Canarias pudo tener otra deriva

 

Juan Jesús Ayala

 

Con motivo de la muerte de Adolfo Suárez y los acontecimientos que se desarrollaron alrededor de su acción política se ha dicho de todo, o de casi todo, porque seguramente hay determinadas cuestiones que continúan en secreto o perdidas en la ausencia de una memoria que no pudo relatar el expresidente.

Y quiero hacer referencia al famoso "Plan Canarias" que andaba perdido entre gavetas de los despachos del Gobierno de Arias Navarro, pero que con la llegada al Gobierno de Adolfo Suárez este Plan se puso en marcha tras las elecciones de 1977.

Y ¿por qué este empeño? La puesta a punto del Plan fue debido a varias circunstancias e informaciones que se tenían y a una insistencia por parte del ministro de Presidencia Otero Novas que había recorrido las Islas en 1976 siendo director general de Política Interior y mandado por Fraga para que le informara de cómo estaba la cuestión de Canarias, lo que hizo extensivo, mas tarde, a Suárez.

Canarias estaba sometida a diferentes frentes, no solo a unas condiciones de vida ciertamente depauperadas, sino a influencias emancipatorias por parte de la OUA y reforzada bajo el paraguas de la Unión soviética y con el apoyo decido de Libia llegándose a desempolvar el Dossier Canarias que andaba dormido desde 1966 para llevarlo, en 1997 ante la ONU, a la Asamblea de la Descolonización de los pueblos porque así se considera a Canarias, como país colonizado.

Hubo verdadera preocupación por parte del Gobierno de Suárez en mejorar a las Islas a la vez que se enviaba a Marcelino Oreja como embajador por el espacio africano para convencer de la españolidad de las islas Canarias. Antonio Cubillo, por otro lado, arreciaba con su discurso político independentista desde su emisora de Argel, con lo cual se abrió para el Gobierno español un escenario de altísima preocupación, sobre todo por la situación de Canarias y la preponderancia estratégica que tuvo durante la segunda Guerra mundial.

Pero en este maremágnum de acontecimientos se instauró uno de suma importancia que fue la impronta de los EE UU, que pretendió chantajear a Suárez, amenazándole que si no apoyaba el ingreso de España en la OTAN ayudaría a los movimientos independentistas de Canarias para que lograran este objetivo. Suárez maniobró su estrategia y habilidad para retrasar este ingreso hasta la llegada de Felipe González con aquella ambigüedad sobre la permanencia en este organismo de "OTAN, de entrada no" pero que fue sí.

Ahora que se cuentan, y se seguirá haciendo, muchas cosas sobre la figura y de la actitud política de Suárez, me pareció oportuno desde el anecdotario, referirme a una cuestión que llegaba encadenada desde hace tiempo y que pudo cambiar la deriva de Canarias.