprendimos esto, de grande no nos venían con los cuentos de la celebración de
los éxitos del "Tigre", cuando sabíamos que quien en realidad venció
en esta batalla fue el pueblo de la isla tinerfeña y el valor de las Milicias
Canarias y los grupos de paisanos mandados por el alcalde de Taganana, y las
milicias de La Laguna, mandadas por el teniente coronel Juan Bautista de Castro,
muerto en combate, que se sumaron, ayudados por los marineros del buque de
guerra francés "La Mutine", al mando del capitán Faust, quien con
sus setenta y tres hombres quedó en tierra y contribuyó a la defensa de la
plaza.
Hay que reconocer también
que los ingleses vinieron aquí en aquella fecha porque tenían noticias de la
llegada de un buque español cargado de oro y riquezas de Manila. Si Nelson
hubiera venido a conquistar Canarias habría traído una flota de desembarco,
con la caballería y todo lo necesario para ocupar Tenerife, mientras otra parte
de la flota atacaba el puerto de La Orotava, que estaban indefenso. Esto no
quita para olvidar el valor de los que combatieron en aquella gesta, pero
creemos que el Cabildo tinerfeño también debería gastarse su dinero en hacer
reconstrucciones patrióticas como la de la batalla de Acentejo, donde los
guanches derrotaron completamente a las tropas españolas del bandolero y
traficante de esclavos Alonso Fernández de Lugo, arrancándole el pendón que
empuñaba.
Empiecen a ser serios y
quiten de ese parlamento colonial los cuadros del pintor palmero González Méndez
con el conquistador Alonso Fernández de Lugo y los guanches vencidos, y quiten
también la bandera de los dos perros canarios lamiendo la corona española. El
pueblo canario está harto de tantas mentiras en invenciones como la del cañón
"Tigre" y de que esto es Europa, y se prepara para acabar un día con
esta especie de Bastilla situada en la calle Teobaldo Power y empezar la
revolución nacional patriótica, que nos dará la libertad y la independencia
para instalar en esta colonia una nación, una república federal, laica y
social, con su propia moneda, el áfrico, y nuestro sistema financiero
republicano.
*
Presidente del
partido independentista el Congreso Nacional de Canarias, CNC, brazo político
del Movimiento de Liberación Africano, el MPAIAC
E mail: cnc@elguanche.net
cubilloantonio@hotmail.com
Publicado
en el periódico El Día, sección
Canarias, 30-07-2011