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Jorge
Dorta *
Las diferencias de la postura española con respecto a
Canarias y a Gibraltar nos brinda una oportunidad excepcional de sacar a la luz
y explicar, de forma fácil y entendible, las vergüenzas y la hipocresía del
“régimen” canario.
Carlos
Floriano, vicesecretario de organización del Partido Popular, ha declarado
“Hay una cuestión básica que hay que resolver y que parece que no tiene
sentido que en el siglo XXI siga habiendo ahí una colonia. En Europa no tienen
ningún sentido. Eso lo entiende todo el mundo y las resoluciones de la
Organización de Naciones Unidas (ONU) van en esa dirección”.
Estamos
de acuerdo en que las colonias no tienen ningún sentido en Europa. Habría que
preguntarle al representante del Partido Popular si cree que tienen sentido en
África. No vaya a ser que nos demuestre, una vez más, la mentalidad
eurocentrista e hipócrita a la que los españoles nos tienen acostumbrados.
Quizás
convendría recordarle a este señor que España no solo tiene múltiples plazas
de soberanía en el norte de África sino que, además, cometió terrorismo de
estado para impedir que Canarias se incluyera en la lista de territorios a
descolonizar. Pero no solo atentaron contra Antonio Cubillo para evitarlo, sino
que también, y por la misma razón, han impuesto y mantenido en Canarias una
ley electoral completamente fraudulenta que vulnera todos los derechos básicos
de los ciudadanos.
Básicamente
hay dos formas en las que un territorio puede ser incluido dentro de la lista de
territorios a descolonizar. La primera es que lo pidan al menos dos estados y
esa fue la vía que intentó Antonio Cubillo hasta que España mandó a un
sicario para que volara su coche con dinamita y, eventualmente, con toda su
familia dentro, tal y como reconoce Juan Antonio Alfonso, autor del atentado, en
el reciente documental Historia
de un crimen de Estado[1]
Al
final el sicario no voló el coche con dinamita sino que le asestó una serie de
puñaladas para matarlo y así evitar que Cubillo cogiera el avión a Addis
Abeba en donde se iba a celebrar la reunión de la Organización para la Unión
Africana (OUA). En dicha reunión se iba a aprobar un texto, con el apoyo de 47
países y el rechazo de tan solo dos - Marruecos y Mauritania, en aquel momento
aliadas de España por el reparto del Sahara Occidental - que proponía
trasladar al comité de descolonización de Naciones Unidas la petición de que
Canarias se incluyese como territorio a descolonizar. Una resolución que
profundizaba en la ya declarada por el comité ad hoc de la OUA y en el
reconocimiento del MPAIAC como movimiento de liberación. Corría el año 1978.
La
respuesta de España pasó por un despliegue diplomático en África sin
precedentes, intentando contrarrestar la fuerte corriente de apoyo político que
recibía el MPAIAC. Este suceso provocó un incidente diplomático más entre
España y Argelia, después de que éste país hiciera responsable al Gobierno
español de la agresión. Madrid, despues de cometer terrorismo de Estado,
acusaba hipocritamente a Argel de apoyar una “organización terrorista”,
mientras que la prensa oficial argelina denunciaba duramente el “colonialismo
español” en África y el crimen de estado cometido en su país contra el
dirigente independentista canario. Argel sabía, al igual que el gobierno español,
que la desaparición de Cubillo implicaba la desarticulación del MPAIAC, y con
ello, limitaba la capacidad de maniobra argelina para presionar a España. En
cualquier caso, el precio de la retirada del apoyo argelino a Canarias fueron
los contratos de gas, que durante décadas obligaba a España a comprar enormes
cantidades de gas argelino a precio de oro, así como la construcción de
gaseoductos.
El
secreto a voces. España defiende una cosa en Gibraltar y exactamente la
contraria en Canarias con respecto a los derechos del mar y las aguas
territoriales. Lo que le favorece en el estrecho le perjudica en Canarias y
viceversa, de ahí su hipocresía.
[1]
Historia de un crimen de estado
Fuente:
menceymacro.blogspot.com