Canarias:
¿potencia ambiental?
Wladimiro
Rodríguez Brito *
[En el caso canario, somos
unos trescientos habitantes por kilómetro cuadrado. En este plano geográfico,
los espacios protegidos en las grandes potencias han sido generalmente
territorios vacíos con escasa población. Generalmente, se protegen elementos
biológicos u otros recursos de tipo natural. En Canarias, sin embargo, los
espacios protegidos han de tener muy en cuenta los aspectos antrópicos, tema
olvidado en gran parte en las declaraciones de protección de Canarias. La
naturaleza en Canarias es parte de nuestra cultura, no lo que queda por dominar,
casi una reserva indígena…
En los momentos actuales, en los que
tanta gente tiene que tirar del campo, nos encontramos con que la protección
limita los usos tradicionales… La protección de espacios naturales debe ser
algo más que ordenanzas y reglamentos sobre el papel y sombreados de colores en
los mapas. En los tiempos que corren, es muy importante una modificación del
marco legal de dichos espacios con el fin de que los agricultores y ganaderos
puedan hacer uso de parte de ellos.]
Estos
días ha salido en los medios de comunicación que tenemos una nueva Reserva de
la Biosfera en España. Esto nos sitúa en segundo lugar mundial tras Estados
Unidos y por delante de Rusia en número de reservas de la biosfera. En otras
categorías de protección de espacios naturales, también contamos con una
clasificación preponderante.
En
el caso de Canarias, tenemos declarado como suelo protegido un cincuenta por
ciento del territorio. Analicemos estos datos: en Estados Unidos viven unos
treinta habitantes por kilómetro cuadrado en los algo más de nueve millones de
kilómetros cuadrados. En Rusia sólo viven nueve habitantes por kilómetro
cuadrado en algo más de diecisiete millones de kilómetros cuadrados. En España
vivimos algo más de ochenta habitantes por kilómetro cuadrado en unos
quinientos mil kilómetros cuadrados.
En
el caso canario, somos unos trescientos habitantes por kilómetro cuadrado. En
este plano geográfico, los espacios protegidos en las grandes potencias han
sido generalmente territorios vacíos con escasa población. Generalmente, se
protegen elementos biológicos u otros recursos de tipo natural. En Canarias,
sin embargo, los espacios protegidos han de tener muy en cuenta los aspectos
antrópicos, tema olvidado en gran parte en las declaraciones de protección de
Canarias. La naturaleza en Canarias es parte de nuestra cultura, no lo que queda
por dominar, casi una reserva indígena.
En
la época en la que se declararon la mayor parte de las figuras de protección
sufríamos una profunda crisis agraria, pujando fuertemente una sociedad urbana
de servicios que quiere asegurar la conservación de la frágil y singular
naturaleza amenazada. Ciertamente, nuestras islas son un lugar único en el
mundo tanto por la diversidad de sus distintas áreas naturales como por el
aspecto volcánico y de aislamiento insular. Contamos con grandes singularidades
biológicas amenazadas e incluso en peligro de extinción. La expansión de las
zonas pobladas de la nueva sociedad urbana y de servicios ha tenido como
contrapunto la mayor preocupación por el mantenimiento del entorno natural
amenazado. Por otra parte, apenas se ha contado en este periodo reciente con la
sociedad rural, que ha quedado apartada de la toma de decisiones debido a su
crisis económica, cultural y social. En el afán por proteger la mayor cantidad
de superficie posible, se llegó al extremo de darle categoría de protegido a
casi la mitad de la superficie de las islas. Sin embargo, ya antes de la crisis
económica mundial que sufrimos se estaba evidenciando que no se dotaba de
recursos económicos, ni materiales, ni humanos suficientes para garantizar
dichos niveles de protección. La actual crisis no ha hecho más que agravar una
situación ya difícil; actualmente es prácticamente imposible para las
administraciones afectadas garantizar una protección adecuada. Por otra parte,
los propietarios de los terrenos sometidos a protección ambiental no han sido
compensados en modo alguno por las nuevas limitaciones en el uso de sus
propiedades. En los momentos actuales, en los que tanta gente tiene que tirar
del campo, nos encontramos con que la protección limita los usos tradicionales.
Levantar
una pared, construir un aljibe o un establo para el ganado se convierten en
tareas imposibles tanto desde los innumerables trámites burocráticos
requeridos por las diversas administraciones como las limitaciones que impone el
crecimiento de plantas de la flora autóctona en los últimos años. Otro de los
problemas que están surgiendo en los espacios protegidos está relacionado con
dicho crecimiento de las vegetación. El abandono sufrido ha hecho que numerosas
especies, tanto autóctonas como introducidas, campen a sus anchas en zonas
anteriormente agrarias. Se da la paradoja de que, debido a las figuras de
protección, sus propietarios no pueden actuar en ellas para limpiarlas, pero
tampoco las administraciones cuentan con medios para reducir el riesgo de
incendios ahora que llega el verano; otras plantas, como almendros y frutales,
no tienen ninguna protección pese a ser un patrimonio que merece la pena
conservar. La protección en Canarias y en la España árida no es declarar
espacios santuarios intocables, como en Kamchatka o en Las Rocosas, sino poner
recursos económicos y humanos al servicio de la conservación. Mantener el
medio ambiente en nuestro territorio requiere naturaleza con muletas económicas
que eviten su degradación; lo contrario son declaraciones bonitas, cantos al
sol.
La
protección de espacios naturales debe ser algo más que ordenanzas y
reglamentos sobre el papel y sombreados de colores en los mapas. En los tiempos
que corren, es muy importante una modificación del marco legal de dichos
espacios con el fin de que los agricultores y ganaderos puedan hacer uso de
parte de ellos. La declaración voluntarista del cincuenta por ciento es
inviable tanto por las necesidades de nuestra gente de cultivar la tierra como
por la carencia de recursos públicos para mantener dichos espacios con garantías
de verdadera protección ambiental. La existencia en la actualidad de los
recursos naturales canarios se debe a la larga historia de convivencia de
nuestros antepasados con las islas. Debemos acercarnos a nuestra naturaleza, no
hacer cantos al sol desde un punto de vista teórico ni legal. Hemos de mantener
los usos tradicionales en el mundo rural.
*
DOCTOR EN GEOGRAFÍA
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Rodríguez Brito publicados en El Canario