Cambio de
mentalidad en política
Pedro J. Brissón Sosa
Creo sinceramente que
hace falta un gran cambio de mentalidad política en todos nosotros, a lo largo de
mi vida he sido partícipe de acontecimientos en los que me involucré
activamente por defender los derechos de los canarios/as, y de las personas
extranjeras que ya formaban parte de nuestro entorno social, muchos me llamaron
radical, aunque siempre aprecié más radicalidad en los gobiernos autoritarios
que no dan legitimación a los pensamientos libertarios de un pueblo.
Siempre intenté llevar
un mensaje libertador y positivo a las ansias soberanistas de Canarias, no sólo
por pura supervivencia, sino porque el modelo colonialista o sistema de
Gobierno que nos aplican a nosotros y a los españoles está podrido, con amplias
pruebas judiciales de que es totalmente corrupto (máxime cuando no se hace
justicia, ya que a los poderosos se los indulta desde el gobierno). Aun así, “el
pueblo es superior a sus dirigentes” sabias palabras del gran líder
colombiano, Jorge Eliecer Gaitán, -muy por encima de
estos políticos corruptos que nos gobiernan y que con su muerte dio paso a la
Revolución del 9 de Abril-.
Cuando alguien contrario
a las ideas de emancipación, nos habla de falta de legitimación del
independentismo, siempre argumenta que no sacamos votos suficientes para tener
representatividad, sin conocer que la gran mayoría de los canarios se abstienen
porque no quieren participar en un sistema fétido y colonial que no les
representa. Hoy vemos como el pueblo catalán si tiene esa representatividad y
el argumento de esos mismos personajes, es que la constitución impide y bloquea
que el pueblo se exprese en las urnas para decidir sus condiciones de vida y
que no pueden seguir adelante con la consulta popular, ya que es
anticonstitucional. Así que da igual lo que los pueblos quieran decidir, el
sistema de gobierno trabaja para las élites, la policía y el ejército están a
su servicio (haciéndoles creer que ellos y su familia no forman parte del
pueblo) y tratarán de impedir todo acto de justa rebeldía, aceptando solamente
la sumisión por parte del pueblo.
Los acontecimientos
actuales demuestran lo que estoy tratando, otro atropello a la mayoría de los
ciudadanos/as asfixiados de deudas, es
la Coronación de otro Borbón, sin súbditos fieles, en contra de la ciudadanía y
aprobada a la prisa por la partitocracia (casi todos imputados supuestamente por
corrupción y cuentas en el extranjero) y con el apoyo de los rotativos del
poder, donde seguirán dos reyes vitalicios disfrutando de unas cantidades
elevadas sin hacer nada y a costa de personas cada vez más empobrecidas,
cobrando como los actuales y nuevos reyes impuestos y aumentando el gasto
general con más partidas, como la primogénita del monarca, que sin tener la
mayoría de edad pasa a cobrar la nada despreciable cantidad de más de cien mil
euros por año, por no hacer nada o por seguir jugando con sus muñecas. Y todo,
tal como establece la constitución y si algún punto no les interesa, pues se
cambia, siempre y cuando les interese cambiarla, porque si algún cambio se les
solicita desde las bases de la ciudadanía y no les agrada, entonces te dirán
que no se puede tocar, porque la constitución es intocable e inviolable, tal es
la hipocresía actual.
Como llegó a decir
Amílcar Cabral (héroe de Cabo Verde y Guinea) en su Manual Político y a la
pregunta de: “¿Es nuestra lucha fundamentalmente una lucha de Liberación Nacional o
una Lucha de Clases?” entre otras cosas, razonó lo siguiente; “nuestra
lucha es una Lucha de Liberación Nacional. Esto quiere decir que queremos
acabar en nuestro país con la dominación extranjera, dominación política y
económica”. Efectivamente eso era lo principal, la Liberación Nacional,
aunque en su cabeza existiesen diferentes opciones ideológicas,
fundamentalmente socialistas.
“El colonialismo es la
mayor contradicción”, esta frase la dejaron en su legado político Secundino
Delgado y Antonio Cubillo, y tantos héroes de las libertades. Por nuestra
solución política y social debemos luchar con todas nuestras fuerzas contra
esta contradicción, pero llegada la independencia de Canarias; debemos aparcar
la mentalidad política que actualmente tenemos de la mal llamada democracia y
hacerla verdaderamente participativa. Existen muchas ideas al respecto de cómo
debe ser esa democracia en unas Canarias Soberana, ya que no sólo luchamos por
un cambio de bandera, himno y un pasaporte diferencial, pero para explicar lo
que no queremos y lo que debemos tener, me voy a apoyar en un elocuente
artículo; “Lo que en definitiva nos gobierna”, de la compañera luchadora,
colombiana e internacionalista Gloria Gaitán Jaramillo, el cual, se puede
extrapolar a cualquier país del mundo que de verdad quiera tener un gobierno
libre, popular, por y para el pueblo.
Pedro J. Brissón – Obligado a trabajar fuera de su tierra para poder
comer.
22/06/2014
P.D. Como no encuentro
el artículo antes citado en internet, lo reproduzco
en su totalidad a continuación. Un fuerte abrazo revolucionario!!!
LO QUE EN DEFINITIVA
NOS GOBIERNA – Por Gloria Gaitán Jaramillo
El gobierno de la cultura
Lo que en definitiva nos gobierna no son las Leyes o la Constitución
vigentes sino la cultura imperante, que define nuestra manera de percibir la
realidad, legitimando y aceptando determinadas estructuras, normas y prácticas
imperantes que regulan nuestra vida en sociedad.
Así, el surgimiento de un nuevo anhelo colectivo - que en un principio es
difuso y entremezclado - se concreta cuando se establece un cambio definido de
cultura.
La Democracia Representativa
La Democracia Representativa, en el marco de una economía de mercado,
capitalista, el “poder de gobernar” está en manos del poder económico que tiene
sus agentes en el establecimiento político, gobernando “desde arriba”, pensando
que los estudios y análisis de los expertos traen las soluciones a los
problemas y no así la voluntad y el saber ciudadano.
Por ello, la Democracia Representativa le ha fallado a los anhelos de las
grandes mayorías y, del inicial descontento y posterior rechazo, se ha pasado a
la búsqueda de una participación ciudadana en los asuntos públicos, lo que ha
venido aparejado con nuevas formas de expresión pública y colectiva, como son
las redes sociales y demás herramientas que aporta Internet.
No obstante, la esencia cultural sigue siendo delegataria, por lo que la
participación se concibe, primordialmente, como herramienta inherente al
sistema imperante de Democracia Representativa y no como un cambio radical de
sistema. Es así como el concepto de “democracia” se sigue concibiendo como
delegación del poder decisorio en manos de los representantes de los ciudadanos
elegidos por voto popular.
Parecería ser que en la hora de ahora el ciudadano común no concibe aún una
ruptura radical que elimine el sistema propio de la Democracia Representativa y
lo que se plantea son modificaciones al sistema mismo, incluyendo el concepto
de participación como herramienta de “consulta”, de “sugerencias”, de
herramienta que, hipotéticamente, podría “inducir” a los representantes a
emitir leyes acordes con la voluntad popular. Pero la decisión final sigue
estando en manos de los representantes electos por los ciudadanos quienes, al
votar, les giran un cheque en blanco para que actúen y gobierno a su buen saber
y entender.
La participación en este contexto es un arma complementaria y no
sustitutiva de la Democracia Representativa.
Participación consultiva
La ciudadanía y los teóricos en materia constitucional no han podido
concebir aún una estructura de poder donde sea el ciudadano quien mande, quien
controle y quien decida. Son muchas las razones para ello, siendo la
fundamental el predominio de la cultura delegataria.
Es por ello que en las Constituciones en las que se incluye el término de
“participación”, la capacidad de decisión de la comunidad es mínima y depende,
en grado sumo, de la ideología y concepción de democracia del mandatario
nacional o local.
Participación protagónica
Se da, en veces, una somera participación local en la elaboración de los
presupuestos o la rendición de cuentas, así como la planificación participativa
Así mismo, de manera directa, pero en forma muy restringida, la población,
cumpliendo ciertos requisitos muy exigentes, puede hacer uso de la revocatoria
del mandato de los elegidos, siendo lo que algunos denominan Democracia
Protagónica, protagonismo que también puede manifestarse en la presencia
pública del pueblo, como expresión de apoyo o rechazo de los elegidos, pero que
no implica en la práctica el derecho de iniciativa legislativa como derecho
propio del ciudadano. A lo sumo se plantea la “consulta prelegislativa”, como
ha sucedido en el Ecuador, pero la iniciativa y la aprobación de las leyes
seguirá siendo decisión de los delegatarios: los parlamentarios.
Mutación cultural
En algunos países han existido intentos sinceros de involucrar al pueblo en
las decisiones de Estado, pero esos bueno propósitos han fallido porque la
cultura imperante es delegataria y no mandataria. A lo suma es parcialmente
participativa y aún protagónica, pero no mandataria y decisoria
Así, la gente – como en todo momento histórico de transición – solo lucha
por cambiar el gobierno, mejorar el modus operandi, pero no se plantea un
cambio radical en las estructuras mismas del Estado imperante.
Por ejemplo, cuando Bolívar, influenciado por la Revolución Francesa, le
plantea a los neogranadinos la independencia de las hasta entonces colonias
españolas para constituir una República, sus contemporáneos se movilizarán al
grito de “¡viva el Rey, abajo el mal gobierno!”. No buscan cambiar la monarquía
sino tener un “mejor” virrey.
Cuando hoy en día los colombianos se enardecen porque las decisiones de la
Procuraduría prevalecen sobre su derecho a la derogatoria de los funcionarios
electos por votación popular, la solución planteada se focaliza sobre la
reforma puntual de la potestad que tiene el procurador para destituir un
funcionario y no se critica la estructura delegataria que representa una
Democracia Representativa.
De existir un cambio cultural, los ciudadanos adversos a las decisiones del
Procurador, al reunirse masivamente en la Plaza de Bolívar de Bogotá gritarían
al unísono “Democracia Directa”. Pero no. No se concibe un cambio de sistema
sino una reforma a las normas imperantes dentro del sistema.
Cuando alguien, como Jorge Eliécer Gaitán, plantea como meta de lucha la
sustitución de la Democracia Representativa por una Democracia Directa, donde
sea el pueblo el que ordena, manda y decide (no sus representantes), sus
contemporáneos no lo entienden y piensan que la meta de Gaitán se limitaba al
objetivo de implantar medidas que beneficiaran los intereses populares en el
marco de una Democracia Representativa. Es decir, implementar políticas
reformistas dentro del sistema representativo, pero a nadie le cabe aún en la
cabeza que para lograr la equidad es indispensable cambiar el sistema para
implantar una Democracia Directa en sustitución radical de la Democracia
Representativa.
Régimen de partitocracia
Es que la Democracia Representativa desemboca, dada la cultura colectiva
que es delegataria, en una partitocracia, donde el
actor fundamental es el voto ligado a los partidos para elegir representantes
que legislarán o gobernarán de acuerdo a sus propios criterios, demandándoles
únicamente – sin herramientas para exigirlo - que cumplan con lo que prometen,
ya que en la Democracia Representativa el pueblo no controla, no manda, no
decide.
De manera que esa democracia representativa se convierte en un gobierno de
“turnismo” que va pasándose el mando de unos a otros,
en forma consecutiva, sin que esos gobiernos expresen la voluntad real del
ciudadano, solo la de los jefes de los partidos.
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