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Canarias: campo y campesinos (I)
«.» Wladimiro Rodríguez Brito *
[... El sistema educativo-formativo está hecho para abandonar el campo. Es un modelo cuyas expectativas se centran en el espejismo urbano, la vida menos sacrificada, el turismo como modelo de vida, la fiesta, las importaciones de alimentos (bien sean de excedentes, bien en sistema dumping)...]
El paisaje agrario y el medio natural en Canarias tienen una compleja lectura en cuanto al uso de los recursos, ya sean las tierras labradas, los recursos naturales, o los activos humanos que gestionan nuestro medio. Por ello, la Seguridad Social y el campo son una referencia importante de cómo está la sociedad canaria, tanto en lo que se refiere a la relación del ser humano con el territorio, como la distribución de la población y el medio. Estudiando estos indicadores, podemos ver una radiografía de la ruptura entre lo urbano y lo rural, el desequilibrio entre el suelo y la población, y la presión del poblamiento en zonas antaño rurales, que se ven fracturadas entre el campo y la ciudad.
El modelo educativo y cultural armoniza o desarticula población y territorio. Y es que, en lo relativo a la formación profesional, ¿mira para lo rural o está orientada a incorporar población sin empleo en la sociedad de servicios? ¿Se tiene en cuenta al mundo rural, tanto desde el punto de vista de la actividad económica como en el plano ambiental? Estos son algunos de los interrogantes entre territorio y población.
La devaluación de la tierra y de la cultura ambiental son parte de un modelo que ha marginado lo rural. El sistema educativo-formativo está hecho para abandonar el campo. Es un modelo cuyas expectativas se centran en el espejismo urbano, la vida menos sacrificada, el turismo como modelo de vida, la fiesta, las importaciones de alimentos (bien sean de excedentes, bien en sistema dumping).
Esto nos ha dejado un panorama en el que existe una ruptura de las grandes superficies con la producción local, provocando la casi desaparición de los gangocheros locales, así como las tiendas de chochos, aceite, sal y moscas en nuestros pueblos. Todo ello avalado por leyes urbanas, que maltratan y degradan las actividades agrarias, la cría de animales, así como actividades y usos forestales. Leyes que designan supuestas plantas protegidas en tierras antes cultivadas, que ahora están balutas.
La organización del territorio tampoco ayuda a la mejora de las condiciones de trabajo en el campo. Un territorio con dificultades para la mecanización, un sistema de minifundios que dificulta la creación de explotaciones más adecuadas en un campo que ha de optimizar recursos, tierras en abandono que demandan una ley que favorezca el cultivo y castigue el absentismo en el medio rural...
¿Estamos en tiempos nuevos? Trump pone candados, habla de proteccionismo local, lo de la aldea global tiene dificultades. En Europa lo del "brexit" nos afectará, tenemos ambientes que revalorizan lo local (kilómetro 0). Parece que hay una cultura, tanto hacia la población local, como hacia el turismo, enfocada hacia la salud y la ecología. Los hábitos de vida sana ganan puntos, sin embargo, los activos agrarios no reflejan tal situación.
¿Todos camareros y funcionarios? Veamos el siguiente cuadro de población activa agraria en Canarias:
El cuadro es una referencia de lo que ocurre con el capital humano en el medio rural de Canarias. Activos a los que hay que añadir a los pensionistas y otros que hacen agricultura a tiempo parcial. Este cuadro requiere un análisis más amplio, que haremos en el próximo artículo, en una lectura sobre territorio y población.
* Doctor
en Geografía por la Universidad de La Laguna.
Exconsejero de Medioambiente del Cabildo de Tenerife.
Otros artículos de Wladimiro Rodríguez Brito publicados en El Canario.net y El Guanche.org
Continuará ---»